Manuel Scorza (1928-1983): antología del poemario «Los Adioses»

 

Por: John Cuéllar

 

 

 

 

 

VIENTO DEL OLVIDO

COMO a todas las muchachas del mundo

también a Ella,

tejiéronla

con sus sueños,

los hombres que la amaban.

 

Y yo la amaba.

 

Pudo ser para otros un rostro

que el Viento del Olvido

borra a cada instante.

Pudo ser,

pero yo la amaba.

 

Yo veía las cosas más sencillas

volverse misteriosas

cuando Ella las tocaba.

Porque las estrellas de la noche

¡Ella con sus manos las sembraba!

 

Los días de esmeralda,

los pájaros tranquilos,

los rocíos azules,

¡Ella los creaba!

 

Yo me emocionaba

con sólo verla pisar la hierba.

 

¡Ah, si tus ojos me miraran todavía!

 

Esta noche no tendría tanta noche.

Esta noche la lluvia caería sin mojarme.

 

Porque la lluvia no empapa

a los que se pierden

en el bosque de sus sueños relucientes,

y sus días no terminan

y son sus noches transparentes.

 

¿Dónde estás ahora?

¿En qué ciudad,

en qué penumbra,

en cuál bosque

te desconocen las luciérnagas?

 

Tal vez mientras escribo,

estás en un suburbio,

sola, inerme, abandonada…

 

¡Abandonada, no!

 

En tu ausencia

mi corazón todas las tardes muere.

 

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LA CASA VACÍA

VOY a la casa donde no viviremos

a mirar los muros que no se levantarán.

 

Paseo las estancias

y abro las ventanas

para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.

 

¡Si vieras!

Entre las buganvillas

cansadamente juegan

los hijos que jamás tendremos.

 

Yo los miro. Ellos me miran.

Mi corazón humea.

Este es el sitio

donde mi corazón humea.

 

Y a esta hora,

en el balcón, callada,

yo sé que tú también te mueres

y piensas en mí hasta ensangrentarte.

Yo también pienso en ti.

 

Óyeme donde estés:

por esta herida no sale sólo sangre:

me salgo yo.

 

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MÚSICA LENTA

PARA que tú entres,

a veces de tristeza, el corazón se me abre.

 

Como una puerta tímida,

para que tú entres, el corazón se me abre.

 

Pero tú no vienes,

no vuelas más sobre los campos.

 

En vano mi corazón

a la ventana de su dolor se asoma.

Pasas de largo,

como si el viento

soplase sólo para allá.

 

Pasa la mañana y no viene la tarde.

Y el corazón se me cierra,

como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.

 

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SERENATA

ÍBAMOS a vivir toda la vida juntos.

íbamos a morir toda la muerte juntos.

Adiós.

 

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.

Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,

vivir entre otras gentes,

reírse de otras cosas,

morirse de otras penas.

Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,

olvidando, como traje inútil, la juventud.

 

¡Íbamos a hacer tantas cosas juntos!

Ahora tenemos otras citas.

Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.

La lluvia que te moja me deja seco a mí.

Está bien: adiós.

Contra el viento el poeta nada puede.

 

A la hora en que parten los adioses,

el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas

que vuelen sin cesar sobre tu sueño.

 

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LA LÁMPARA

COMO la lámpara, olvidada

arde invisible en el día,

así mi corazón se ha consumido

sin que tú lo vieras.

 

Mas ya pasaron para ti las mieses,

y tardos los años,

yo sé que ahora

tus ojos buscan

las huellas bermejas de mi pasión.

 

Es tarde:

mi corazón calcinado

apenas soporta sus cenizas,

y aunque estás cercana,

y quiero llamarte

mudas están las hogueras

donde antaño ardieron

airadas voces tiernas.

 

Mi tristeza ya no puede

ni con el peso del rocío.

 

Es tarde:

la vida se gasta en actos vanos.

 

Es tarde:

detrás de mis ojos ya no hay nadie.

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