¿Qué otros factores, además de la depresión, conducen al suicidio?

No solo la depresión dispara ideas suicidas o desencadena una tentativa de suicidio. Existen otros factores, algunos incluso inesperados, que derivan en una decisión tan drástica como esa.

Ysela Nicolás, psicóloga del Programa de Prevención del Suicidio del Instituto Nacional de Salud Mental detalló que la depresión puede estar asociada, pero no necesariamente está presente en todos los casos.
“Puede haber suicidios impulsivos o casos en los que hay previamente un trastorno de personalidad límite. Esa persona, en la inestabilidad que se maneja (tranquilidad y euforia) habla con su mente emocional y sobre reacciona ante ciertos hechos, justamente porque la mente racional no está presente (y toma decisiones fatales)”.
Hay eventos críticos, anotó, que también pueden motivar un suicidio. Por ejemplo, un caso de infidelidad, tras el que algunos optan por acabar con su vida.
“No lo pensó antes, jamás estuvo en su mente y nunca estuvo con depresión y aparentemente no hubo ninguna enfermedad mental; sin embargo, la persona en ese momento sale de sí y puede cometer suicidio. Incluso vemos el binomio homicidio- suicidio, donde mato y luego me mato”.

Maltratado de cualquier tipo 

La experta explicó en el programa Saludable Mente de Andina Canal On Line, que el suicidio es multifactorial, siendo la violencia una causa presente en numerosos casos. La mujer sistemáticamente maltratada tiene de 3 a 5 veces más posibilidad de convertirse en una potencial suicida.
“Hay personas que han sufrido o tienen una historia de violencia física, sexual o emocional, hay otras con un historial de suicidas en la familia, otras donde previamente han caído en bancarrota o sufren un fracaso académico”.
Para la psicóloga, no es verdad que las personas se suiciden por honor como usualmente se catalogan muchos suicidios sobre todo de varones. Lo que hay en realidad, dijo, es una baja tolerancia a la frustración por una circunstancia que consideran catastrófica o difícil, buscando evitar enfrentarla a toda costa.
“Hay que mencionar que hay un espectro suicida que puede evidenciarse desde la infancia, con diversas fantasías, pero es recién a partir de la adolescencia que estas ideaciones se presentan con mayor claridad”.

Cuidado con estas frases

La psicóloga fue categórica al afirmar que se puede prevenir el suicidio porque en la mayoría de los casos, quienes buscan acabar con su vida hablan de ello y dan señales.
“Evidencian cambios en el estado anímico, muestran una tristeza, pero no una tristeza cualquiera, sino profunda. En los adolescentes hay un signo de aburrimiento permanente, un hastío por todo”.
Estas personas se llenan de frases como “quiero dormir y no despertar” o “quiero irme lejos y no regresar”, “¿qué sentido tiene esta vida?, ya no voy a ver eso”, “soy una carga”, entre otras que son reiteradas. Incluso hay expresiones directas sobre la organización de su próximo suicidio: “voy a morirme este fin de semana porque no hay nadie”.
Los niños lo hacen a través de gráficos, por eso se debe estar atento a los cuadernos o libros, sobre todo las últimas páginas, donde algunos registran frases o dibujos tanáticos, con imágenes de calaveras o poemas alusivos a la muerte.
“Ante casos de este de tipo lo primero es tomarlos en serio
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. Conversar con el potencial suicida y preguntarle qué es lo que está pasando, por qué se está sintiendo así. Realizar una escucha atenta, mirando a la persona atentamente mientras habla, buscan conexión afectiva”.

Si es renuente a conversar sobre el tema, la experta recomendó insistir y hacerlo sin miedo, preguntando ¿qué está pasando por tu mente? ¿realmente estás pensando suicidarte?
“Antes de abordar este delicado tema hay que expresarles que nos interesa, nos preocupa, porque no nos imaginamos la vida sin ellos. Si a pesar de eso no responden, hay que acompañarlos hasta que se sientan un poco más estabilizados”.

No romantizar el sufrimiento 

Ysela Nicolás pidió no romantizar el suicidio, como lo hacen algunos escritores, porque detrás de él hay un enorme sufrimiento que busca terminarse justamente con esta decisión.
Detalló que hay muchas ideas erróneas alrededor de este tema que debemos desterrar para proteger nuestra salud mental y no optar por decisiones radicales como el suicidio.
Una de ellas es pensar que “todos deberían querernos”, otra es trabajar en virtud de los debería”: yo debería haber ingresado a la universidad, debería haberme casado, debería haber tenido un hijo.  “Esto hace que nos pongamos metas inalcanzables, que solo abonan a más autocrítica que nos frustran y nos llenan de complejos”.
Otra idea errónea está asociada a la baja autoestima, al “yo no puedo, soy inútil y no sirvo”, mientras que otros se anclan al pasado: no puedo avanzar porque me hicieron algo terrible o porque pienso que todo pasado fue mejor.
“Entonces, no vivo en el presente o vivo en la fantasía de un futuro; no me concentro en el aquí y ahora, porque el suicidio se muestra como una alternativa de solución, pero es definitiva frente a un problema que es temporal”, dijo.
La experta manifestó que las personas que han tenido un intento de suicidio deben acudir necesariamente a terapia junto a su familia, lo mismo que los sobrevivientes de quienes lo concretaron, es decir los padres, hermanos, entre otros.
“Deben pasar por una terapia multifamiliar para analizar los factores que los llevaron a intentar o quitarse la vida. A veces nos quedamos en la patología y lo que se necesita es trabajar el perdón, la frustración, la aceptación auténtica de lo que somos y de nuestra imperfección. Hay que encontrar nuevos ejes para reencontrarnos con la vida después de la muerte del ser querido o del que intentó quitarse la vida, que podrían ser la música, el deporte”, indicó.
Fuente: Andina
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18.09.2019