
Foto: Referencial Internet

Churbamba, territorio de los aguerridos Chupachos, tierra bendita de los deliciosos duraznos, paltas de huerta y del inconfundible aroma de café. Allí nació Pedro Castañeda, en medio de árboles de pacay, ciruelas y lúcuma. Un hombre carismático, bonachón, acriollado, con el dejo inconfundible de un huanuqueño y con sentido humano.
Quien no recuerda a don Shucuy Pedro, un hombre sencillo, galante con las bellas damas, pícaro con sus amigos, siempre conduciendo su “enorme” camión mixto Ford de Huánuco a Churbamba o viceversa, era chofer-propietario, ofertaba dos precios: el primero era pullman para pasajeros (asiento-respaldar de madera), viajabas apretujado, no podías mover ni la rodilla, menos los brazos, los asiento preferenciales al lado de la ventaja, casi siempre estaba ocupado por pasajeros que sufrían de soroche o mareos.
El otro, era el “económico”, sección posterior carrozado, que transportaba la carga de animales: chancho, carnero, gallinas, papa, yuca, mercaderías, en fin todo lo que podía trasladar. Aquí viajaban los “misios” que no disponían para pagar el pasaje completo, siempre cancelaban de moneda en moneda, terminabas llegando a tu destino “gringo” por la polvareda.
Por último “la canastilla”, ahí encontrabas a los intrépidos borrachos, o las personas que sentían placer de “viajar” al aire libre con libertad, el precio era de acuerdo al “cliente”.
El cantante Shucuy Pedro
Existía una particularidad, don Shucuy reservaba un asiento preferencial al lado del chofer, era exclusivo para las personas con quienes conversaba amenamente con el pretexto de evitar el sueño o se quede dormido manejando, hacia relucir su verbo florido y carcajeaban hasta no poder; como decía don Pedro, ¡hasta miccionar la “pichilona”!.
Los pasajeros viajaban apretujados, atento a las ocurrencias del conductor, para festejar lo dicho, desde que partía hasta llegar a su destino no dejaba de dialogar, uno que otra con doble sentido que era la característica de don Pedro.
Cuando apareció el auto-casset, de inmediato adquirió uno en su amigo Tarazona, quien le instalo dos parlantes; y cargo una docena de cassets de sus preferidos canciones rancheras: de Pedro Infante, Javier Solís; boleros lo que destacaba era Anamelba; huaynos de la banda de Pillco Mozo, Picaflor de los Andes, Flor Pucarina, Peña Artística Huanuqueña y la Sonora Matancera.
Era para no creer cuando cantaba manejando; era todo un espectáculo, aunque desafinado don Shucuy, pero él seguía entonando como gorrión con la garganta inflamada, uno que otro pasajero le aconsejaba gárgara de “tachuelas” para que lo afine y lo limpie el “pescuezo”. Solo atinaba decir: “Siempre no falta los envidiosos”; mientras otros pasajeros caían en profundo sueño.
Fierro a fondo
En una oportunidad, un pasajero presentó su queja: Don Shucuy, por qué va lento, así ¿cuándo llegaremos?, de inmediato responde don Pedro: Lo que pasa la mula está cargada, ya estoy pisando todo el acelerador, estoy metiendo fierro a fondo, prácticamente estoy topando con mis pies el piso pero no avanza, lo máximo que podemos correr es a 30 kilómetros por hora, la carretera es peligroso; además tenemos muchas curvas. De pronto una pasajera manifestó: “No corra mucho”, me está dando soroche, párate don Shucuy. ¿Quién entiende a estos entenados? Exclamó el popular conductor.
