DOXA URBANA: Doenits Martín Mora

Lecciones aprendidas

UNO. Llega la edad no cronológica sino mental, en que evalúas todo lo hiciste hasta entonces y lo que deberías haber logrado, y recuerdas que antes sabías cómo hacerlo y no lo hiciste, y entones un temblor te retumba la cabeza. Te das cuenta que aún hay tiempo para separar las nimiedades de las prioridades. Sin embargo, ese cuestionamiento no es gratuito, surge a partir de una crisis existencial, un conflicto propio en el que te ves sumergido en el marasmo y vislumbras una luz a lo lejos.

Me sucedió cuando tenía dieciséis años, a mis amigos según tengo entendido, a más edad. Aquella noche llegué a casa a cenar sobre la hora indicada. Mi madre me abrió la puerta preocupada y me preguntó dónde había estado. No quise mentirle. Le dije que en una cabina de Internet. Ella se enfureció mucho. Me indicó que subiera a mi cuarto y que no bajara a cenar. Recriminado, con la cabeza inclinada, fui a mi habitación y me tumbé sobre la cama. Empecé a llorar, no por lo que había sucedido con mi madre, sino porque esa tarde me habían hackeado la cuenta de un juego online que practicaba a escondidas y porque mis notas en el colegio habían declinado. En dos días se entregarían las libretas de medio año, estaba por terminar la secundaria. Menos mal entendí a tiempo, que de seguir así en el futuro sería una persona fracasada.

DOS. Dr. Lavado, hoy en el aula usted ha tocado una fibra muy sensible en mí al refregarme en la cara su erudición sobre Derecho Penal y al decir que la literatura muy bien se puede servir de esa materia para concebir historias. Soy profesor de Lengua y Literatura, y Derecho y Ciencias Políticas es mi segunda carrera, lo sabe. Le digo que ha tocado una fibra muy sensible porque resulta que soy académico-masoquista y amo la literatura, y usted me ha señalado un enfoque que no había explorado para deshilvanar la creatividad literaria.

No puedo recriminarle su exigencia y drasticidad, ambas características son parte de su personalidad, y según tengo entendido le han permitido llegar lejos. Pero me parece un exceso que en nombre del rigor se le ocurra leer las notas del primer examen parcial en voz alta y hacer comentarios sarcásticos. No me preparé como debía para aprobarlo y saqué un puntaje de lástima, pero estoy decidido a enmendar ese error.

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