Por Víctor Raúl Osorio Alania*
Es vital narrar como acto de resistencia, resistir para narrar. Trastatarabuelos, tatarabuelas, bisabuelos, abuelas aceptaron de buena gana (en línea sucesiva), la misión de relatar las ocurrencias que son el futuro del ayer, lo cual tenía el propósito de fortalecer la faceta sensible del ser humano que se dejaba abrumar, cada vez más, por esnobismos.
CARA. «El mes de diciembre era sinónimo de nevada, franca solidaridad entre los humanos, ocasión para reunirse con absoluto respeto, siempre bajo la dirección de papá y mamá», mencionaba el trastatarabuelo que había crecido cuidando rebaños, era el más longevo de los narradores.
Insigne poeta canta / porque la nevada encanta, / siendo vida, siendo aliento / genera paz y talento. / Parabienes, Navidad, / eres purita hermandad, / tu elegante ser inspira / a ejecutar nuestra lira, / fue la respuesta coral / de aquel grupo coloquial
«La nieve caía de forma perpendicular, pausada y mansa; después de algunas horas, con mis hermanos y amigos jugábamos haciendo bolas de nieve, eso causaba alegría entre todos, era felicidad momentánea para recordar toda la vida, tiempos aquellos», hablaba con voz de soprano la tatarabuela ante un grupo de chiquillos. Un disonante suspiro lacró aquella intervención.
¿Podían golpear en todo el cuerpo? No, no, no. De los hombros hacia los pies. Se respetaba este acuerdo y jamás nombramos árbitro ni nada por el estilo.
¿Cómo lanzaban las frágiles esferas? Catorce metros era la distancia entre los equipos, entonces lo hacíamos con ímpetu y sutileza. Si el lanzamiento iba despacio, en el trayecto le salía alas y viajaba hacia la estratósfera; en tanto, cuando se tiraba con ímpetu, antes de llegar al cuerpo caía y volvía al punto de partida. ¡Qué tal diversión a campo libre!
¿Cómo se vestían para la ocasión? Al inicio del juego, todos usamos prendas de la época (chompa, abrigo, gorra, chalina, guantes), aunque librábamos más de una prenda para rodar sobre el meteoro y así sentir el calor de la torva espacial.
Curioseando cuál sería el horario adecuado para narrar su experiencia, el bisabuelo se paró frente a la puerta principal de una escuela y empezó la perorata. «Las maduras casas exponían techos níveos, los árboles respiraban blancura (oxigeno blanco que reverdecía su arreglo), las aves anidaban esperanzas en invierno para salir en primavera», repetía el discurso porque variaba el nutrido auditorio.
¿Por qué cada año repite su vivencia infantil? Porque resalto la armonía que debe pervivir entre la naturaleza y el ser humano, fue ovacionado una vez más, dicha ovación compartió con montañas y ríos.
Dos abuelas fueron rodeadas por parientes y otros partícipes. «Las Pastorcitas era y es danza de Nochebuena, hasta ahora se presentan en algunos pueblos. Nosotras hemos bailado desde que teníamos seis años hasta cumplir doce, las estrellas eran nuestras parejas». Ja, ja, ja, pudo oírse como agua de cascadas y cataratas.
Yo quiero bailar las Pastorcitas, yo también quiero aprender, diciendo así varias infantas crearon un elenco y bailaron con absoluto deleite bajo la orientación de aquellas benignas ancianas.
Más allá, dos octogenarios que peinan testimonios dijeron lo suyo. «Nuestros padres, hermanos, nosotros mismos, fuimos expertos en la danza de las Tijeras. El contrapunteo jamás acaba, el honor familiar y comunal se defiende hasta quedar exhaustos».
Las metálicas tijeras reverberan y amplían el sollozo de niños que piden leche materna. Los Chankas bailaron las Tijeras para hacer descansar al sol y para despertar a la luna. Arpista y violinista exhiben colección musical por decenas, incluso las nubes mueven el esqueleto en ritmo mágico con el arco iris.
DORSO. Cada infante fue a descansar y pudieron abrigarse con las ocurrencias captadas. El sueño sonreía en esa madrugada cuando el insomnio lloraba.
Apus y Pachamama escucharon el pedido pueril y dejaron que la nieve haga presencia.
Pensaron, jugaron, rieron hasta cansarse. Jugaron a la guerrita pacífica con bolos de nevisca, no obstante, tuvo más acogida la elaboración de osos de nieve.
Los vivaces ojitos del muñeco pintemos con extracto de plantas, dijo un niño y añadiría: con dichas plantas mi familia logra teñir lana para efectuar tejidos.
Un diminuto leño fungía de nariz y pudo oírse la respiración agitada, expuso una niñita mientras agitaba las manos como si fueran molinos de viento.
Las evidencias eran observadas con detalle, parecían estar preparados para lo inusitado. Estas figurillas trasmitían cariño sin llegar a excesos.
¿En qué piensan amigos?, preguntó un pulido oso. El tiempo se revelaba impaciente, / el tiempo detuvo al viento renuente, / el tiempo obtuvo alivio recurrente.
Contrario a la reacción de cualquier adulto, se aproximaron movidos por una seductora fuerza y parlaron como aliados.
¿Qué aprendieron este año en el hogar, la comunidad y la escuela? Aprendimos a sembrar agua junto a las personas mayores que nos rodean.
Bien, bien, bien. Da gusto saber de vuestro aprendizaje. A modo de premio, voy a describir las gamas de la vida.
¿Cuántos colores tiene el arco iris y cuáles son? ¡¡¡Siete!!! Rojo, anaranjado, amarillo, verde, celeste, azul, morado.
El rojo (llamado también escarlata, carmesí, grana) está en la sangre, en el arte neolítico de los abrigos cavernosos. ¡Abrazador!
Estime el tono anaranjado en el crepúsculo del día, en el fuego que nació en el acabose del conocimiento empírico, también en frutas y flores. ¡Buenaza y radiante!
Amarillo grandioso es el astro rey, igual diríamos del oro. Este pajizo enhebra felicidad. ¡Creció el girasol / absorbiendo el sol!
Amazonía, praderas, plantas (medicinales, aromáticas, ornamentales), animales (lorito, papagayo) resaltan en verdor. ¡Escuche y respete!
Celeste deriva en celestial o cielo, cuestión de discernimiento. Gama solicitada en prendas de vestir (camisa, blusa, pijama). ¡Tierno!
Océano, lago, laguna, río, manantial exhiben matices azulados. ¡Purita empatía!
Sabiduría, creatividad y alcurnia hay que figurar con morado. «Cuando mueras voy a ponerme camisa colorada y pantalón morado», sugiere la ironía.
Gracias por orientarnos amigo plantígrado, un par de tautogramas en señal de amistad. Dinámico diciembre declara denuedo desde donceles domingos. Doradas dunas divisa Dina de Darío.
Emergió otro recado. Abecegrama burilado canta, declama el facundo grillo, hijo indómito, jubiloso. Kilométrica loa mueve naciones. Ñandú, oso, puma quieren respeto soberano. Tono ululante vocean Waywash, Xavier, Yolanda, Zósimo.
Fue un gusto platicar con ustedes, transmitan esta vivencia con satisfacción y paciencia. Eso intentan realizar nietos, bisnietos, tataranietos, choznos. La tupida ventisca dirigió a oso, osa y oseznos. ¿Permanecieron alelados? ¿Lograron vivificarse?
Nívea sonrisa aguaita por el firmamento austral, boreal aporta carcajadas de trueno.
*“El Puchkador de la Nieve”