ENTRE PLUMA & PAPEL: Semana Santa en una comunidad de Pachitea

Foto: Internet

Por Elizabeth Saly Deza Laurencio*

La Semana Santa, día de reflexión y de conexión con el Omnipotente. Es la semana en la que todos han de interiorizar la palabra para tener una vida plena y feliz.

Esta es la segunda Semana Santa, en el que no se vieron movimientos y las celebraciones se dieron solo en casa en compañía de la familia. Para los cristianos, nos es difícil adaptarnos a situaciones como las que estamos viviendo. Esta crisis de salud nos enseña a mantener la fuerza interior, y a pesar de todo mantener la fe y la esperanza por el bien del mundo.

Esta lectora pasó la Semana en Pachitea, una provincia del departamento de Huánuco. Y las personas por allá tienden a subir a los lugares más altos para eliminar, alejar y apartar las malas acciones y los malos pensamientos, en otros términos, los pecados.

La Punta es una comunidad de la provincia mencionada. Este jueves Santo y Viernes Santo, pude percibir cómo las personas se reunían en el pueblo, cada quién iba llenando la iglesia con implementos necesarios para la peregrinación.

Inician el jueves Santo, reuniéndose en la iglesia católica del pueblo, oran y preparan una ceremonia en honor al Cristo que murió en la cruz. Realizan una limpieza profunda y lavan las prendas de la imagen del señor y lo dejan listo para el viernes de peregrinación.  Para vivir la ceremonia en pueblos como La Punta, es necesario acercarse a la comunidad y a sus pobladores para conocer su forma de amar a Dios y de buscar la paz para con los suyos.

Una vez dejado ya todo listo para el viernes, los comuneros se retiran a prepararse y esperar junto a su familia. El viernes, es el día más preciado y esperado, para este día los comuneros han de llegar temprano a la iglesia, luego todos toman las cosas que les corresponde cargar y las autoridades de la misma se preparan para llevar en hombros la imagen del señor. Inicia la peregrinación, todos en ayuna han de salir y caminar con la imagen entre los hombros, orando y cantando alabanzas al Todopoderoso. La peregrinación podría ser similar a una procesión, sin embargo, la diferencia está en el peso de la actividad. Para esta se busca el cerro más alto del pueblo para subir hacia ese lugar y orar al Dios desde ahí. Llevando en memoria la triste vida, pasión y muerte de Jesús en el otro lado del mundo, hace dos mil años atrás.

Mi persona subió a Jishpicalla, el lugar al que los católicos del pueblo de La Punta suben cada año. Esta vez fue diferente, me contaron, sin embargo, dicen que el sentimiento es el mismo, salimos de la iglesia a las 7 a.m. y llegamos a las once de la mañana. En el camino han pasado cosas sorprendentes, como: las personas oraban constantemente y en cada lugar que lo hacían recogían las hierbas de los alrededores, dizque con el fin de convertirlos en herbajes medicinales. Según la teoría del pueblo, esas hierbas se vuelven sagradas, porque cada peregrino tiene el fuego de Dios y el que dirige las oraciones tiene el poder de Dios en las manos, él y el agua bendita curan los males que al hombre atormenta.

Así pasaban las horas y todos iban muy conectados con lo divino, es sorprendente, porque cuando se ama a Dios, no hay forma de detenerse. Más bien la fuerza de voluntad se hace más fuerte y cada quien baja del cerro aún más renovado. De vuelta se pudo observar cómo el ambiente de la iglesia había cambiado y que había más hermandad, aunque la crisis esté azotando al mundo, en esa parte del departamento de Huánuco la gente se cuida, pero continúan con sus actividades religiosas, poniendo a Dios como escudo de todos los males.

*Docente Bachiller de Lengua y Literatura. Escritora Pachiteana, integrante de la AEH (Asociación de Escritores de Huánuco).

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