Katy Córdova, la estrella que grabó con Picaflor de Los Andes y La Peña Artística Huanuqueña

La música, con sus melodías vibrantes y letras que narran historias de amor y de los sueños de un mañana mejor, ha sido y es un invaluable tesoro cultural. Detrás de estas melodías yacen historias de artistas apasionados que han llevado consigo la rica herencia musical de sus antecesores. En este artículo, exploraremos la fascinante historia de una cantante de música huanuqueña y andina nacional, cuya voz resuena en los corazones de quienes la escuchan, transmitiendo la esencia misma de la música huanuqueña y del centro del Perú.

Nuestra historia comienza en el corazón de la ciudad de Huánuco, esquina de los jirones Aguilar y Abtao, donde nació y creció Catalina Córdova Castro, conocida artísticamente en nuestro medio como Katy Córdova. Desde muy temprana edad, mostró un amor innato por la música, y se dejó llevar por los sonidos de la naturaleza que la rodeaba: el viento huanuqueño susurrando entre las hojas del árbol de pacae y el rumor del río Huallaga que eternamente serpentea por el valle del Pillco. Fue en esta fusión de la belleza natural del Huánuco de ayer y su pasión por el canto que Katy descubrió su vocación.

A medida que Katy crecía, buscó aprender de las figuras más respetadas en el ámbito de la música huanuqueña y andina. Tuvo la fortuna de conocer al maestro Andrés Fernández Garrido y ser integrante de “La Peña Artística Huanuqueña”. Aquí aprende los fundamentos del canto, ayudándola a perfeccionar su voz única.

Con el tiempo, comenzó a cantar en los diferentes escenarios de Huánuco y graba “Un rinconcito para mi amor” y la muliza “Huanuqueña” en el disco de “La Peña Artística Huanuqueña”. Su voz, llena de emoción y arraigo cultural, resonaba en los corazones de quienes la escuchaban. Estudió en la Gran Unidad Escolar “Leoncio Prado” y como estudiante ganó un concurso departamental de voces con el marco musical del “Conjunto Enrique L. Vega” de su tío, Gumersindo Atencia Ramírez. La canción con la que se ungió ganadora fue en homenaje al Club Santa Rosa de Huánuco.

Cuando tenía trece años de edad, conoce a un artista consagrado del centro del Perú, Víctor Alberto Gil Mallma, “Picaflor de los Andes”. Su amistad con el “Genio de Huaytapallana”, marca el inicio de un nuevo y temprano capítulo en su trayectoria artística. Picaflor de los Andes la bautiza con el seudónimo de “Rocío del Valle”. Katy Córdova, nuestra artista huanuqueña, afirma que, con “Picaflor de los Andes”, grabó en dúo hermosas canciones: “Agonías del Recuerdo”, “Dónde estarás corazón”, “Corazón Mañoso”, “Sacrilegio”, “Mi suerte”, “Mollecito” y entre otros temas. Asegura que grabó dos 45 rpm con el reconocido músico Willy Beltrán Quintana.

Su camino artístico no está exento de desafíos. Sin embargo, con perseverancia se convirtió en una voz valiente para su cultura y su gente. Lucha contra los estereotipos y las barreras para llevar la música huanuqueña y andina nacional a los grandes escenarios. “Katy Córdova” o “Rocío del Valle”, está en actividad con todo el vigor y el talento interpretativo que la caracteriza. Actúa en los escenarios de Junín, Huancavelica, Lima y provincias.

El 15 de junio último, con motivo del Día de la Canción Andina, recibió una condecoración importante en el Congreso de la República. Su historia es un testimonio inspirador del poder de la música para trascender fronteras y conectar a las personas con su herencia cultural.

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