Tras romper el mercado con fichajes millonarios y sueldos sin precedentes, el fútbol chino acaparó todas las portadas. Cinco años después, la historia ha cambiado tanto que el vigente campeón de la Superliga no ha podido inscribirse para la próxima temporada por sus problemas económicos.
Las alarmas saltaron en China a finales de febrero cuando el equipo que ganó la liga en 2020, el Jiangsu Suning, anunció que suspendía sus operaciones al ser incapaz de afrontar los problemas de deuda que le impidieron pagar parte de los salarios a sus futbolistas durante la campaña.
El entrenador, el rumano Olaroiu, y su mayor estrella, el brasileño Teixeira, ya habían abandonado el barco tras el título por los impagos.
Su hasta ahora propietario, el conglomerado Suning, se ha visto obligado a vender el 23 % de las acciones para conseguir liquidez, aunque su fundador ya ha advertido de que cortarían el grifo en gastos no relacionados con su principal negocio, el de la distribución.
Estos planes no solo han supuesto que el ahora denominado Jiangsu FC esté al borde de la desaparición -apenas dos años después de haber estado, supuestamente, a punto de fichar a Gareth Bale- si no encuentra un comprador a corto plazo, sino que también han tenido eco en Italia, ya que el Inter de Milán está controlado por esa compañía.
Y en Inglaterra, la Premier League acabó cancelando un multimillonario contrato de retransmisión con PPTV, filial de Suning, después de que esta no afrontase los pagos acordados.
Cuestión política
Según la prensa local, el Jiangsu -que en los últimos años tuvo entre sus filas a Ramires o Miranda y en su banquillo, a Fabio Capello- está a la venta por un yuan, pero quien se haga con él deberá hacerse cargo de la deuda, lo que supondría un desembolso de más de 60 millones de euros solo en la primera temporada.
«El hecho de que nadie quiera hacerse cargo del club no es una señal demasiado buena para el futuro del fútbol chino», advierte Cameron Wilson, fundador del portal especializado en fútbol chino Wild East Football.
El analista explica a Efe que la aparición a última hora de un comprador todavía «es una posibilidad» debido a que la situación es «demasiado ridícula incluso para los estándares del fútbol chino», pero «se les está acabando el tiempo».
«Es una de las peores cosas que han pasado en la historia del fútbol chino», lamenta.
¿Cómo ha podido llegar el fútbol chino a esta situación tan solo cinco años después de que el Gobierno anunciase un plan para convertirse en una superpotencia balompédica mundial hacia 2050?
«Sospecho que ha habido algún cambio político, y que alguien ha dicho que hay que bajar un par de marchas en el proyecto del fútbol», apunta Wilson, que recuerda que el plan «hizo creer a todo el mundo que era una gran oportunidad», especialmente a las grandes empresas, que pensaron que podrían «conseguir favores políticos invirtiendo en el fútbol».
Preguntado acerca de la influencia del coronavirus, el escocés lo descarta completamente: «Los clubes no ganaban dinero antes igualmente, no pueden sobrevivir sin una empresa que pague las facturas detrás».
En su opinión, China quería reconocimiento internacional, pero la falta de avances en el fútbol local -reflejada en los últimos fracasos de la selección- habrían hecho que las autoridades se empezasen a avergonzar del gasto excesivo en fichajes y salarios.
De hecho, en los últimos dos años la CFA, la federación nacional, ha anunciado sucesivas reformas para impedir que los clubes siguiesen gastando millonadas en estrellas internacionales al considerarlo totalmente insostenible.
China queda fatal
El del Jiangsu no es el único caso: el año pasado, el Tianjin Quanjian, equipo por el que pasaron Pato, Luís Fabiano o Witsel, desapareció tras cortar lazos con su patrocinador por un escándalo judicial, y este año muchos equipos están sobreviviendo gracias a inversiones estatales.
Y eso es solo en la Superliga: en la segunda y tercera división, más de una decena de equipos fueron expulsados el año pasado por no cumplir con las exigencias financieras. Y más clubes acabarán desapareciendo, según Wilson.
El experto considera que el «extraordinario» nivel de injerencia política en el fútbol ha tenido mucho que ver en este declive: «La gente de fútbol o no es quien toma las decisiones o no puede tomarlas porque siempre tienen que tener en cuenta la política. Con gente de fútbol al mando, no veríamos ni una fracción de todas estas ridiculeces».
Pero por ahora, en el fútbol chino «todo puede cambiar de un momento a otro» según la voluntad de alguien poderoso: «Y entonces todos los planes tienen que cambiar, y todos los miles de millones que se han gastado de repente se han despilfarrado».
El fundador de Wild East Football cree que las autoridades no entendieron lo difícil de sus objetivos: «Se pusieron a echar dinero, pero no es que hubiera un plan. China pensaba que construir el fútbol es como construir puentes o ferrocarriles».
Aunque todavía es difícil pronosticar qué pasará con el fútbol en China, algo está claro: «Están quedando fatal».
Wilson, que lleva dos décadas siguiendo el fútbol del país asiático, ya ni siquiera cree que sea posible hacer que la selección sea una de las mejores a nivel mundial hacia 2050, tal y como quería Pekín.
Y tampoco que los Drogba, Mascherano, Oscar, Hulk, Lavezzi, Carrasco, Pato, Anelka o Ramires sigan queriendo llevar sus carreras a la Superliga: «No creo que volvamos a ver a ese tipo de jugadores viniendo a China hasta que las finanzas (de los clubes) sean más racionales. Y llevará mucho tiempo. Hablamos de unos 20 años».
//Andina/Efe.