Reciclar es una de las más importantes acciones que debe llevarse adelante para ayudar al medio ambiente. Eso es lo que practican los estudiantes de la singular Institución Educativa n° 32942 ‘Pillco Mozo’ de Marabamba, como parte de una educación integral que no está centrada solamente a permanecer en el aula, llenar cuadernos y otorgar conocimientos; sino también a lograr ese gran valor de cuidar el espacio en el que se desarrollan e interactúan los seres vivos.
Son doce años que están en esa labor. En el 2014, dicho plantel dirigid por el docente Liberio Durand Martínez, ganó el Premio Nacional en Aplicación del Enfoque Ambiental de entre 24 instituciones participantes del país; siendo reconocido por los ministerios de Educación, Ambiente y Salud.
“Dentro de nuestro proyecto educativo institucional y en nuestro plan de trabajo, hemos priorizado el cuidado de nuestro espacio y que los chicos aprendan a reciclar y reutilizar lo que normalmente ya no se usa; además, priorizamos el cuidado del agua, del suelo, del aire. Le estamos dando sostenibilidad para que esto continúe”, refiere el director.
Señal de ello, es que el interior del plantel luce adornos, cercos de sus jardines y diversas construcciones en base a reciclables, principalmente botellas de plástico. Las exposiciones de los niños y otros trabajos, son hechos de esos materiales. Todos están inmersos en esa actividad.
Es un trabajo constante y coordinado en la institución educativa. Los padres de familia que son grandes aliados, docentes comprometidos con su labor más allá de sus horas pedagógicas y sobre todo estudiantes a quienes inculcan día a día el cuidado del medio ambiente, viendo que hay mucha contaminación y entendiendo que el lugar en el que se encuentran es sumamente desfavorable por el tema del ex botadero de basura que por años fue instalado en esa jurisdicción y hasta la fecha no es cerrado.
PARADÓJICO. Son unos 500 alumnos que asisten al “Pillco Mozo”, 190 de los cuales de inicial, 230 de primaria y 155 de secundaria; estos últimos, se turnan de mañana y tarde para ocupar las pocas y antipedagógicas aulas por desatención de los gobernantes.
Está ubicado a escasos diez minutos del centro de la ciudad de Huánuco, pero dicha escuela no goza de servicios básicos, no hay agua potable, no hay desagüe; su infraestructura de material rústico data de hace 35 años, no hay patio, ni losa deportiva, menos auditorio, ni comedor.
“Tenemos una realidad muy difícil, sin embargo, eso no es impedimento para que nosotros no podamos inculcar en nuestros estudiantes el cuido de nuestro ambiente”, manifiesta Durand Martínez, quien en el 2015 fue ganador del concurso ‘El Maestro de deja Huellas’, y en el 2013 obtuvo el mayor puntaje nacional en la prueba escrita para cargos directivos.
Respecto a la cantidad de docentes que son 23 en total, es casi suficiente. La falencia es en infraestructura. Paradójicamente no hay recompensa para este plantel que está enfocado en algo que casi ningún otro hace. Lo normal sería que las autoridades le den la atención necesaria para fortalecer la labor en ese plantel que es ejemplo para otros.
Hicieron las gestiones, pero están en compás de espera. Los docentes y padres de familia consideran que ya es hora para merecer una infraestructura adecuada y con condiciones necesarias para que los menores puedan tener un mejor desenvolvimiento en la enseñanza – aprendizaje.
Según Duran, es la única escuela en Huánuco que le da sostenibilidad a este proyecto de enfoque ambiental. “Hacemos ese trabajo no por ganar algo, sino por los objetivos que debemos cumplir como docentes, yo creo firmemente que educar es más que estar en un aula, llenar cuadernos e impartir conocimientos. La educación tiene que ser integral y la parte ambiental es fundamental”, subrayó.