Los Negritos de Huánuco

Por: Roger Rondón Bardón (*)

“Constituye un exquisito ballet popular cromático de plasticidad única en su género. En suma es un sentimiento que se baila, y que está impregnado en el alma del pueblo”.

Es posible que la danza de “Los Negritos de Huánuco” se inscriba, en justicia, entre las expresiones vitales, vistosas y más espectaculares de Huánuco y del Perú, constituyéndose en un exquisito ballet cromático de plasticidad única en  su género. En suma un sentimiento que se baila y que está impregnado en el alma del pueblo. Sentimiento supérstite que se danza en los últimos días de diciembre, antes de la navidad y los primeros días de enero, por año nuevo. Danza y música que han ido calando profundamente el alma y personalidad que identifica al huanuqueño, no sólo citadino, sino de aquel inmiscuido en los pueblos y villorrios desperdigados en las tres grandes hoyas hidrográficas de la región.

Danza y música ligadas indisolublemente -naturalmente- experimentando cambios, algunos dramáticos, por la misma dinámica del fenómeno artístico, que la memoria del pueblo da fe, y que notables pintores como Ricardo Flores y Mauro Aquino Albornoz, retrataron con finas pinceladas esta iconografía danzarina de la bella manifestación artística popular, en su tiempo y lugar; a la par que en estos últimos tiempos, otros pintores no menos importantes, entre ellos Cinicio Palacios Pariona, Carlos Martel Figueroa, Elmer Rodil, Irma Carrasco de Vidal, Antonio Rivera, Ireno Huacachino, Francisco Palomino, Hebert Rivera, Rétiz Pereyra, Martín Cáriga Funes, entre otros pintores de la última hornada, plasmaran en el lienzo, dando sendos testimonios desde su perspectiva técnica, artística y momento.

Acuarela del pintor Elmer Rodil.

La unidad unívoca expresada por el ballet callejero huanuqueño es evidente y forma parte de la identidad cultural de nuestro departamento, insistimos, pues nuestra personalidad como pueblo cultor de expresiones artísticas de generosa estirpe y tradición nos identifica plenamente en el ámbito nacional.

Escritores como Javier Pulgar Vidal, Esteban Pavletich, Nicolás Vizcaya, Edmundo Panay Lazo, Virgilio López Calderón, David Machuca Chocano, Víctor Domínguez Condezo, Véder Rétiz Bedoya, Manuel Nieves Fabián y el mismo historiador José Varallanos hicieron lo propio dejando constancia de sus puntos de vista graficados en documentos que podríamos considerarlos como ensayos, como el propuesto desde la vertiente de la prosa poética, de Véder Rétiz Bedoya y David Machuca Chocano.

Si bien es cierto, no existe un trabajo orgánico y sistematizado que elucide a profundidad este apasionante asunto de los “Negritos de Huánuco” se hace necesario, una exégesis de los trabajos efectuados por David Machuca Chocano, Joaquín Chávez Valladares, Antenor Ríos Adalid y Don Jacinto “Jashi” Castañeda”; sin embargo no podemos dejar de precisar el extraordinario aporte de Rosa Alarco Larraburre, quien, expresa su opinión entorno a aspectos sociológicos y musicales, básicamente, de esta danza  icónica.

Negros en Huánuco

Los negros africanos traídos al Perú como esclavos por los esclavistas representados en la danza por el Turco, llegaron a Huánuco, engrilletados y a marcha forzada desde la costa (Chincha por la ruta de Huaytará), dando origen a los pasos cadenciosos y cansinos, que se ejecutan en la danza, lo afirma así, Eduardo “Huacho” Ríos Egoávil.

A criterio nuestro, la migración negra a Huánuco no fue masiva, si no muy raleada. No, una oleada migratoria, como sí lo fue a otros lugares del Perú, y otras latitudes de América, especialmente al Caribe. La llegada migrante a este valle fue mínima, lo reiteramos, y efímera, no como a otros lugares del País (caso de Chincha), y la prueba de lo que afirmamos es que en Huánuco, los esclavos negros trabajaron en fundos y fincas, desarrollando quehaceres domésticos. No han dejado descendencia, salvo el aspecto genético que existe en alguno que otro poblador citadino, pese al tiempo transcurrido. El aspecto citado puede observarse, en alguna o  ‘alguien’ con rasgos africanos, lo reitero.

Llegaron en el siglo XVI como animales y fueron aherrojados en ramadas, pocilgas y/o galpones en la zona de Yanag, lugar cercano a Huánuco ciudad, donde sobrevivieron recordando a sus dioses tribales ancestrales, efectuando ritos mágico-religiosos. Allí sí, los cafres, entre cánticos y advocaciones pagano-cristianas, y su inevitable sensualidad danzarina, que en ellos es característico, se confabuló -al parecer- para crear una danza en complicidad con los aborígenes de esta zona, que salieron a las calles para festejar el nacimiento del Niño Jesús, a quien aceptaron como el unigénito de Dios Padre.

Joaquín Chávez Valladares, hijo del gran músico huanuqueño Joaquín Chávez Ortega, autor de más de 350 partituras musicales, afirma: “En 1542 comenzó la comercialización de negros esclavos en el Perú, traídos por comerciantes Otómanos (Turcos), así como los ingleses se dedicaron a este vil negocio que establecieron sus colonias a orillas del río Orange, Africa austral, donde habitaban los Basutos (pueblo cafre). En este indecente  comercio estaban involucrados los holandeses y los portugueses. Estos hechos demuestran, prosigue – Chávez Valladares-, que la negrería llegada a nuestra región practicaban danzas mágico- religiosas con exóticos rituales dancísticos. Esta danza de cafetería dio origen a la cofradía. Cabe señalar que en Huánuco, desde época colonial se habla de cofradía o cofradías que son agrupaciones danzantes, como la cofradía de Chacón, cofradía de Guerra, cofradía de la Cruz Verde y/o Huallayco…”

Sólo en la ciudad de Huánuco, en la actualidad, existen más de 150 cofradías. El incremento de estas es en progresión geométrica.

Música

Intentando parafrasear la reflexión dubitativa de Ernesto Sábato por la presencia del bandoneón en el tango, nos preguntamos ¿Qué llamado misterioso hizo que el tam tam africano monocorde, unísono, unívoco se sumara a los instrumentos de viento? ¿En qué momento crucial histórico el aporte de nuevos instrumentos musicales sirvieron para plasmar acordes musicales, que fueron llevados al pentagrama?

Hace algún tiempo señalamos el extraordinario aporte musical de uno de los músicos más importantes como don Joaquín Chávez Ortega, quien insertó a manera de colofón una bella melodía, dolida y quejumbrosa, conocida como la despedida o Ayhuallá que, le da al conjunto musical un aire de tristeza dulce, nostálgico, tocado el último día de la danza con la “bajada de cotón”.

Quedan para otra oportunidad pronunciarnos sobre otros aspectos como el atuendo de los bailantes, personajes, bordaduría, en fin…

 

(*) Periodista colegiado número de registro 025

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