César Vallejo, marcista

(Registro de un discente trotamundos)

Por Víctor Raúl Osorio Alania*

Como si fueras fruto de estación buscamos tu floreciente vigor, / porque haces trizas a cualquier temor, César tejió ardua savia en cognición.

César Abraham Vallejo Mendoza es marcista, también pudo conjugar con el marxismo. Pues, nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, comarca de la región natural quechua (3.115 metros de altitud).

ACOBAMBA. ¡Vallejo, paladín del vanguardismo! Siguiendo las huellas del vate universal he llegado y permanecí varias lunas (2017) en Acobamba (Huácar, Ambo) donde fue preceptor, entre mayo a diciembre de 1911, de los hijos de Domingo Sotil, acaudalado minero y hacendado.

Acobamba, patria bella en fecundos maizales, / en ostentosos trigales, con su prosapia centella.

Colegio “César Vallejo” rinde homenaje al maestro, / a ti ser humilde y diestro, pupilos oyen consejo.

SANTIAGO DE CHUCO. «Como Abraham no habrá», anima nuestro coloquio un octogenario en la plaza colonial. Hijo de Francisco de Paula Vallejo Benites y María de los Santos Mendoza Gurrionero. Ñuñupíte o ultimo hijo genealógico le decían y mencionan, siempre con absoluta querencia.

Casa museo César Abraham Vallejo Mendoza en Santiago de Chuco

Fue nacimiento halagüeño en medio de poesía, / glosaba doña María de los Santos, con empeño.

César, último retoño, primavera de Francisco / y María, grita el risco, nació contiguo al otoño.

Siguiendo auroras, picachos, ¡ánimo!; escuchando a tus personajes (más reales que fatuos), ¡verídico!; acompañado de vuestras narraciones llegué a Santiago de Chuco, donde se respira lo cotidiano en transición a la real fantasía.

Dicha consonancia fluye desde César Vallejo, quizá la piedra angular, tal vez la Chakana o Estrella del Sur que ilumina más a los días clareados, a lo mejor, resulta siendo energizante chicha en su punto promedio para seguir el camino de arriero. 

Llegué, estoy en vuestro lar, un niño, una vivandera, / mañanita hecha lucera me guiaron a vuestro hogar.

La puerta habla: pasa amigo, pulcros patios en misión / promocionan tu pasión y endulzan el postre de higo.

ESPERGESIA. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo que soy malo, y no saben de diciembre de ese enero pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar el claustro de un silencio que hablo a flor de fuego.

Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha… bueno. y que no me vaya sin llevar diciembres, sin dejar eneros, pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo, que mastico… Y no saben por qué en mi verso chirrían, oscuro sinsabor de féretro, luyidos vientos desenroscados de la Esfinge preguntona del Desierto.

Todos saben… Y no saben que la Luz es tísica y la Sombra gorda… Y no saben que el Misterio sintetiza… que él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave.

Auscultando. La locución Espergesia tiene cuatro sílabas, el resultado fónico genera comentarios por doquier.

Unos relacionan con jitanjáfora: “esper” de esperanza y “gesia” de génesis o genésica.

Otros llaman neologismo (giro nuevo), lo cual no sería extraño en Vallejo, en su momento, en Soneto empleó pesadumbre por molestia, soledumbre por soledad.

Los terceros recurren al Diccionario de Autoridades (1726-1739): «Figura retórica. Declaración de la sentencia o cosa que se ha dicho, cundo se explica con más palabras, para su mayor expresión y ornato» (RAE, 1732).

El sincretismo de esta composición [Espergesia]alude a su nacimiento (16 de marzo de 1892), la misma es colofón de Los heraldos negros

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(1919) que se publicó en el Perú. En tanto, Poemas humanos (1939) recoge (y hace bien en recoger) Piedra negra sobre piedra blanca que prospecta la inevitable partida desde París, Francia.

166 palabras dan lugar a treinta y siete (37) versos libres y estos aglutinan 8 parágrafos disimiles.

Párrafo 1: 2 versos, p2: 5v, p3: 5v, p4: 2v, p5: 6v, p6: 7v, p7: 7v y estrofa 8, 3 versos.

Las divisiones 1 y 4 repiten el texto tal cual («Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo»; no obstante, el apartado 8 añade un vocablo para poner énfasis y colocar el punto final («Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo, / grave».

Nótese percepción existencial burilada con ritmo, hondo mensaje que pellizca los conocimientos teológico y filosófico; hay figuras literarias, en este caso, la métrica asoma en menor cuantía y queda reservada para otras hechuras.

«Hay un vacío» (estrofa 3) y «sin llevar diciembres, / sin dejar eneros» (fragmento 5) son los versos más cortos de tres vocablos cada uno.

El renglón poético más extenso viene a ser «el paso meridiano de las lindes a las Lindes», destaca en el cierre de la sección 7.

«Luyidos vientos» deja en ascuas a más de un vallejiano.

La metáfora transita rebosante, en Espergesia, a modo de espinazo. Véase, por ejemplo, «Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo».

Hay oxímoron en «Todos saben… Y no saben / que la Luz es tísica / y la Sombra gorda…».

DESPEDIDA. Voy de salida y me detengo una vez más ante la cita esculpida que destaca en mi diestra.

«Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado», signatura de César Abraham. Lo antedicho forma parte de Poemas en prosa, se titula No vive ya nadie.

Dintel y umbral con aplausos de las bisagras me orillan hacia la derecha en el pasadizo, los otros visitantes pasan por mi izquierda y parlan las evidencias halladas en el domicilio de los Vallejo Mendoza, no obstante, de buenas a primeras escribo unos pareados:

Linda rima sale hecha medialuna, / señal de aprecio por esta comuna

Muchos abriles antes de llegar / (a tu histórico y sacrosanto hogar), ya lo había visitado feliz, / ya tuve inquieto sueño sin desliz.

Aquella techumbre de roja teja / vuela en joven luciérnaga bermeja, las blancas paredes de actos nobles / crearán generaciones de robles.

La Casa-Museo César Vallejo / ternura hálito como candilejo, Cesar Abraham, trovador genial, / da raíces con abrazo amical.

Santiago de Chuco es peruanidad / que nace en paisajes de lealtad, transmite conocimiento y alegría / por ser Capital de la Poesía.

¡Rayuela! Estoy contento junto a Paco Yunque y Rita en la calle César Vallejo N.° 1060, en otro tiempo, Colón N°. 96. ¡Canicas!

*“El Puchkador de la Nieve”

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16.03.2023

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