Para los jóvenes, la universidad es un período de transición en el que deben aprender a manejar un sinfín de responsabilidades. A medida que avanzan en sus estudios, deben intentar equilibrar las exigencias académicas –como las clases y las evaluaciones– con la necesidad de mantener una vida social activa. Este proceso de adaptación genera en una sensación de agobio, ya que el ritmo acelerado de la vida universitaria exige un nivel elevado de organización y autocontrol.
Miguel Flores Galindo, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), sostiene que los jóvenes suelen tener presión por obtener resultados inmediatos, lo que los lleva a ignorar su cansancio y las dudas que hay en ese proceso de aprendizaje. Además, agrega que si no se reconocen estas emociones, los efectos son más perjudiciales, como el agotamiento mental o el aislamiento social, que bloquean la capacidad para adquirir nuevos conocimientos y relacionarse con los demás.
“Aprender requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, la capacidad de ser amables con nosotros mismos cuando los avances no son inmediatos. Para ello es importante también que reciban un acompañamiento por medio de tutorías, que ofrezca apoyo y comprensión. El equilibrio se encuentra en cómo nos conectamos con los demás y, sobre todo, con nosotros mismos, reconociendo que el crecimiento emocional y personal es tan valioso como cualquier éxito externo”, añade.
En ese contexto, el especialista brinda las siguientes recomendaciones para aprovechar los estudios cuidando el bienestar personal.
– Tome conciencia del uso de su tiempo y organícese: Evalúe cuánto tiempo invierte en cada actividad. Reconozca que la formación universitaria requiere de un esfuerzo significativo y has las adaptaciones necesarias. Para algunas personas, lo mejor es establecer una rutina estricta; para otras, se trata de balancear el tiempo destinado a sus diferentes actividades.
– Propóngase objetivos claros y realistas: Defina sus objetivos, con metas a corto y largo plazo, y realice un plan para lograrlo. Recuerde que debes asegurarse que las metas planteadas sean razonables. No se trata de trasformar su vida radicalmente de un día para otro. Debe ir poco a poco, con metas asequibles que le permitan ir acumulando logros paso a paso.
– Utilice técnicas de estudio: Haga resúmenes, tome apuntes, subraye las ideas principales, realice mapas mentales para mejorar su rendimiento académico y retener más información.
– Refuerce el procesamiento profundo de lo estudiado: Asocie mentalmente los contenidos de la clase entre sí, asócielos con sus propios intereses, evalúe la relación de lo estudiado con los objetivos planteados por el curso, busque fuentes alternativas de información y autoevalúe constantemente su aprendizaje. De este modo se trasformará en un estudiante activo.
– Pregunte en clase: Preguntar no solo es una muestra de su interés por la clase, sino que también refuerza su aprendizaje y su capacidad de retención.
– Asegúrese de generar un espacio propicio para el aprendizaje: En algunos casos esto puede significar apartarse del celular o hasta apagarlo. En otros casos se trata de cambiar el uso que le damos a los dispositivos electrónicos de modo que contribuyan a reforzar nuestro aprendizaje.
– Mantenga una vida saludable y activa: Descanse a sus horas, haga ejercicios y aliméntese adecuadamente para tener un buen rendimiento. El aprendizaje demanda mucha energía, una vida saludable lo pone en condiciones óptimas para el aprendizaje.
– Participe en programas de tutorías: Aproveche el acompañamiento personalizado para mejorar su comprensión de los temas, optimizar su rendimiento académico y desarrollar sus competencias construyendo un perfil profesional único y valioso.
El psicólogo de la UARM concluye que los estudiantes necesitan tener un equilibrio entre su vida académica y personal, lo que implica gestionar el tiempo y establecer límites entre las responsabilidades educativas y las actividades personales.
(Tomado de elperuano.pe)
