Wanrín: a propósito del Día Mundial del Agua

Por Víctor Raúl Osorio Alania (*)

Esa lluvia cantarina / resulta graciosa y fina, límpida y alegre nevada / tangible asoma como hada, cascada alba de Wanrín / riega y escuda su confín. ¡Viva la dicha! Los padres de familia, estudiantes y la maestra Elicita Céspedes Chagua que integran la IEI N° 32188 “Daniel Alomía Robles” de Quircán, Ambo, cursaron invitación para acompañarles al torrente de Wanrín. Fuimos, casi nos quedamos, escribimos urgente lo vivido, publicamos en la ocasión propicia.

 UN ALTO EN QUIRCÁN. La plaza quirqueña detiene el tiempo y suelta el viento, las incoloras paredes que dan lugar a viviendas típicas notifican la antigüedad de esta comarca altoandina. Ese templo católico sonríe desde el atrio hasta el campanario con la animosidad infantil. La recua (asnos, caballos, mulas) pasan decididas hacia las chacras para acarrear sacos de patata. Los noveles ciclistas de nuestra comitiva giran cinco veces en la plaza, una vuelta por kilómetro, cinco mil metros dista Quircán de Wanrín. Las criaturas guías cumplen con la función encomendada.

Mario Falcón Chamorro y Lucía Solis Tello con sus hijos Yordi y Dayvis resultan buenos anfitriones en Quircán y tienen la receta cabal para elaborar picante de cuy, sancochado de cordero, locro de cordero, tokosh. Gracias por las provisiones en las visitas hechas a Quircán y Wanrín.

 CAMINO A WANRÍN. Ingresando, pasando y saliendo de Quircán advertimos muchos puquiales y riachuelos, en cada recodo hay una manifestación ácuea, entonces parafraseo lo escuchado en aquel pueblo y las aulas: «Si hay algo que sobra en Quircán es agua y amor, el amor es como límpidas gotas». Por ello, canalizan H2O para cumplir con el regadío y garantizar el consumo humano, además, me consta, proveen agua –con fraternidad– a sus vecinos de Acobamba.

En Moqomoyoq el antiguo pasadero conserva los troncos y admira el discurrir náutico, nosotros admiramos a los dos. Foto, apuntes, giramos la atención cuando aparecen las pastoras con hatos populares (carneros, ovejas, corderos), también ganado vacuno y la infaltable piara (azabaches cerdos y rechonchos).

SHIRA-SHIRA / AÚN MIRA. A dos kilómetros de Quircán pervive Shira-Shira, ahí don Camilo Falcón Huallpa informa que viven once familias en condición de comuneros. En plantas medicinales tienen mariamata, mogo-mogo [moqo-moqo], wacatay, pimpinilla, acelga, contra el dolor de estómago beben cedrón y apio.

Más allacito, la pareja octogenaria, Rosario Montesinos Falcón y Dedicaciona Tineo Luciano abren las puertas de la confesión en el frontis de su casa campestre. Viven solos, producen maíz blanco que cosechan en el mes de agosto, junto a dicha gramínea crece la elíptica calabaza. En Shira-Shira también cosechan trigo, alverja o arveja, patata blanca y amarilla. El eucalipto aroma el ambiente en las chacras y contorno de las viviendas, pero después de cinco años don Rosario hacha en mano obtiene rajas de leña.

 GENERALES DE LEY DE WANRÍN

Distancia. A 57 km de la cuatricentenaria Huánuco, a 35 km desde la villa de Ambo, a 5 km de Quircán o a 1 km de Waqas (Huagas) que se llega viajando por la vía de Cochachinche, Angasmarca, Añay. Desde Quircán en vehículo se llega en quince minutos, caminando de noventa a ciento minutos.

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Ubicación. En la frontera interdistrital de Huácar y San Francisco [de Mosca], todo en la provincia de Ambo.

Toponimia. El hidropónimo Wanrín (Huanrín) lanza dos hipótesis para entenderlo. Uno. Wanrín, término arrejuntado y apocopado de las voces wanka rinri o piedra en forma de oreja. Incluso prospera la lógica de jitanjáfora o efecto fónico, wan de wanka, rin de rinri y fusionando lo restante obténgase “rika”. Dos. Onomatopeya producida cuando el agua viaja cuasi verticalmente, a la velocidad de la luz, hasta causar implosión y explosión en el piso, ¡Wanrín! Añadiendo. Las carpetas arrastradas hacen traqueteo, las campanas repican, ¡tan, tan, tan! y esta cascada, ¡Wanrín!

Altitud. Quircán respira y suspira a 3.450 msnm, Wanrín estima y camina a similar elevación. La ley de la gravedad queda validada, en Wanrín, la cascada sobrepasa los treinta metros de altitud, eso pudimos medir con los niños de la Escuela de Quircán, la roca jabonosa imposibilitó seguir avanzando, los quirqueños afirman que la caída viaja, en caída libre, por más de cincuenta metros. La última caída de la catarata tiene dos metros de altitud, es decir, de hoyo a hoyo, añadiendo, el ancho de la posa final mide tres metros.

Testimonio. A cientos de metros pude divisar Wanrín que hace armonía con cándidos oteros, cielo dicharachero pintado los labios a las movidas nubes; el policromado verdor emana de la feliz yerba o de plantas medicinales (por ejemplo, infusión de “siempre viva” beneficia la digestión); igualmente, fornidos agricultores cosechan y trasladan papa hasta la carretera donde ha de recoger el negociante intermediario en su enmaderado camión, el cigoñal conduce sin nerviosidad a Waqas.

Una cosa es mirar como cae el agua, otra, sentir a millones de burbujas que acarician el cuerpo. Los chicos en la cascada se lanzaron raudos igual que centella, zambullían cual peces en el agua. Soberano de mis actos, emocionado ingresé, debajo del chorro voluminoso sentí el agua helada y su peso inconmensurable, grité en tono de triunfo golpeando el pecho y coreando con los chiquillos: ¡Wanrín!, ¡Perú!, ¡Wanrín!  Todo dura menos de veintiún segundos.

Adicional. La cascada Wanrín hace prelación sobre cualquier mortal y sus elevadas neuronas, abajo incrementa el río Chichanga, pronto, en Viroy termina como afluente del río Chaupiwaranqa en la cuenca del mismo nombre. ¡Que así sea por siempre!

(*) “El Puchkador de la Nieve”

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