Foto Internet
Deconstruir para ingresar ávido en el espléndido bosque, así resulta una tarea sesuda, pero hay satisfacción por el oxígeno que absorben los pulmones y las maravillas que impactan en sentidos e inteligencias múltiples. Algo similar ocurre cuando discierno sobre César Augusto Hildebrandt Pérez-Treviño.
El 7 de agosto de 1948 nació en Lima, la horrible, hace consonancia con Sebastián Salazar Bondy, para incontinenti añadir: «archipiélago de oportunidades».
Unos plasman estilos, otros, como César, su pluma estilográfica. Cada entrevista suya me captura, enseña y asocia con el interlocutor y la temática que discurre con las clásicas preguntas literales (quién, qué, cómo, cuándo, dónde, cuánto, cuál); también prosperan las inferencias (por qué, qué pasará, para qué), aunque opta por lo metacognitivo (¿Crees que es…? ¿Cómo podrías calificar…? ¿Cómo debería ser…?).
Hildebrandt sigue a los entrevistados con esmero milimétrico, lo cual emana de la preparación previa. A Jorge Luis Borges Acevedo y Rodolfo Enrique Cabral Camiñas [Facundo Cabral] los ha seguido con el fino vocablo y despunta la prevalencia de cada quien.
La ironía está predispuesta por siempre. Recuerdo que alguien (con la intención de incomodarlo) inquirió: «¿Se lleva bien con su hermana Marta?». La respuesta fue serena, de puro trámite para él: «No nos llevamos mal».
Un caso trae cuentas: «Tú eres un contratado de la empresa y tienes que someterte a los dictados de su decisión, cuando quiera transmitirlo o no…», Genaro Delgado Parker alardea en su televisora.
César desenvaina el verbo: «Yo soy su empleado, yo soy su vasallo, yo soy una pieza intercambiable, un comodín de su ajedrez de poder y de dinero, él hace lo que le da la gana y yo tengo que someterme. Él tiene el dinero, él tiene el poder, y yo soy un asalariado que tiene que callar». ¡Agarra eso farolero!
Eres mi as periodístico (obvio, sin llegar a la idolatría). Respeto tu postura de agnóstico, eso refuerza mi postura mística. Valoro el cómo ha edificado “Hildebrandt en sus trece”, semanario hecho fulgor desde la editorial, página de opinión, pasando por historia, humor, caricatura… El rotativo subsiste gracias a los lectores y flamea vivaz junto a “Una piedra en el zapato” (2011).
Eleva la voz por César Vallejo: «Y si es virgen de Vallejo, imagino que Martín Adán no lo habrá tocado ni con el pétalo de una rosa de la espinela. Y puedo apostar también que está invicta de Moro, ilesa de Westphalen, sana y sagrada respecto de Washington Delgado» (1), impetra para leer al vate universal, en muchos centros de educación superior obvian su aporte.
El desatino mancilla tu sacrosanto hogar, José María Hernán Eguren y Rodríguez. ¿“La niña de la lámpara azul” posibilita luz entre quienes hacen algo por la educación y mucho por la cultura? ¡Hay retos!
¡Kachkanirakmi, José María Arguedas Altamirano! Aquel supo glosarte con reportajes en la pantalla chica de señal abierta. ¡Aquí estamos!
Juega y escribe, piensa y juega con la “Rayuela” de Julio Cortázar: «…es uno de los pocos libros que me hizo mirar al mundo de otra manera y a la literatura de otra manera y al amor de otrísima manera» (2). Tengo tiza y tejo, ¿alguien quiere jugar conmigo? Mi sombra salta primero, me espera, pactamos y jugamos hasta muy tarde.
Blando con Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, Nobel de Literatura. «Me he sentido, como casi todos los peruanos, feliz de lo ocurrido. Vargas Llosa no requería del Nobel, ese premio que le negaron a Joyce, el padre, y a Borges, el maestro. Pero se lo han dado y eso está muy bien. Vargas Llosa se merecía el Nobel» (3).El jueves 7 de octubre de 2010, el Perú saltó de alegría y Mario habrá saltado o se habrá sentado risueño en el lujoso estudio de Nueva York o tal vez ha abrazado emocionado a Patricia Llosa, en fin, dicha cualidad literaria está vigente con novela, crítica literaria, artículo periodístico, radionovela, puestas de teatro, etcétera.
Fustiga las comidas llenas de ajíes, porque los considera dañinos para la salud y expresa mil perdones cuando indica: «este pisco idolatrado por todos a mí me parece el más linajudo de los ácidos muriáticos» (sic).
Ha develado el sesgo de los medios de comunicación social de Lima virreinal, a partir de la publicidad estatal; más directo aún con las encuestadoras que condicionan proyecciones electorales o la aceptación de quienes ejercen el cargo presidencial. Según dichas empresas, Vargas Llosa era ganador fijo, ¡no, dijeron las ánforas; Keiko Sofía ganaba en primera vuelta, el público elector dijo su verdad.
Salmodia, atrio y rezo fueron puestos en retiro cuando hizo público el sueldo del cardenal católico del Perú (parejo al sueldo mensual de un ministro de estado). Por eso oyese como defensa y “buena señal de amor al prójimo”: ciertos compatriotas no tienen derechos humanos.
Nunca Jamás, país fantasioso del autor James Matthew Barrie, de Peter Pan y sus amigos, vuelve con brío hecho analogía: «Había una vez, al norte del ducado de Nunca Jamás, un país que lo tenía todo excepto dignidad. Los árboles de todas las especies daban sombra en sus bosques… Unos decían que esa palabra se había perdido en el glorioso naufragio de un marino y su tripulación, algo ocurrido aparentemente en 1879. Otros pensaban que había caído al fondo de una zanja abierta por algún terremoto» (4). La dignidad bajo la lupa diáfana para cambiar el mundo a partir del cambio personal. Asimismo, en otro relato, arguye: «Pero no sólo era la devastación del paisaje y el nuevo aire espectral de las calles… Era que ese país de Nunca Jamás no conocía los rigores de la necesidad ni se había preparado para el ejercicio de la solidaridad» (5). Cualquier parecido con nuestra realidad tiene más de una coincidencia.
El 6 de agosto de 1945 (tres años antes del nacimiento de César Augusto), Estados Unidos de Norteamérica lanza la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, él hace suyo las palabras del alcalde de Hiroshima: «Los sobrevivientes envidiaron a los muertos». Emergen preguntas: ¿Quiénes financian y ganan con la guerra? ¿Quiénes promueven y ganan con las pandemias? Tengo miedo y temor, el cuerpo se me coagula.
No pertenece a ningún cenáculo ni gremio periodístico, tiene autosuficiencia como vanguardia por mérito de lecturas e investigaciones continuas.
Los céfiros de agosto bailotean por su onomástico, le reconozco dotes y lo digo en acto público. César Hildebrandt califica el cumpleaños como un día habitual, eso coincide con el parecer de varios periodistas en los Andes y la amazonia.
*“El Puchkador de la Nieve”
______________________________________
Referencias
1 Hildebrandt (2011). Una piedra en el zapato.
2 Hildebrandt (febrero 8, 2009). Homenaje a Julio Cortázar. La Primera.
3 Hildebrandt (lunes, 1 de noviembre de 2010). Mario Vargas Llosa por César Hildebrandt.
4 Hildebrandt. De cómo el país de Nunca Jamás se convirtió en el país de las siglas y los políticos.
5 Hildebrandt (jueves 24 de agosto de 2006). Cuento chino para niños.