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Durante la reciente cumbre del G7 celebrada en Kananaskis, Canadá, Estados Unidos bloqueó una declaración conjunta que buscaba condenar de manera contundente la invasión rusa a Ucrania. Según fuentes diplomáticas, Washington argumentó que deseaba preservar su capacidad de negociación con Moscú, lo que impidió alcanzar un consenso entre los siete países miembros.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, fue invitado a la cumbre y se reunió con los líderes del G7 poco después de un ataque ruso en Kiev que dejó al menos 14 muertos, uno de los más violentos desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. Zelenski reiteró su disposición a un alto el fuego incondicional, pero subrayó que para ello se necesita mayor presión internacional sobre el Kremlin.
Pese a la falta de una declaración conjunta, los otros seis países del G7 —Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido— acordaron utilizar un “lenguaje fuerte” en sus pronunciamientos individuales. Canadá y Reino Unido anunciaron nuevas sanciones contra la llamada “flota fantasma” rusa, utilizada para evadir restricciones internacionales, y se comprometieron a brindar más ayuda militar y financiera a Ucrania.
El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó de “cínico” el accionar del presidente ruso, Vladímir Putin, al intensificar los ataques aprovechando la tensión internacional por el conflicto entre Irán e Israel.
La ausencia de una postura unificada del G7 refleja las tensiones internas del bloque y la complejidad geopolítica que rodea el conflicto ucraniano, en un momento en que la presión internacional busca mantener la solidaridad con Kiev y frenar la ofensiva rusa.
