Fortunata Inocente Tolentino tenía 17 años cuando miembros del Ejército Peruano asesinaron a Juan Víctor Agama Ponce (23) padre de sus dos hijos Yeison y Yordan. Con nostalgia y dolor la madre de familia recuerda que su conviviente en noviembre del 1993 salió de su casa ubicada en el caserío de Santa Martha con dirección al caserío de Venenillo, en el Alto Huallaga para comprar víveres, pero nunca más regresó.
“Salió a comprar víveres para la casa y en el camino el Ejército lo agarró y no volvió, porque lo mataron y descuartizaron”, dice Fortunata mientras carga el arreglo de flores blancas y tras ellas estaba su hijo Yeison cargando el pequeño féretro con los restos óseos de su padre.
La madre de familia que a los 17 años tuvo que salir huyendo del pueblo donde fue feliz junto a su amado Juan Víctor contó que Yeison tenía tan solo 3 años cuando mataron a su padre, mientras Yordan tenía tres meses de nacido. “Mi vida ha sido muy triste a los 17 años quedé con dos menores hijos, quemaron mi casa por lo que tuve que salir huyendo y gracias a Dios pude salir adelante y ahora estoy aquí recogiendo los restos de mi esposo y así puede descansar en paz al igual que las otras víctimas”, dijo a Tu diario.
Mientras caminaba al vehículo que lo trasladaría hasta Tingo María, donde radica actualmente Inocente Tolentino, dijo que recuperar los restos de su esposo después de 31 años era una alegría y para sus hijos una emoción, porque así ellos podrán visitar la tumba y pese que no tienen recuerdos porque quedaron pequeños, ella los inculcó cariño y amor.
OTROS. Al igual que Fortunata, madres, cuñadas, esposas y hermanos de otras víctimas como el de Felimón Bautista Florido, Marcelino Juanan Cecilio, Nemecio Lucio Encarnación, Rosa Cárdenas Baltazar, Doris Cárdenas Chávez y Bartolomé Ramírez Resurrección llegaron ayer a la Cámara de Comercio e Industrias de Huánuco para recoger los restos de sus seres queridos que fueron asesinados en la época de violencia que el Perú vivió de 1980 al 2000.
Cada uno tiene su propia historia del terror que el país vivió en manos de Sendero Luminoso y el Ejército en su afán de combatir el terrorismo también destruyó vidas y asesinó a personas inocentes.
Sólo algunos cadáveres que eran reconocidos por sus parientes los sepultaron en sus chacras o fosas comunes, y estos fueron exhumados durante el 2024 en diferentes zonas del Alto Huallaga y tras ser sometidos a estudios de ADN con sus familiares y confirmar sus parentescos, la Fiscalía Penal Provincial Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad de Pasco y Huánuco en ceremonia pública entregó a sus seres queridos, cerrándose así un capítulo de dolor.