HUÁNUCO DEL AYER: el Shogpi de huevo

Por Fortunato Rodríguez y Masgo*

Vivimos en la cañada del Huallaga, territorio de los indomables Chupachus, somos herederos de una raza originaria que practica costumbres bajo una cosmovisión andina, que a pesar del tiempo transcurrido, lucha para sobrevivir hasta estos momentos, ante la celosa mirada inquisidora de la educación occidentalizada.

Nacimos en este hermoso valle donde brilla el sol todo el año y hace florecer el verdor de nuestra campiña que embruja con sus encantos, y crecimos en medio de prácticas, creencias, ritos ancestrales, cuyo misterio nos envuelve para guardar nuestro credo hacia nuestra pachamama, y con mucha reverencia a nuestros taitas Jircas, quienes nos vigilan y nos cuidan.

Hoy sábado, allá por la década del 80, toda la familia reunida como vigilia sentada en la sala, mientras los rayos, relámpagos y truenos retumbó la ciudad Huánuco primaveral, momento que se precipitó una intensa lluvia. De pronto, se cortó la energía eléctrica, no tenemos luz; inmediatamente se prendió las velas, uno que otro se persignó cada vez que retumbó un trueno, se sirvieron tazas de café para abrigar la noche. Comenzó la charla con temas de antaño, pedimos en coro a nuestra mamacha Antuquita que nos relate una historia.

De inmediato nos concedió el placer y nos dijo: “Mis abuelos oriundos de Pachabamba, me enseñaron cómo curar enfermedades comunes, como el susto, mal ojo, o algo desconocido, mediante el shogpi de huevo de gallina de corral”.

Prosiguió: “Es un ritual sagrado que necesitas mucha concentración y manos prodigiosas, porque tienes que realizar la limpia de las malas vibras de los enfermos, una veces son por envidia o brujería, eso es delicado; si no sabes te puede voltear y a ti te agarra”.

“El huevo te dice que enfermedad tienes, la manera como tratar y de qué forma se va a curar, es algo increíble, pero cierto, debemos tener mucha fe”.

Recomendó: “Para realizar el shogpi de runtu (huevo), debes tener un espíritu sano; se inicia con el chacchado (masticado) de la coca, invocando a los Jircas, a los buenos espíritus que te den permiso y te revelen la enfermedad, te ayuden a diagnosticar y dar la receta. De igual forma, vas fumando cigarro Inca, porque el humo hace espantar a la maldad, bota de la casa todo mal que te han enviado, limpia las energías negativas. De rato en rato tomamos unas copitas de aguardiente y sopla en el ambiente para que se purifique. Prácticamente, ya está preparado el escenario, luego dar inicio en sí al ritual”.

Coges un huevo de gallina de corral con los dedos, evitando pasar la mano, porque lo contaminas, dañas; tiene que estar limpio de toda energía, luego comienzas a pasar desde arriba hasta abajo, invocando a tus espíritus la curación, pero con mucho esmero y cuidado que no se te vaya a romper el huevo, llegando al trance máximo, cuando el enfermo suda, se agita, ocasión de culminar la práctica,  porque el huevo ya capturó a la enfermedad o a la energía negativa.

La curandera inmediatamente va tras el vaso de cristal, que está completamente limpio, quiebra delicadamente el huevo; casi siempre recibe una descarga que parece de electricidad, que le hace cascabelear, gracias al aguardiente puedes soportar y hacer frente a la energía maligna. Mientras, la clara y la yema de huevo te dan señales de la enfermedad que le aqueja al enfermo, puedes ver si es común o maleficio, te señala la manera cómo vas a tratar, cómo va a consumir el brebaje de hierbas, especialmente extraídas para el enfermo. En fin, son puros códigos que te entrega, eso requiere ser interpretado de acuerdo a tus conocimientos adquiridos de tus ancestros que te han entrenado, que te han formado como curandera.

Cabe señalar, mayormente vienen personas en busca de esta práctica ancestral o medicina tradicional, con “enfermedades desconocidas”, cuando el médico no puede “detectar” el mal. Pero algo increíble sucede, la curandera mediante una lectura mental al interior del huevo si logra identificar el mal.

Este rito del Shogpi; es místico, requerido para “sanar” a los bebes del “mal de ojo” (envidia), el susto, “mal aire”.

La medicina tradicional, ancestral y milenaria se practica en el Valle del Pillco, gracias a la transmisión oral realizada entre los “curanderos” y sus allegados, quienes ponen sus conocimientos al servicio de las personas que requieren y tienen fe en ella.

En una oportunidad el doctor Fernando Cabieses, manifestó: “(…) la diferencia esencial entre la medicina tradicional y la medicina académica no es una diferencia entre un enfoque científico racional y un conocimiento empírico, sino un problema de dos ideologías diferentes, ambas deben aprender a convivir para superar los obstáculos que supone esta aparente, más no absoluta dicotomía”.

*Periodista, economista y abogado

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