HUÁNUCO DEL AYER: La Semana Santa de antaño

Por Fortunato Rodríguez y Masgo*

La celebración de la Semana Santa en el antaño, era un ritual religioso y cultural importante del mundo católico. Con el devenir de los años, se va perdiendo las costumbres y tradiones, para dar paso a la modernidad. 

Cae en nuestra memoria, el redoble de las campanas, sonido inconfundible mañanero que retumbaba el viejo campanario del Sagrario La Merced de nuestro Huánuco señorial, allá por la década del 70, antes que se avecine el sol sobre la cumbre del Jirca Paucarbamba; casi de inmediato las familias se daban cita a la santa misa de miércoles de ceniza.

La iglesia estaba casi repleta de sus feligreses, era minutos después de las 6 de la mañana, el cura da inicio a la santa liturgia; casi no se entendía, porque era en latín, la música sacra impactaba el ambiente en un velo místico, mientras en el pulpito el reverendo padrecito advertía que en los próximos días hará su ingreso triunfal nuestro Señor Jesucristo de una forma humilde. Por el cual, nosotros debemos estar preparados para recibirle con mucho jubilo.

Casi en la mitad del ritual religioso, el sacerdote invita pasar al altar a los fieles para marcar la cruz en su frente con el polvo de carbón, en señal de sumisión y fe católica. Al final, todos regresaban a sus casas “señalados” o “marcados”.

No sé, si fue coincidencia o casualidad; lo cierto era, días después de miércoles ceniza se precipitaba fuertes lluvias con relámpagos, truenos y rayos que atemorizaba a la ciudad huanuqueña. Casi de inmediato, nuestros padres manifestaban… ¡Seguro están sacando palmas para Domingo Ramos, por eso llueve tanto!…

Ya el domingo muy temprano, repicaban las campanas de la iglesia San Sebastián, anunciando la procesión de Domingo Ramos. De pronto, se abre las inmensas puertas del recinto religioso y sale la imagen de nuestro Señor Jesucristo montando un burro de color blanco, trota en medio de los feligreses, quienes llevan consigo las palmas, caminan con dirección a la plaza de armas y desde allí hacia la iglesia San Cristóbal, en medio de canticos, alabanzas y acompañado de una incansable banda de músicos que interpreta canciones eclesiásticas que resalta el sentimiento cristiano.  

Debemos señalar, el asno que traslada a nuestro Señor Jesús, era cuidadosamente criado durante el año; no se permitía que realice ninguna tarea. Era consagrado para la procesión de Domingo Ramos.

Jueves Santo, señala el fin de la Cuaresma e inicio del Triduo Pascual, fecha de guardar. La población católica se volcaba a las iglesias que se encontraban repletas, para participar en la misa, la santa cena y la homilía de la eucaristía. Mientras, el cura en el intermedio de la ceremonia escenificaba el tradicional lavado de pies a los 12 acólitos, era el acto más emotivo en remembranza que realizo nuestro Señor Jesucristo, en señal de humildad y amor a sus prójimos.

Al final, se daba inicio a la exposición del santísimo sacramento asentado en un monumento (altar), levantado para la ocasión en medio de cirios, velas, flores, alfombras y hermosos velos transparentes.

Luego, la población católica se movilizaba casi toda la noche, visitando como “sacrificio” al menos siete iglesias, en señal de las siete caídas que tuvo nuestro Señor. Los recintos religiosos acogían a sus visitantes con un impresionante altar donde estaba expuesto la santa eucaristía, culminando esta travesía a media noche.

Viernes Santo, día de mayor recogimiento y solemnidad de la Semana Santa, ayuno total en la casa. No se escucha música, menos se realiza alguna labor, uno que otra canción religiosa con mucha nostalgia, casi toda la familia sentados en la sala, meditando y conversando sobre la vida de Jesucristo. El almuerzo se servía previa oración de agradecimiento, el menú era a base de pescado o picante de cushuro, conocido con el nombre científico de “nostoc commune”, es un vegetal que crece como algas redondas pequeñas en las lagunas andinas a 3000 metros de altitud, fue un alimento de los Incas, que te ayuda a la formación, constitución y fortaleza de los huesos y dientes.

En horas de la tarde, unos pugnaban por ingresar a los cines Central y Huánuco, para presenciar la película con referencia a la vida, pasión y muerte de Jesucristo o Ben-Hur, interpretados por Charlton Heston. Prácticamente estaba agotado las entradas, los revendedores hacían su agosto, hasta triplicaban el precio. Al final, la gran mayoría salía lloroso y acongojado por los momentos terribles que paso Jesús en manos de los romanos y los fariseos.

Mientras tanto, la Iglesia decorado como si fuera una capilla ardiente de fúnebre, con cortinas y telas de color negro, la indumentaria del cura oscuro tiniebla, de igual forma los acólitos, la iglesia repleta de devotos, casi todos vestidos de luto; el coro entonaba canciones sepulcrales de mucho dolor y en latín. Las campanas estaban en total silencio, solo estaba permitido hacer sonar una gigante “matraca” que era especie de una caja resonaba en momentos de la homilía.

En horas de la noche daban inicio a la procesión de la Virgen Dolores quien vestía totalmente de luto, con el rostro lloroso y del Cristo Nazareno que partían desde el Sagrario La Merced para recorrer las principales calles de nuestra ciudad, acompañada de una legión de fieles devotos que encendían una vela.

De igual manera, la procesión del Santo Sepulcro que partía de la iglesia Cristo Rey, escenificaba el cuerpo inerte de nuestro Redentor, recorría las arterias de la ciudad, culminaba cerca a la media noche.

El sábado a partir de las 11 de la noche era la misa de resurrección, la iglesia estaba decorada de blanco, el ambiente era festivo, porque era Domingo de Pascua, domingo de resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Las capillas como Cruz Verde, Cruz Blanca, Cerro San Cristóbal y Marabamba amanecían llenas de personas que celebraban con orquesta esta fecha memorable.

Domingo de Resurrección, desde las 2 de la mañana la iglesia acogía a los fieles, quienes previstos de gruesas chompas se encontraban listos para participar en la procesión del Señor de Resurrección y la Virgen de las Mercedes, que partían desde la iglesia La Merced por separado, para recorrer los principales jirones de nuestro Huánuco señorial. La parte emotiva era el encuentro en la plaza de armas, entre Jesús y María, previamente se inclinaban y se saludaban, para luego continuar juntos madre e hijo, muchas personas derramaban lágrimas de emoción. La banda de músicos y los cohetes resonaban con alegría y manifestaban la resurrección de Cristo quien venció a la muerte.

De esta manera se celebraba la Semana Santa en nuestro Huánuco primaveral, con mucha devoción; eran días de recojo espiritual para renovar nuestra fe cristiana.

*Periodista, economista y abogado

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