Huevo frito a la inglesa
Don Pedro era de “buen diente”, donde se estacionaba, siempre estaba comiendo. Un día llegó a Churbamba y de inmediato ordenó a la cocinera del restaurante un huevo frito a la inglesa, con un kilo de papas fritas, acompañado de su “shegue” o café cargado. Mientras conversaba con sus amigos, de pronto, la cocinera pregunta: ¿Don Shucuy, echo sal y ají a su huevo? Qué le pasa a usted, esta “fumada” o borracha, desea dejarme ¿sin mis runtus? ¿Cómo voy a llegar a mi casa? y ¿qué va a decir mi mujer? Como relámpago sonó carcajadas que remeció las paredes del local.
Usted es un burro
Cierto día llegó una joven y hermosa profesora de reemplazo a Churbamba. Casi siempre encargó a Don Shucuy Pedro algunas compras de provisiones en Huánuco. Una mañana le encomendó comprar un galón de kerosene y por la tarde hace llegar solo una botella del combustible. La docente se reprimió de la rabia, no le dijo nada. A los días siguientes nuevamente pide a don Pedrito que le compre dos tazas de loza blanca, pero por la tarde le entregó dos tizas de color blanco. De inmediato reclamó la profesora: Don Shucuy Pedro con todo respeto ¡Usted si es un burro! Disculpe Profesora, respondió, cómo va a hablar eso de mí, ¿acaso me ha visto? ¿Cómo sabe usted de mí? Manifestó el popular Pedro, siempre con la chispa y el doble sentido, que hacia sonreír y acobardar a sus interlocutores.
El bautizo
Cierto día, invitaron a don Pedrito a un bautizo, el ambiente estuvo a todo dar: cerveza, música y bellas damas inquietaron la noche, las amistades confraternizaron alegremente, los cohetes de cuatro tiempos retumbaban la quebrada y la orquesta interpretaron sus melodiosas canciones. De pronto, la dueña de casa observó que don Shucuy Pedro siempre estuvo de pie, no se sentó para nada, menos bailó. No puede ser, manifestó doña Rosita, voy a invitar para que baile conmigo. Así fue, mientras el conjunto musical interpretaba Huanuqueñita Pretenciosa, ¿Don Pedrito bailamos?…uy doña Rosita disculpe, con todo respeto, pero no puedo… ¿por qué don Pedro? ¿Qué paso? ¿Quién se murió? Nada de eso, me da vergüenza decir exclamó don Shucuy… di, habla le recrimina doña Rosa…bueno usted insiste le diré: No me puse mis suspensores, manifestó don Pedrito…de inmediato doña Rosita, media cucufata ella, ruborizó y expresó: “Usted ya se cree la campana María y Angola de la iglesia La Merced”, y le broto una sonora risa hasta no poder, por lo que tuvo que intervenir su esposo y preguntar ¿Por qué te ríes tanto mujer? Y ella le manifestó la ocurrencia de don Shucuy Pedro y de inmediato el marido le dice: Has escuchado mal hijita, te dijo no se ha puesto su calzón, porque es “huaypaloma” (manan runtu, adiós runtu).
Sentido humano
Una cualidad, especial brotaba de la personalidad de don Shucuy Pedro, tuvo un sentido humano profundo, siempre caritativo por las personas no pudientes, a las mamachas que no tenían dinero “le acomodaba” para que viaje de “cortesía”, pero en la sección “económico”; es decir, en la sección “carga”, en agradecimiento recibía huevos de chacra, cancha, fruta, etc. En el bolsillo de su pantalón siempre “cargaba” caramelos para dar a los niños de la chacra, quienes recibían con mucha alegría esta “delicia”. Además, los “sencillos” o monedas para dar o entregar a las personas enfermas o ancianas. Una que otras veces, asistía con medicamentos, alimentos y ropa. El corazón de don Shucuy Pedro era enorme, que desbordaba mucho amor a su prójimo.
Don Shucuy Pedro, hoy reposa eternamente en la gloria de Dios, con él se fue parte de la picardía del huanuqueño neto, un hombre identificado con su pueblo. Su manifestación era lo nuestro; lo autóctono, un cholo, un shucuy, un indio, pero con mucho orgullo.