En el marco del primer “Encuentro Nacional de los Gobiernos Locales y Congreso Eleccionario” desarrollado el fin de semana en Lima, el Presidente Martín Vizcarra mandatario anunció que su gobierno evaluará un posible aumento de las remuneraciones de los alcaldes (el ministro de Economía dijo que también que de los gobernadores, consejeros y regidores), esto por haber recibido quejas de las autoridades municipales por sus sueldos bajos.
“Le he pedido al ministro de Economía que evalúe la situación y que en el primer trimestre, antes de marzo, saquemos a través de un instrumento legal, variar la norma del 2007 y poder modificar los sueldos, y poder incrementarlos de manera racional, responsable y reconocer el esfuerzo que hacen los alcaldes”, expresó el mandatario.
La idea, que además es populistas como lo echo en cara el propio presidente de la Ampe Álvaro Paz de la Barra; es que tales autoridades asuman una mayor responsabilidad, mejoren su desempeño, logren mejores resultados en su gestión y sobre todo eviten buscar espacios de corrupción. ¿Será posible eso?
Aunque el ministro de Economía y Finanzas, Carlos Oliva, adelantó que la propuesta tomará en cuenta una serie de parámetros y que tales aumentos se financiarán con los recursos de cada uno de los municipios o de las gobernaciones; el ofrecimiento debe ser seriamente evaluado.
No está mal que un alcalde y las demás autoridades ganen un sueldo decoroso, sin embargo, está de por medio el causar un mayor déficit fiscal, provocar que otros servidores públicos que desde hace años reclaman mejoras pidan lo mismo y el enfrentamiento que puede surgir con la población.
La manera de combatir la corrupción en los gobiernos locales no pasa precisamente elevando los sueldos, porque un funcionario no se corrompe porque gana poco, sino porque tiene ambiciones alternas.
