“¡Qué Rico Ponche!”: Don Cornelio y el humor irreverente y pícaro de Gumersindo Atencia

Por: Jorge Chávez Hurtado

 

«¡Qué Rico Ponche!», una divertida composición del maestro Gumersindo Atencia Ramírez, con los arreglos del reconocido músico Omar Majino Gargate y con la magnífica interpretación de Mario Pawuer Mallki Ponce, es una canción llena de sarcasmo, ingenio y picardía que utiliza el doble sentido para explorar temas de infidelidad y roles en las relaciones maritales. A través de sus ocurrentes versos, la canción narra la historia de don Cornelio y su esposa, utilizando la metáfora de la preparación del ponche para abordar la dinámica entre ambos y los evidentes desafíos que enfrentan.

Primer Estrofa: la ausencia de don Cornelio y la respuesta de su esposa

Don Cornelio se ausentaba

En sus noches de bohemia,

Y su casta y linda esposa

Le cantó estas verdades.

Por las noches tomo ponche,

Aunque tú no estés presente,

Y me gusta que los huevos

Me los batan a las once.

En esta primera estrofa, se nos presenta a don Cornelio, un noctámbulo que frecuenta la vida bohemia, dejando a su ansiosa esposa sola por las noches. La esposa, en su profunda soledad, responde cantándole verdades que, aunque parecen ingenuas, están cargadas de indirectas e  insinuaciones. La metáfora del ponche y los huevos batidos a las once sugiere un claro deseo de atención y satisfacción marital que no está siendo cumplido por su esposo debido a sus despreocupadas ausencias.

Segunda Estrofa: la reacción de don Cornelio

Desde entonces don Cornelio

Puntualito se llegaba,

Y a su amada complacía

Con un ponche bien batido.

La reacción de don Cornelio a las palabras de su esposa es significativa e inmediata. Él comienza a llegar puntualmente a su casa y se esfuerza por complacer a su cónyuge con un «ponche bien batido», una interesante metáfora que sugiere que ha comenzado a cumplir sus deberes maritales y a prestar la atención necesaria a su pareja.

Tercera Estrofa: la crisis

Una noche llegó tarde

Y encontró a un buen amigo,

Ya movía la ponchera

Muy alegre y satisfecho.

Ella dijo entre suspiros:

“No te vayas y aprende

A batir un rico ponche

Con esmero y buen estilo”.

El conflicto se intensifica cuando don Cornelio llega tarde una noche a su vivienda y encuentra a un buen amigo moviendo frenéticamente la ponchera. La escena está cargada de sarcasmo e ironía, con la esposa sugiriendo que don Cornelio debería aprender a «batir un rico ponche» con esmero y estilo, insinuando que su amigo está supliendo las atenciones que él debería dar. Esto revela una abierta infidelidad emocional o física y enfatiza la importancia de la imprescindible atención y el esfuerzo en una relación.

Fuga: la lección final

En este mundo ancho y ajeno

Se va la vida, se va, se va.

Y si a tu amada le gusta el ponche,

Bate los huevos con gran vigor.

 

Sobre los cerros está la nieve,

Con el cariño está el amor.

Tú no permitas que te ayuden

En la batida del gran tazón.

La letra de la fuga de la canción ofrece una interesante reflexión sobre la vida y el amor. La sugestiva metáfora del ponche se extiende para sugerir que en el vasto y ajeno mundo, la vida es efímera y es decisivo e importante atender a las necesidades de la persona amada con vigor, interés y dedicación. Los versos finales refuerzan la idea de que la responsabilidad de mantener vivo e intenso el fuego del amor no debe ser encomendada ni comisionada, sino que debe ser asumida personalmente, sin la ayuda de terceros: “Tú no permitas que te ayuden en la batida del gran tazón”.

 

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