Delci Luyo Marcellini y su libro que revela la verdad desde la herida

Por: Jorge Chávez Hurtado

 

La noche había culminado con una ovación. Los jóvenes del Coro Ruicino habían interpretado con fuerza y emoción un repertorio que conmovió a los asistentes de las Noches Culturales por el aniversario del distrito de Amarilis. Mientras las luces de la Plaza Mayor titilaban entre el bullicio y las despedidas, un grupo de estands atrajo mi atención. Era la Feria del Libro “Al aire libre”, dedicada al maestro Samuel Cárdich.

Fue ahí, entre volúmenes y voces, donde la advertí. Delci Fiorella Luyo Marcellini, impecable y serena, atendía a lectores en su pequeño estand, con el mismo temple con que uno imagina se escribe sobre la violencia sin quebrarse. Su saludo fue cálido, espontáneo. Nos conocimos en tiempos pandémicos, cuando desde la virtualidad organizábamos junto al padre Oswaldo Rodríguez Martínez y el maestro José Luis Chávez Valverde, actividades solidarias para los más desprotegidos. Hoy la reencuentro entre libros, en carne y alma.

Delci, con esa amabilidad que no es fingida sino reflejo de un compromiso profundo, me ofreció su libro Tiempos sin alma. Un nuevo destino. Lo acepté, y con ello, el pacto silencioso de leerlo no como quien pasa las páginas, sino como quien recorre cicatrices.

 

Escritura desde la herida

¿Qué puede decirse aún de Sendero Luminoso, del Grupo Colina, de las fosas comunes, del miedo que llegó a dormir con nosotros durante años? Delcy no pretende historiar. Lo suyo es testimoniar, contar desde la entraña. Tiempos sin alma no es una denuncia más ni una crónica política: es un espejo hondo y oscuro donde se reflejan las secuelas de la violencia en la salud mental, en la intimidad de quienes sobrevivieron para contar –o callar–.

Desde una voz sencilla, sin barroquismos, nos lleva a comunidades rurales devastadas por la insania de uno y otro bando. En esas páginas no hay héroes ni redentores. Solo seres humanos expuestos a la barbarie. Madres, niños, ancianos, vidas que tuvieron que huir, resistir, callar, reinventarse. La autora no cae en el sentimentalismo fácil. Su mirada es firme, ética, política. Escribe para que se comprenda que la violencia no acabó con el fin de la guerra interna: mutó, se disfrazó, hoy es feminicidio, es bullying, es violencia estructural y abandono estatal.

 

La autora múltiple

Pero Delci no se define solo por este libro. Es obstetra, doctora en Ciencias de la Salud, magíster en Salud Pública y Docencia Universitaria, con una segunda especialidad en Alto Riesgo. Investigadora con publicaciones científicas, profesora universitaria, panelista radial y columnista del diario Página 3. Integra fundaciones, asociaciones, promueve bibliotecas y el bienestar familiar. También es empresaria, y una mujer reconocida por instituciones internacionales como una de las “Top 100 Mujeres del Bicentenario”.

Su trabajo con el padre Oswaldo en las aldeas de protección a niños y ancianos, su proyecto educativo Dar de trabajar es amar, su presencia en comunidades donde el Estado apenas llega, la convierten en un símbolo de una intelectual comprometida, no solo con el pensamiento, sino con la acción.

 

Contra el olvido

“Solo la verdad hará que sepamos qué ocurrió y cómo prevenir sucesos políticos similares”, escribió Arlindo Luciano Guillermo en el prólogo. Y tiene razón. Tiempos sin alma se suma a una tradición literaria que incluye a Redoble por Rancas, La guerra del fin del mundo, Los remendados, La hora final… pero lo hace desde el terreno mismo, desde el surco donde sangró la patria.

Delcy se sumerge en la memoria, sabiendo que en Perú recordar es resistir. Nos dice que la violencia no solo se mide en muertos, sino en mentes quebradas, en generaciones heridas. Y que la paz no será posible sin salud mental, sin reparación, sin escucha.

 

Epílogo en la feria

Aquel reencuentro en la feria fue más que un cruce fortuito. Fue la señal de que los libros aún tienen poder, que entre tanto ruido todavía hay voces que importan. Delci Fiorella Luyo Marcellini escribe porque sabe que la historia se repite cuando la ignoramos. Y hoy, más que nunca, necesitamos mujeres como ella: con memoria, con alma, con destino.

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