Infantería Huánuco presente en el Combate del 2 de Mayo

Por Fortunato Rodríguez y Masgo

Aquella noche era friolenta, envolvió ráfagas de viento helado y como amante trasnochado se penetró entre las estrechas y románticas calles de nuestro Huánuco primaveral para hacer sentir su frígido aliento, era julio de la década de los 80; el reloj “silvana” ya marcó la media noche, la familia entretenida en la tertulia nocturna, todos sentados en la acogedora salita de la casita de adobe con paja, cuyo piso de laja y techo medianera de teja de Punchao resaltó nuestro origen andino, enclavado en la pequeña calle de San Cristóbal. Como anfitriona, nuestra anciana mamacha servía y servía cancha tostada en tiesto con manteca de chancho, bajo el fuego ardiente de la cocina de leña para el deleite de los presentes.

Mientras Beshaco, un trajinado carpintero, artesano de la madera fina, hijo mayor de la familia con mas de 60 años a cuestas, hizo memoria de los días de clases en su legendario colegio Leoncio Prado, cuando fue estudiante.

Sólo dos velas irradiaron luz en la temida oscuridad, el ambiente fue festivo, porque la shacta de caña de Vichaycoto circuló en copitas.

Beshaquito para la familia y sus amigos, casi con voz quebrantado comenzó a relatar: ¡LA GUERRA CON ESPAÑA! sucedido en nuestra tierra huanuqueña, quizás ya se perdió en el trajín de los años.

Beshaquito, con su dejo característico reveló: “Escuche a mi abuelo Ticucho moderar a mi padre, que se debe sentir orgulloso de su colegio y de sus compañeros antiguos, porque en una lejana tarde de abril de 1866, todos en formación en el patio de honor, trescientos jóvenes alumnos del Colegio Minería de Huánuco acordaron salir a defender nuestra patria y marcharon con la mirada al frente entonando el himno patrio.

Al día siguiente, ya en las primeras horas de la mañana, en marcha militar se fueron ¡a la guerra con España! Pero, minutos antes en la plaza mayor de nuestra ciudad, juraron solemnemente entregar su vida; si es preciso, para defender nuestro Perú, ante la amenaza de los españoles, que pretendieron ingresar a Lima, a través de la costa del Callao y recobrar sus dominios.

Fue emocionante ver a nuestros hijos, sin temor, menos titubear, cuando se acuartelaron y formaron el Batallón ‘Infantería Huánuco’, todos eran jóvenes con fusil al frente marcharon, retumbando el piso, gritaron a todo pulmón ¡Huánuco como siempre presente! ¡Huánuco con vida y fusil defiende al Perú! ¡Soy huanuqueño soldado del Perú!, entre otras proclamas, y se fueron entre aplausos y admiración al mando de Gregorio Durán y Francisco Rolando, quienes recibieron órdenes del coronel Ignacio Prado para dirigir.

Los padres y algunas enamoradas lloraron desconsoladamente, levantaron pañuelos blancos en señal de despedida, se persignaron y pidieron en oración a Dios, que les proteja y les retorne con vida, para la alegría de la familia.

Casi a fines de abril de 1866, el escuadrón de infantes huanuqueños, llegó a Lima, de inmediato caminaron hasta el Callao, donde pernoctaron a la espera de órdenes superiores. Ya en el primer día de mayo, fueron encomendados atrincherarse en la costa, como infantes se les ordenó defender cada centímetro del suelo peruano, no permitir el descenso de la tropa española; transcurrieron las horas, mientras con mucha serenidad aguardaron el momento del combate, eran diestros en el manejo del fusil, y agiles con la bayoneta, en el cinto de la cintura cargaron las balas.

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Mientras observaron a miles de soldados peruanos reforzar la línea de ataque y defensa desde el río Rímac hasta La Punta-Callao, donde se establecieron baterías artilladas de cañones de alto alcance, columnas de combatientes y torres de guerra. Llamando la atención la colocación del ‘Cañón del Pueblo’, a cargo de improvisados combatientes entre niños, jóvenes y adultos que se posesionaron en un punto de la costa, en las últimas 24 horas, todos ellos con la intención de defender a nuestro Perú.

Pasaron las horas, la oscuridad de la noche aterrizó en el mar, los combatientes alistaron su armamento y su bayoneta de combate. Unos que otros, escribían cartas de despedida. De pronto, amaneció el 2 de Mayo, ya al rayar el sol en la inmensidad del inmenso océano, se presagió algo va suceder, porque era la fecha indicado por el mando español, día del ataque, pretendían destruir el Callao. Casi a medio día retumbó el primer cañonazo de la escuadra naval española, se inició el combate. De inmediato, recibieron una ráfaga de cañonazos mortíferos provenientes de la torre La Merced al mando de José Gálvez, hicieron sentir el poderío y la bravura de los peruanos. Las horas de lucha en el litoral peruano era de arrojo, por su parte los barcos de guerra se enfrentaron a muerte. Casi a las cinco de la tarde, la escuadra naval de España se retiró rendido a la Isla San Lorenzo, porque sus naves fueron casi destruidas, llevando consigo su derrota.

Perú ganó el combate de Dos de Mayo, gracias al esfuerzo de sus combatientes en tierra y en el mar, quienes lucharon a muerte, defendiendo nuestro terruño, sin importar su vida. De esta manera se sello la emancipación, expulsando a los invasores por siempre. Retornando victoriosos al suelo huanuqueño, nuestros indomables defensores quienes fueron declarados héroes y ejemplo para las futuras generaciones de nuestro Colegio Leoncio Prado, alma mater de peruanidad y orgullo de Huánuco”.

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