HUÁNUCO DEL AYER: las picardías de Don Shucuy Pedro

Por Fortunato Rodríguez y Masgo*

Don Shucuy Pedro, era todo un personaje en nuestra bella ciudad de Huánuco señorial. Allá́ por los años 70 lo conocimos personalmente; era como el embajador de Churbamba, tierra que amaba profundamente. Dejó huellas de alegría y picardía, era un huanuqueño nato con ese inconfundible timbre de voz y palabras alargadas. Hoy nos viene a la memoria esas ocurrencias singulares de don Pedro Castañeda.

Intervención policial

El teniente Follegati era de la Benemérita Guardia Civil, huanuqueño de nacimiento, cariñosamente el “Loco Follegati”, se encontraba trabajando en la Comisaria de Huánuco; amigo de don Shucuy Pedro de muchos años. En aquel entonces, arribaron a esta dependencia policial dos efectivos, un cabo y un guardia, el primero era del Callao y el segundo de Lima, eran acriollados. Buena oportunidad dijo el jefe Follegati para medir su “viveza” con don Pedro. Sabiendo cómo es él, ordenó a estos dos guardias para que se trasladen en el patrullero y se estacionen en la quebrada de La Moras, con la finalidad de realizar un operativo, en especial a los camiones mixtos; mucho más, a uno de nombre Pedro Castañeda: A ese fulano quiero verlo en el calabozo y su vehículo en el depósito, ¿me entendieron? ¡Si mi teniente! Partieron raudamente. De inmediato intervinieron a todo camión mixto que circulaba por ese sector.

De pronto, llegó don Shucuy Pedro con su mixto; le solicitaron su brevete, tarjeta de propiedad y se fijaron que el nombre del conductor era el que tenía la orden de apresarlo, comenzaron a rebuscarle todo. Como no encontraron nada y estaba en regla; ante la demora; don Pedro preguntó: ¿Hasta qué hora me van a tener aquí́? O quieren su propina, hablen con confianza. Casi de inmediato, el cabo ordenó a don Shucuy Pedro que lo acompañe a la comisaria, porque encontraron bien refundido debajo del asiento del conductor una bolsa empaquetada, con varias envolturas, al extremo que parecía droga. ¡Ay caray! ¿Estos shucuyes de donde han bajado? preguntó don Pedro, y aceptó ser conducido a la delegación policial. Previamente solicitó que habran el paquete en presencia de los pasajeros. De esa manera tener testigos a su favor si algo malo ocurriera.

Los policías delicadamente van desenvolviendo el bendito “paquete de droga”, al final se dan cuenta ¿qué era? Simplemente tocosh, producto que agradaba a don Shucuy Pedro. Los testigos rompieron en risa, casi en burla señalaron a los limeños policías, que desconocían de este producto; es más, estos efectivos ordenaron que lo arrojen, porque despedía un olor desagradable, era insoportable. Don Pedro, en el acto, manifestó́ y amenazó: Señores policías voy a contar de este hecho a mi amigo Coronel, en especial a mi paisano y hermano del alma el ¡Teniente Follegati!, para que sepan con quienes trabajan. Tal advertencia dejo perplejos a los guardias limeños, de tan alarde y pidieron por favor, lo que sucedió́ quede “entre nosotros”, aquí́ no pasó nada decían, vaya tranquilo y maneje con cuidado.

Así́ fue, arranco el motor del viejo Ford camión mixto, metió́ fierro a fondo, pero a 30 kilómetros por hora. Don Shucuy Pedro se mató́ de risa. Manifestó́ a sus pasajeros que su amigo era el Coronel efectivamente, no de la policía, sino don Jorge Coronel que vende joyas y relojes cerca a la plaza de armas; al escuchar tal aseveración las personas nuevamente carcajeaban. Así́ era don Pedro.

Don Pedro de mecánico

En una oportunidad contrataron “expreso” a don Shucuy Pedro, cuya misión era trasladar a Utao a la orquesta de don Eliseo Talancha, para que amenice la fiesta y a don Amacho Visag fabricante del castillo (juegos artificiales), quienes deben llegar a más tardar a las cinco de la tarde. Cargaron con mucho cuidado, estaba prohibido fumar, porque una chispa del cigarro haría explotar al viejo mixto con todos pasajeros; más la cerveza.

Partieron de la bella ciudad de Huánuco después de almuerzo, aproximadamente una de la tarde. En las dos primeras filas viajaban don Amacho Visag en compañía de su personal para armar y prender el castillo de ocho cuerpos. Luego la orquesta del maestro Eliseo Talancha Berrospi, compuesto por más de 15 músicos, quienes estaban listos para hacer bailar toda la noche y madrugada a los concurrentes a la fiesta patronal.

“Don Shucuy Pedro, vaya con Dios y maneje con cuidado, por favor”, manifestó don Amador Visag, mientras se persigna la cruz en señal de bendición. Por su parte el gran músico Talancha, recomendó: “Con cuidadito por favor don Shucuy, no corra mucho, tenemos familia, más vale despacito, pero seguro”. En fin, ya las recomendaciones estaban hechas, los pasajeros se miraban preocupados entre sí, el viaje demandaría de tres a cuatro horas, dependiendo de la pericia y el humor de don Pedro, era lejos Utao, pero la realidad era que la distancia era solo de 30 kilómetros aproximadamente.

Ya la tarde le estaba ganando a don Shucuy Pedro, metió́ “fierro a fondo”, pero a 20 kilómetros por hora, la velocidad del mixto levantaba una nube de polvareda; permanentemente “metía” freno, muchas veces hacia cascabelear a los dormilones pasajeros. Desde la cumbre del cerro, se podía ver que era el carro de don Pedrito, entra con mucho cuidado a la quebrada de Quera, de pronto el capot del motor se llena de humo, mete freno y se estaciona: ¿Qué paso? no tenía agua el radiador y se hizo hueco, para remate se rompió́ la correa del ventilador; una verdadera tragedia.

Los pasajeros desesperados, porque tenían que cumplir con sus compromisos, si o si tenían que estar en Utao, a más tardar seis de la tarde. Inmediatamente don Shucuy busca la solución al problema, tranquiliza a los ocasionales acompañantes: ¡No se preocupen, yo les hago llegar aunque sea cargando a cada uno de ustedes! Pero les voy hacer llegar, palabra de Shucuy Pedro.

De pronto ve algunos de los músicos que masticaban chicle, les pide por favor y con ello comenzó́ a “reparar” o “soldar” el radiador, casi como “magia” arreglado el asunto. A continuación vio a su ayudante que tenía en su cintura un jebe para “jebear” palomas, a quien le pidió́ y con ello preparo una nueva correa, casi al instante arranco el carro y sin parar condujo hasta Utao como si hubiera visto al demonio calato, pareció́ la carretera recta, no había curvas, menos baches, hizo “volar” al mixto, pero llego casi faltando cinco minutos para la seis, tocando claxon prolongado ingreso a la plaza de armas, donde fue recibido por el mayordomo de la fiesta patronal que estaba impaciente, pero al ver al carro respiro profundamente: Gracias a Dios don Shucuy Pedro llego sin novedad.

Cabe señalar, jamás el viejo mixto Ford de don Shucuy Pedro se quedó́ malogrado en la carretera, menos sufrió́ un lamentable accidente, siempre demostraba responsabilidad y puntualidad, se esmeraba para ofrecer un servicio de calidad.

*Economista, abogado y periodista

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