Hijos de Ranrajuta (Procreación de febrero en Huayllay)

 

 Por Víctor Raúl Osorio Alania (*)

Viajaban de un extremo a otro tomando apuntes y fotografías. ¡Interesante dupla! Llevaban esperanza, júbilo y cariño a cada ayllu. Eran conocidos por su nobleza prístina. Jamás llegaban apurados, tampoco salían lentamente, porque vivían sometidos a las exigencias de sus fortuitos benefactores. Ganaban un plato de comida porque ayudaban en las diversas tareas agropecuarias y domésticas.

¿De quienes hablas mi apreciado narrador? Ella, excelente hilandera como ninguna, hilaba la vida con paciencia y amor; en tanto, él, experto haciendo canaletas para trasladar agua, edificando chozas, esquilando ovinos y camélidos.

Esta vez, luego de cumplir una estadía fructífera, deciden alejarse de la cuenca baja para dirigirse hacia la sabana del Bombón, corre el agua, sí, donde está el lago Chinchaycocha, ahí donde nace el río Mantaro y pasando hállese el regio bosque pétreo.

Sujeta tu sombrero y chullo (gorro), el viaje será a vuelo de cóndores hasta el histórico Wayillayki, pidió el Autor a la Ñusta.  

Y usted, cuidado con olvidar su poncho habano, recordó ella con su voz de color amical, te hablo como verdadera amiga.

Los cóndores dejaron a un costadito de la plaza taurina de Wayillayki, ahí tomaron fisonomía humana y no tuvieron tiempo para mudarse de ropa.

¿Sabías por qué a los hijos mayores de Wayillayki les dicen frutos de Ranra?, consultó el Autor.

Ignoro, no tengo ni la menor idea, habló lacónica la bella Ñusta, devolviendo como respuesta otra pregunta. ¿Tantas parejitas adónde irán?

Los enamorados wayllinos, cada 14 de febrero, y cuando la oportunidad sea propicia se juran amor eterno, planifican la vida nupcial internándose en el afamado lugar de Ranra, hállese en el dorso de la plaza de toros. Si Ranra hablaría, sabríamos como engendran a los hijos primogénitos o a las hijas mayores.

Ranra, apócope de Ranrajuta, conjunto de aerolitos de diversos tamaños, formas, pesaje, con sitios ocultos, unos cuantos visibles; piedras planas con ángulos obtusos y pronunciados. Guarda desde los versos más pueriles hasta los pensados y escritos, aquí una antología.

«Donde hay amor sobran las leyes», los juristas protestan hasta cansarse, pero pierden el juicio sin ser querellados, rabietas con paparruchadas le llaman los niños. ¿Qué sigue? «Dios ordenó tener hijos para llenar la tierra», repetía el teólogo cada domingo, por ello, cogieron la insinuación hasta darle brillo que opaca el sol. ¡Cuestión de galantería!

Hay mensajes por doquier. «Aquí hicimos la mejor tarea… no lo olvides», ¿cuántas áreas o cuántos cursos eligieron aquellos tortolos para unirse de por vida? Bien por ellos, evite murmurar, pues no quepa en este paraje.

«Ranra sabe nuestro juramento», ese convenio se habrá sellado quizás con un ósculo, quién sabe; podría haber primado la palabra empeñada, con quién aclaramos; habrán enlazado los dedos, talvez un guiño peculiar.

Esta copla en grafiti llega de prisa y tiene cuidado con la pareja de venados en apareamiento. «…Tránsito a la luna de miel…», toda pareja va preferir ese detalle para destacar como enamorados, novios y esposos. Por ti soy capaz de bajar la luna a tus pies.

«¡Adiós dulce soltería!», queda oficializada la unión, dieron el gran paso, hora de informar a los padres y de buscar testigos. Un domingo llaman a la puerta mientras descansan los canes. Vecino, su hija y mi persona hemos decidido juntar nuestras vidas y antes que diga algo… ella está gestando dos meses… ¿Usted negaría la petición de mano?

Uno más, por si acaso. «Tuyo hasta que se haga polvo… la piedra». Un adeudo mayúsculo, pues el amor debe fluir a diario para crecer y distinguirse como la gota que cae siempre y hace hueco en el peñasco.

Cada pareja tiene un área notable –en Ranra–, de igual modo, habrá sitio para las proles de las proles. Muchas parejas prefieren Ranra porque no hay cuchicheo perturbador como si ocurre con los catres murmuradores de los hoteles wayllinos y del mundo humano.

Voy entendiendo, los mortales celebran el Día de la Amistad cada catorce de febrero, diría la Ñusta con su respectivo adicional. ¿Algún día tendré el privilegio de ser esposa de algún conocido?

Valiéndose de los tres elementos de la memoria (registro, retención, recuerdo), la susodicha continuó hablando con sensatez de mujer informada. —«El Día de San Valentín cae en el día festivo de los diferentes mártires cristianos llamados Valentín, (…) probablemente vienen de una fiesta romana antigua llamada Lupercalia, que tenía lugar cada 15 de febrero. Esta fiesta honraba a Juno, la diosa romana de las mujeres y del matrimonio, y a Pan, el dios de la naturaleza», Wachtower Bible and Tract Society of New York, INC (1973).

La tierra giraba y con ella el hilo de la conversación edificante, la cual tomó ribetes de expectativa. El Autor tuvo que añadir: Eso no es todo. Las páginas amarillentas de la historia indican que, cierto día un tal Valentín fue apresado por sus ideas controversiales. Entonces, el carcelero, no teniendo donde encargar el cuidado de su hija, optó por llevarla a su centro laboral. Pronto, la niña de nueve años y el famoso Valentín que frisaba los cuarenta almanaques, ensancharon una gran amistad.

Hasta aquí, ambos habían sustentado su participación con toda coherencia y conocimiento de causa. Él utilizó otro sí digo: Iba ejecutar a Valentín, en el alba de un día de febrero. Con el desconsuelo escurriéndole por las manos, escribió una misiva de saludo a su entrañable amiguita, dejando para el final una frase tierra: De tu Valentín.

(…) Propuso uno después de otro: Apliquemos NO PERTURBAR, punto once en el decálogo…

Espera el lago Chinchaycocha para bailar en sus aguas y cantar con sus totorales.

Aves migrantes observan atentas, en tanto los cóndores piden licencia para expresar algo inédito: Autor y Ñusta, ustedes han ayudado más de la cuenta por muchos años y se conocen casi a la perfección, les pedimos que junten sus vidas en este día especial…

Hay silencio por varias luces y por más que carraspea la imaginación los aludidos continúan asimilando la propuesta. ¿Surgirá el sí entre la Ñusta y el Autor? Prometen dar la respuesta el 14 de febrero. ¿Unirán sus vidas o han de quedar como buenos amigos? Mientras no salgan con la evasiva del treinta de febrero, estamos dispuestos a dar tiempo al tiempo.

Ranrajuta, cuídate y siembra el amor entre las dualidades. ¡Adiós!

(*) “El Puchkador de la Nieve”

 

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