Por Víctor Raúl Osorio Alania*
Las caricias mustias de la región puna son transformadas en caricias afectivas, eternas y correspondidas que vivifican el hipotálamo, mejor todavía el corazón. ¿Quién puede hacer dicha conversión? Mario César Pérez Arauco, “Shisha”, hipocorístico usual para Julio Baldeón Gavino; de igual modo, “Cushuru” para sus colegas de la Gran Unidad Escolar “Daniel Alcides Carrión”, donde estudió educación secundaria.
Unos lo consideran discípulo de Manuel Ricardo Palma Soriano, eximio difusor de tradiciones; otros, la persona que tomó la posta de Gerardo Patiño López, para mí (según mi modesta opinión), coloquios, tertulias, lecturas le dieron estilo propio. Mario César escribe desde que tiene uso de razón, el 21 de junio de 1937 nació en el barrio Misti, Cerro de Pasco.
La tradición refuerza el sentido de pertenencia. Las doce tradiciones que Ricardo Palma Soriano dedicó a Pasco, tuvieron la difusión intuitiva u objetiva de César Pérez Arauco, a saber, en cinco tradiciones, Cerro de Pasco, Pasco y Chaupiwaranqa figuran como escenario principal: Los amores de San Antonio (1544), Desdichas de Pirindín (1750), Las barbas de Capistrano (1780), ¡Ijurra! ¡No hay que apurar la burra! (1790) y El conde de la Topada (1819).
“EL PUEBLO”
23 de setiembre de 1967. En Cerro de Pasco, circula el 1er. N° de la Revista Cultural Independiente “El Pueblo” dirigida por César Pérez Arauco. Sale a luz con motivo de recordarse el Día de la Educación Técnica. Sobrevivió hasta el ejemplar número 36.
Cerro de Pasco es urbe andina, cuatricentenaria, cosmopolita desde el 9 de octubre de 1567. La exploración y explotación minera en Cerro de Pasco está ligado a su devenir histórico. Los Pumpus fueron desplazados por Los Yaros y estos por los incas. Luego, en el siglo XVI acontece el redescubrimiento de las minas.
Así, el 9 de octubre de 1567, «los caciques Manuel Chumbe y Pedro Chipán, encomendados del Licenciado Don García de León, quienes solicitaban el registro de unas minas que venían siendo explotadas en el cerro pelado. Decían que las dichas minas eran de plata, presentando al efecto, los metales que ellos habían sacado. El alcalde hizo el registro concediendo a los indios las estacas correspondientes, conforme a las ordenanzas reales. Acto seguido se hizo el registro de las minas SU MAJESTAD, en ese día y los posteriores, hasta el 31 de octubre…» (sic), Carlos E. Romero citado por César Pérez Arauco, “El Pueblo”, noviembre 1974.
Esta versión, a la postre, deja en brasas a la leyenda de Huaricapcha (1630), resulta difícil hallar coherencia, SEUO. En Cerro de Pasco (andando el año de 1567), descubren, denuncian, tratan los minerales y 63 años después recién emerge la leyenda, otro dato, dicha narración tiene mucha coincidencia en su trama con Diego Huallpa cuando enfoca el origen de Potosí en 1545 (hoy, Bolivia). Referente a este rubro, también incide, Marino Pacheco Sandoval en “Memorias cerreñas” (2003), obra póstuma.
ENTREVISTA
¿Cuándo descubre que el escribir es una pasión y un hecho continuo? Esto descubrí cuando era alumno del 491 (hoy 35001). Un día llegó la gente del Rotary Club del Cerro de Pasco, entonces dijeron se acerca el Día de la Madre, lo que queremos hacer es un concurso entre los estudiantes. Nos repartieron papeles, ellos querían la creación individual. Porque cuando dejan el trabajo copian de poemas, de trabajos de otras personas, y dijeron: Hablen de su madre. Entonces en ese momento desarrollé un trabajo (mi madre acababa de morir), hice una semblanza de mi vieja y gané el concurso. Me regalaron una colección de libros que tengo en la biblioteca “El tesoro de la juventud”. Y no es por el regalo de los libros que me encantó, sino por la emoción de haber trasmitido lo que yo pensaba a través del libro. En ese momento yo creo que nació toda mi afición, todo mi cariño para seguir escribiendo.
¿Por qué prioriza a Cerro de Pasco en sus escritos? Cuando empecé a leer “El tesoro de la juventud” me encantó la historia de China, de Egipto, de Roma, yo pensaba que todos esos pueblos cómo tenían historia, el nuestro también debía tener su historia. Entonces me fui a la Biblioteca Municipal y conversé con la señora Woolcott (bibliotecaria) y le dije que me enseñara la historia del Cerro de Pasco y me dijo que no había… Mi compromiso es revelar al mundo lo que es el Cerro de Pasco, lo que ha conseguido a través de todos sus años, no solo la parte positiva (como dar el dinero para el sustento del país), sino también aquellas negativas (asesinato del Prefecto, un cerreño mató a Sánchez Cerro) todo ello tenemos que poner en la balanza, para que nuestros niños sepan que nosotros no somos santos ni somos héroes, somos seres humanos como otros.
ANÉCDOTA
En cierta actividad cultural, una de las autoridades repetía hasta el hartazgo «distinguido escribidor». Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, entonces, como toda acción genera reacción, César habló de forma categórica, mirándolo de sien a sien: «escribidor será la persona que asentó tu partida de nacimiento». Hilaridad en el auditorio, él tiene palabras corajudas cuando colman su santa paciencia. Mario César es un hombre cultivado, no quepa la menor duda.
CULMEN
Soy de la generación que ha disfrutado los relatos en la emoción y voz de los abuelos, mi padre, Julio Osorio López, los domingos encargaba: «Víctor Raúl, avanza todo con prontitud, a las once de la mañana escucharemos a “Shisha” Pérez, luego, a las doce a Julio Baldeón y “Mashuri”». Los cuentos relatados por Pedro, Victoria, Apolinario y Candelaria los volvía a escuchar en la radio y también extendía con énfasis en el INEI N° 3 “Antenor Rizo Patrón Lequérica” y la Universidad Nacional “Daniel Alcides Carrión” donde disfruté su querencia por Cerro de Pasco a partir del relato oral.
Entrelineas con Mario César Pérez Arauco, Maestro del Cerro de Pasco, resulta un ápice necesario de la espléndida línea del historiador, literato, hombre de teatro, basquetbolista, futbolista, periodista radial, docente que hizo suyo la interculturalidad, asiduo lector en la Biblioteca Nacional del Perú, más de una vez dialogamos en dicho espacio del saber y donde converge la cultura. ¡Gracias maestro por vuestra lucidez!
*“El Puchkador de la Nieve”