
La Semana Santa es la única semana del año que, simbólicamente, no tiene siete días, sino ocho días santos, marcados por la memoria, la reflexión y la celebración de la vida terrena de Nuestro Señor Jesucristo. Es el tiempo en el que se conmemora la encarnación del Hijo de Dios, quien se hizo hombre para salvarnos y guiarnos en nuestro camino espiritual, destacó el padre Oswaldo Rodríguez Martínez.
DÍAS SANTOS. Inicia con el Domingo de Ramos, que recuerda cuando Jesús entra a Jerusalén, consciente de que sería juzgado y condenado. Montado en un burrito como símbolo de humildad, es recibido por los lugareños con palmas, reconociéndolo como el Hijo de Dios.
Lunes Santo: Jesús visita a sus amigos Marta, María y Lázaro en Betania, despidiéndose de ellos antes de los acontecimientos que le esperan.
Martes Santo: día de profunda tristeza para Jesús, pues sabe que será traicionado por uno de sus apóstoles. Nos recuerda que la traición no proviene de desconocidos, sino de quienes están más cerca, lo que invita a reflexionar sobre la lealtad y la deslealtad.
Miércoles Santo: preparación para la Pascua, la festividad judía de la libertad. Su celebración incluye hierba amarga en recuerdo de la esclavitud en Egipto, pan sin levadura, cordero pascual y vino, símbolo de alegría y liberación.
Jueves Santo: Jesús adelanta la cena pascual al jueves, pues sabe que el viernes será apresado. Instituye la Eucaristía, donde el pan representa su cuerpo y el vino su sangre. También da su último mandamiento: amarnos y ayudarnos mutuamente. Como símbolo de humildad y servicio, lava los pies de sus apóstoles.
Viernes Santo: se recuerda la pasión y muerte de Jesús, quien es apresado, juzgado, torturado y crucificado por la humanidad.
Sábado Santo: día de oración y preparación para la resurrección de Jesús, buscando estar en paz para recibir su regreso.
Domingo de Pascua: la fiesta más importante para los católicos, conmemorando el paso de la muerte a la vida y la resurrección de Cristo.
MEDITACIÓN. El padre Rodríguez Martínez instó a los católicos a participar activamente en las actividades religiosas, como las procesiones y la confesión, para reconocer las propias faltas y acercarse a Dios a través de la comunión. Recordó que la Semana Santa es un tiempo de oración, meditación y encuentro con Dios, donde las costumbres unen a la comunidad para agradecer y renovar la fe.
Finalmente, hizo un llamado a la reflexión, enfatizando que estos días no deben considerarse solo como descanso o diversión, sino como una oportunidad para profundizar en la contemplación de la pasión del Señor. Invitó a que las escenificaciones sean más que actos teatrales, convirtiéndose en momentos de verdadera meditación y renovación espiritual.
El Padre Oswaldo invitó al Vía Crucis que se realiza en el Santuario de las Pampas, para que contemplando las imágenes puedan meditar sobre la pasión del Señor.