PorVíctor Raúl Osorio Alania*
La persona peina canas, los años te ponen ganas (talantes). Ahora más que nunca, crece la estimación hacia quienes forman parte del árbol genealógico. Los abuelos fueron duchos en lo bucólico como sus bisabuelos, en genética sucesiva llegaron los padres, por ellos damos un lugar predilecto a la gratitud.
Mamá destaca con su carácter firme, a la vez, tierna, solidaria, confidente, intuitiva (el sexto sentido convive con su género); en tanto, papá revela los hechos alegres e impases y de cómo los ha transmutado en gratos recuerdos (amigos de infancia, colegas de estudio, paisanos de renombre, flirteo con mamá, incluye cartas, el primer empleo); los hermanos andan tras los propios ideales, hijos y sobrinos desaprendan fatuos esnobismos y determinen coger afecto para dar afecto. Recuerden: mamá te mima, papá encamina.
MAMÁ EN LA ALDEA GLOBAL
Pensamiento, acción, reacción hallará en estos renglones. Mamá es como núcleo en el hogar y la sociedad, mamá es luz, incluso en ausencia.
Lo referente a Jesucristo calza la ocasión para citar: «Y mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí, tu madre y tus hermanos están fuera, y te quieren hablar. Y respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana y madre» (Mateo: 12:46-50). La respuesta concierne a la misión espiritual. María y José fueron padres adoptivos de Jesús.
De Máximo Gorki (1868-1936), autor moscovita, hay que rescatar el encomio de doña Pelagia Nilovna a su hijo Pavel Vlassov: «¡Que Dios te proteja! Haz lo que quieras, no te lo impediré. No pido más que una cosa: sé prudente cuando hables con los otros. Hay que desconfiar: se odian entre sí. Son ávidos, envidiosos… Les gusta hacer daño. Si empiezas a decirles tus verdades, a juzgarlos, te detestarán y te perderán» (La madre, 1906, p. 10). En esta novela de ficción, Pavel es el actor principal en la primera parte, Pelagia, en la segunda fracción. «La palabra de mi hijo es la palabra pura de un hijo de la clase obrera, de un alma incorruptible. ¡Los hombres íntegros se reconocen en su audacia!» (Ob. Cit., p. 204).
César Abraham Vallejo Mendoza (1892-1938) escribe contrito por María de los Santos Mendoza Gurrionero, su luminaria: «Madre, me voy mañana a Santiago, / a mojarme en tu bendición y en tu llanto. / Acomodando estoy mis desengaños y el rosado / de llaga de mis falsos trajines» (Trilce LXV). La inexorable muerte llega tarde o temprano, eso golpea, vulnera músculos e ideas, cuesta reponerse y aceptarlo como expresión plena de toda presencia. El vate hizo versos del pan, poesía de la esencia familiar.
Ernesto Samuel Sánchez Fajardo, Jilguero del Huascarán (1928-1988), pone en relieve: «Bendita las madres, bendito sus vientres / que, con dolor profundo, traen hijos al mundo / desgarrando sus entrañas, hiriéndose en el alma / enfrentando a la muerte, segundo por segundo. // Bendita las madres, que con ternura al niño / entregan su cariño, tan puro y verdadero / meciéndolo en sus brazos, envolviéndolo a besos / dándole por pedazos, el corazón entero» (Bendita las madres). La ausencia materna dicha de forma sensible y directa, con el huayno se reanima el cantautor y los adeptos.
Venancio Víctor Domínguez Condezo (n. 1 de abril de 1939), describe a Mamay (Madre mía) desde la realidad andina: «Tus dedos ensortijados de plata hacían sonar canciones al girar la puchka laboriosa, y yo sacudía mis pañales de bayeta, aprendiendo a bailar la gachwa [kachwa] cadenciosa. ¡Qué bonito cantabas los huainos limpios de nuestro querido pueblo! A veces llorabas del sufrimiento perenne y yo, en mi nido, hecho quipe en tu espalda, jugaba con tus trenzas enormes; otras veces aprendía a contar con tus piltas andinas o trenzas pequeñitas; jugaba también como gatito, con las flores sonrientes que hacían corona de arco iris en tu sombrero de lana fina». Lo sencillo resulta magnánimo, visible, cariñoso; se autoidentifica con el quechua.
La celebración del Día de la Madre tiene historia propia en la humanidad. Grecia fue uno de los primeros, Estados Unidos festejó por primera vez el 10 de mayo de 1914, Perú lo hizo en 1924.
TESTIMONIO
Mamita, adagios populares y añejos escuchas cuando indagas por los tuyos: “De tal palo tal astilla”, con ello resaltan puntualidad y responsabilidad, también vibra “Lo que se hereda no se hurta”, hace mención a la creatividad. Hablando en estricto, tu palabra sobria encuentro cuando alcanzo el éxito (nótese el mismo trato para toda tu prole), la mano extendida para ayudar a ponerse de pie, ojalá no tenga más tropiezos.
El primer día en la Escuela Fiscalizada 31774 San Andrés de Paragsha, Cerro de Pasco, lloré sin consuelo, jalaba tu mandil celeste como Paco Yunque de Vallejo, la maestra de aula te ubicó en la parte posterior del salón con otras madres más, cuando descubrí tu ausencia quise llorar, pero la profesora dio atisbos para querer a la Escuela.
La niñez resultó plácida por el desarrollo psicomotriz y afectivo con los diversos juegos junto a mis coetáneos, o sea, la teoría sociocultural de Lev Vygotski aplicada desde la realidad misma, en la calle, el barrio, la ciudad o visitando a los abuelos en las estancias de Yanacancha y Uchpacancha.
Más que evidente. Los psicólogos en nuestro tiempo fueron tres puntas, la correa gruesa, la voz decidida para encomendar labores. Los dos primeros cumplían la función disuasiva y el tercero persuadía con horarios de juego, estudio, cumplimiento de roles domésticos (acarrear agua de la única pileta instalada en el Jr. Tarma, lavar trastes y ropa, planchar, arreglar el cuarto y la casa, atender a los animales).
Junto a papá generaron casuística para valorar publicaciones y lectura, lo hicieron a través de diarios, revistas, libros. Lectura en voz alta era una praxis asertiva en el patio de la casa. “No escuchamos” decían en coro para alzar la voz y mantener la coherencia, cohesión, el ritmo.
Papito Julio Osorio López eres mi héroe de carne y hueso, mamita Simeona Alania Ricra, mi reina preferida. Papá y mamá no tengo reproches, más bien, gracias, infinitas gracias por vuestra sabiduría, cuan cierto resulta la sentencia: «La educación nace en el hogar, la escuela provee instrucción». *“El Puchkador de la Nieve”