El Corochano Pino

HUÁNUCO DEL AYER

Por Fortunato Rodríguez y Masgo

Desde las primeras horas de la mañana de un 6 de enero de los años 80, se disparó los cohetes de cuatro tiempos que retumbó el Valle de los Chupachos, el barrio de San Pedro de la bella ciudad de los Caballeros de León de Huánuco se alistaba para presentar a su cuadrilla de Negritos al mando de don Miguel Guerra; movimientos en las casas de los bailantes quienes se alistaban en disfrazarse con vestimenta de estreno, uno de ellos era de la familia Pino Mendoza, específicamente Hernán Grober quien, con tanta vehemencia e ilusión mando a confeccionar su disfraz de Corochano.

Don Miguel Guerra, quien anteriormente fue caporal de la cuadrilla de Chacón del barrio de Beaterio, decidió alejarse para formar una nueva cuadrilla en su Barrio de San Pedro. Así fue, convoco a todos los vecinos a conformar este grupo de bailantes, en primera fila ya estuvo presente Hernán Grober Pino Mendoza, decidido a bailar de Corochano con apenas 18 años de edad.

Llegó el día de fiesta de la Bajada de Reyes, la cuadrilla de Negritos de San Pedro, mientras otros decían era la cuadrilla de don Miguel Guerra, aparecieron danzando por las principales calles de Huánuco, con mucha elegancia, pasión, donaire en los pazos y agiles en los movimientos; de esta manera demostraron la danza costumbrista, muy bien elaborado que cautivó la atención de la colectividad.

Al transcurrir los años, el joven danzante Grober Pino ascendió a ser Corochano Mayor o jefe de los Corochanos de la cuadrilla de San Pedro, gracias a su responsabilidad, respeto hacia los demás, autoridad y carisma que despertaba; danzaba con elegancia, picardía, espontaneo, era todo un personaje tras la máscara que no se sacaba ni para almorzar; tomaba el líquido con sorbete, era el llamado para prender los cohetes y hacer corretear el torito que era el delirio de los niños.

El Corochano Pino, luego de bailar muchos años por la cuadrilla de don Miguel Guerra se retiró para integrar la Catedral Patrocinio del barrio de la Alameda, luego decidió conjuntamente con otros danzantes fundar la cuadrilla Niño Jesús de la Catedral bajo la autorización del monseñor Antonio Khunner y Khunner. Ya a los 40 años de edad se retira, para ser parte de la junta directiva de la Hermandad.

Su pasión era la Danza de los Negritos, bailaba con mucha entrega y se identificó con su personaje de Corochano, pícaro, astuto y eterno enamorado; cuando zapateaba su huayno, sacabas chispa del suelo, sus zapatos los lustraba con su pañuelo blanco purpura finamente bordado con hilos de oro y plata para “encantar” a las quinceañeras.

Un día se fue para nunca volver, murió aquel día de invierno a los 66 años de edad, dejando honda tristeza a su familia y amigos que supieron apreciar las bondades del Corochano Pino.

HIPOLITO

Un noche estrellado, de aquel sábado de junio de los años 80, la familia Meza del puente Tingo, celebró el cumpleaños del patriarca de la casa, entre los invitados estuvo don Miguel, cariñosamente don Miki, quien bailo, comió y tomo hasta la madrugada; pero ocurrió algo, a las 22 horas; se dio cuenta que no estuvo a su lado su hija, vio a Grober Pino que estaba presente en la festividad, preguntó ¿Pino vistes a mi hija?, ¡Sí! Don Miki, esta con Hipo; ya pasado la media noche, nuevamente ¿Pino vistes a mi hija? ¡Sí! esta con Hipo.

Un favor pide don Miki, dale agua, aunque sea con balde para que le pase el hipo. Pino se retiró con una sonrisa, ya casi a la aurora de la madrugada, don Miki preocupado que no veía a su hija, reiteró:  ¿Pino viste a mi hija?  Con respeto que se merece usted, toda la noche le dije que sí, esta con Hipo, ¿Pero, no le pasa el hipo? dijo don Miguel, ¿usted no conoce a Hipo? interrogo Pino, ¡No! contestó don Miki, Hipo es Hipólito, el hijo del profesor, enamorado de su hija. Al escuchar esto, don Miguel no supo que contestar, solo se le vio sonreír antes que molestarse, por tal ocurrencia que paso respecto a su adorada hija.

FELIX

En una oportunidad, no arrancaba el automóvil de don Miguel. De inmediato ordenó que le comuniquen a Grober Pino que venga para arreglar el auto. Así fue, Pino estaba “chequeando” cuál era el desperfecto, paso algunas horas debajo del carro; en eso, se acerca don Miki, ¿Pino por qué demoras tanto?, parece que estas fabricando uno nuevo. No, don Miguelito, lo que pasa es que su carrito es un poco antiguo, creo es de la segunda guerra mundial, su sistema es algo confuso, respondió Pino.

Bueno, avanza, mientras tanto he ordenado que traigan papita rellena con ceviche para “probar alguito” dijo don Miki. Ya pasado el mediodía, cerca de la una de la tarde, no llegaba el mandado, Pino preguntó ¿Don Miguelito y la papita rellena? Uy no llega, no sé qué ha pasado, dijo don Miki, ¿a quién ha ordenado? repreguntó Pino, a Félix, respondió don Miki; con razón no llega, Félix es una tortuga, es un lento, es un “opa”, exclamo Pino. Al instante se escuchó una tercera voz que salía del cuarto del fondo, ¡Si están hablando mi mal, no voy a ir a comprar su papita rellena don Miguel! Dijo Félix, tanto don Miki y Pino no sabían que hacer, darle un sopapo al desobediente de Félix o reírse de lo que ha ocurrido.

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