HUÁNUCO DEL AYER: Picante de Gallo y la morgue

Por Fortunato Rodríguez y Masgo*

Aquel viernes dos de noviembre, allá por los años 80, día de los difuntos, fecha para guardar, al caer la tarde y en pleno ventarrón, traía consigo ráfagas de nubes de tierra y polvo que te envolvía dentro de ella y casi te levantaba en el aire, preciso momento que los afligidos familiares se encontraban en el interior del Cementerio General “Augusto Figueroa” de nuestro Huánuco primaveral, visitando a nuestros difuntos, quienes descansan eternamente en su última morada y de pronto viene a nuestra memoria don Picante de Gallo, cariñosamente don Pica.

¿Quién era este personaje?

Pues sencillamente un hombre que se “movía” entre la morgue y el cadáver, casi permanentemente caminaba entre “copas de shacta”, llevando consigo un pequeño “maletín de trabajo” y dentro de ella sus “herramientas” de precisión para realizar “sus operaciones” sin anestesia a todo aquel que requería de “sus servicios” en especial los cadáveres.

A don Picante de Gallo le conocimos por los años 70, cuando era un estibador de la Nicolini, luego supe que fue “designado” como el “asistente” del Médico Legista, encargado “exclusivamente” de realizar “la autopsia» (necropsia de ley) dentro de la temible morgue del Campo Santo huanuqueño.

Para recordar un poco más, don Picante era su “consentido” de la “Shogoshina” de trenza larga, caderas anchas, buena moza, mientras él era un mozo bien plantado, con el cuerpo erguido y de tés blanca casi colorado, acriollado, con su verbo pícaro avispado, casi siempre pronunciando palabras de doble sentido y con un dejo pronunciado de huanuqueño neto, vestía pantalón celeste o azul marino, camisa amarilla, rosado o verde claro y complementando su vestimenta peculiar su “yanqui” negro como calzado adquirido en Curasi del mercado viejo.

Don Picante de Gallo, era requerido, cuando sucedía una desgracia en el seno de la familia por la muerte súbita de un ser querido a causa de un accidente u homicidio, él era el “encargado” de abrir el cuerpo del finado, para que el médico legista determine las causas del fallecimiento.

Lo curioso de don Picante era, casi siempre llegaba tarde con una o dos horas de retraso a la morgue, pero para él “su oficina”, su eterna justificación, “perdón” estaba “ocupadito” con el Juez “Sancochado”, a quien le “explicaba” cómo y de qué murió la persona, pero despedía un tufo de aguardiente trasnochado, seguro en brazos de su amada “Shogoshina” a quien “amaba” con locura más que un cura perdido.

Apresurados, casi todos llorosos vestidos de negro rigor se acercaban los familiares del finado ante don Picante, para “suplicarle” que “se apure” en su trabajo, de inmediato don Pica responde ¿cómo es tu cariñito?, de pronto recibe un botellón de shacta (aguardiente de caña), coca y cigarro para su “valor”, esto era “el cariñito”.

Así transcurría las horas, don Picante “internado” en la morgue, habían momentos que salía “para tomar aire”; según él, por qué el ambiente estaba cargado por la mala energía del muerto, quien era “terco” y no se “deja operar”, ¡por favor! deseo “más cariñito”, además me traen algo que “comer” estoy con apetito y raudamente reingresa a su “oficina”.

Mientras un familiar sale rápidamente del Cementerio para “traer” los caprichos de don Pica. Al rato llega el “encargo”, de inmediato hacen entrega del pedido nuevamente “shacta” y tallarines en salsa roja para “matar” el hambre de don Picante.

Ya entrado la tarde, nuevamente don Picante pone “en apuros” a los deudos que se encontraban en un mar de lágrimas, les pide jabón patito, jabón de olor, una botella de champú al huevo, talco para bebe, alcohol más la ropa para “vestirlo”, inmediatamente los deudos llegan con los pedidos, de inmediato entregan.

Ya casi al caer la noche don Picante sale de la morgue en medio de murciélagos que danzaban dentro de ella, con una sonrisa en su rostro, casi cascabeleándose les dice ya “pueden llevarse” a su “muerto” bien “bañado”, bien vestido y peinado; por lo pronto yo me voy de aquí, pero deseo mi “propina”, ustedes vieron mi “gran esfuerzo”, estaba bien “bravo” el finado, que no se “dejaba”, pero mi “maña” le domino; es así, que recibe una “buena propina”, se despide dejando atrás a los familiares del occiso, seguro que don Picante con la “propina” va en busca de su querida Shogoshina…hechos que sucedieron en mi Huánuco de ayer…

*Periodista, economista y abogado

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