HUÁNUCO DEL AYER: ocurrencias del profesor Cotrina y don Shantaco

 

Por Fortunato Rodríguez y Masgo

 

Aquel 23 de mayo, vísperas del aniversario de mí recordada, Gran Unidad Escolar Leoncio Prado, me detuve unos minutos en el parque Gregorio Cartagena, conocido también como San Francisco. Mi mirada se fijó en la fachada de mi alma mater embargándome en una nostalgia que sintió mi corazón: recuerdos inolvidables, anécdotas innumerables, guardadas en el baúl de las huellas de nuestro caminar como estudiante leonciopradino; de las cuales, solo deseo extraer tres en esta oportunidad, la misma que comparto con ustedes:

Profesor Cotrina y el comandante de la Guardia Civil

Esa mañana, soleada de junio de 1976, llegamos temprano al salón de clases a uno de los cursos de la mañana: Historia del Perú con el profesor Cotrina, formal en su vestir y con el dejo al hablar de cajamarquino. Comenzó la enseñanza del día, casi siempre preguntaba lo mismo, ¿quiénes son nuestros padres?, ¿de dónde son ustedes?, ronda acostumbrada de preguntas llegando el turno al “Negro” Neyer, ¿quién es tu papá hijito?, instantáneamente y presumidamente, “¡es el Comandante de la Guardia Civil en Huánuco!”, al escuchar esto el profesor se levanta de su pupitre y camina hacía el alumno, mirándolo con una sonrisa socarrona, le increpa, ¿por qué mientes hijito? ¿Qué crees que soy? Y con voz de soldado le recrimina aclarándose, “el único comandante de la Guardia Civil es Romero, quien es paisano, compadre y promoción; por lo tanto, no puede haber otro jefe Policial en nuestra ciudad. Además, tú no te pareces, ¿Qué pasa? Despierta hijo, no sueñes”.

El “Negro” Neyer, quimboso, acriollado, con mucha esquina, del barrio San Pedro, no se deja atemorizar de las palabras del profesor, pide un minuto para aclarar esta confusa y crítica situación, diplomáticamente camina hacia la pizarra, toma la palabra y con serenidad explica que no es un mentiroso, lo que ha manifestado es en honor a la verdad, su señor padre es “Comandante de puesto de la Guardia Civil del control de Huancapallac”, (ubicado a una hora de la ciudad primaveral de Huánuco). Además, tiene el grado de sargento segundo.

Al escuchar la aclaración, el salón expresó una sonora carcajada y el “profe” optó por sonreír la “ocurrencia” del alumno, y no le quedó ordenar al estudiante que regrese a su carpeta.

El alumno “Charqui Espinoza”

Nuevamente el profesor Cotrina y sus “ocurrencias”. Durante el curso de Historia del Perú, toca un tema de salud, se consideraba una persona que gozaba de una buena salud, vegetariano y practicante de yoga.

Se pone de pie mirando al salón con ojos de águila y ordena al alumno Espinoza pasar al frente y le pregunta, ¿estás enfermo?, le responde, ¡No! Camina a su alrededor, lo mira detenidamente de pies a cabeza y le diagnostica, ¡usted está achacoso!, ¿qué le duele? Espinoza, al instante le pregunta, ¿por qué dice eso profe? “Mira hijito, manifiesta el cajamarquino; para comenzar, tu talla y peso no está de acuerdo con tu cuerpo, mides un metro 80 y pesas 60 kilos, prácticamente eres ¡CHARQUI!, eres una momia andante”…al escuchar esto el salón retumbó de risa.

Además, estas posheco, creo tu alma te hace caminar…hijito mejor siéntate, porque te puedes desmayar. Espinoza no sabía si reír o acobardarse, de tan insólito diagnóstico. Desde ese día Espinoza pasó a ser “¡Charqui Espinoza!”.

Shantaco y el desayuno

El tiempo transcurría y se terminaba el año, esa mañana de recreo caminamos con dirección al kiosco, observamos a los compañeros Shatuco y Pancho merodeando la puerta principal del colegio. Inquietos preguntamos qué se traían entre manos y nos responden, dentro de algunos minutos sucederá algo de película.

Nos quedamos parados para observar de forma disimulada. Vimos que Aquicho conversaba sigilosamente con don Shantaco, el portero encargado de la puerta, entreteniéndose, Pancho aprovecha y llama por teléfono a la cafetería ubicado en la Plaza de Armas, solicitando que trajeran inmediatamente al colegio: 6 tazas de café con sus respectivas porciones de cau cau, pan francés y tamales.

Solicita que la entrega debe ser de inmediato; para el cual, debe contratar al taxista y en el plantel se le va a cancelar. A los minutos llegó el pedido e hicieron la entrega al director quien se encontraba en una reunión de profesores en la dirección. Un milagro de cielo el bendito desayuno, no sabían quién ordenó y cómo llegó, todos se sirvieron y disfrutaron del refrigerio, agradecidos por tamaño detalle. Pero tal fue la sorpresa, cuando al pasar la mañana vinieron a recoger los servicios y cobrar la cuenta del desayuno.

En ese momento el director llama a don Shantaco, cariñosamente Shantaquito, para preguntar quién hizo el pedido, este desconocía quién fue, sólo manifestó que la Cafetería de don Mario envió, no quedo otra que hacer una “chanchita” entre los consumidores para pagar la cuenta.

Mientras tanto Shatuco y Pancho se mataban de risa viendo el apuro en que se encontraba Shantaquito y el director para cancelar la bendita cuenta del desayuno con cau cau.

*Periodista, economista y abogado

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