Así como dan forma a la arcilla hasta convertirlas en objetos utilitarios de uso diario, así también cinco mujeres del programa Juntos, han modelado sus vidas, a punta de esfuerzo y dedicación, hasta convertirse en ejemplos de superación y desarrollo en su comunidad.
Marilú Cruz, Gavina Martínez, Yovani Cusma, Liz Díaz y María Torres viven en Huarguesh, distrito de Quisqui en la provincia de Huánuco, una comunidad dedicada a la alfarería desde tiempos inmemoriales y cuya práctica fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación el 2015 por el Ministerio de Cultura.
Ellas, como buenas herederas de la cultura Kotosh, elaboran con sus hábiles manos cerámicas utilitarias y decorativas tales como platos, ollas, tazas, jarrones, porongos, urpos y teteras. Para ello, aprovechan los recursos naturales que tienen alrededor de su comunidad, que se asienta en un desfiladero a 2500 metros de altura y bañado por el río Mito, donde existe una pródiga veta de arcilla refinada.
“La cerámica de Huarguesh es una expresión cultural profundamente arraigada entre nosotros y forma parte de nuestra vida cotidiana. Se trata de una práctica artesanal que se ha transmitido de generación en generación”, sostiene María Torres, madre líder de Juntos y consumada alfarera, quien aprendió el oficio desde niña a instancias de su padre y este del suyo, y así sucesivamente.
Justamente por iniciativa de María, las madres del programa Juntos y otras 20 mujeres más, constituyeron la asociación Pucahuayta; y juntas, pudieron perfeccionar y ampliar su labor artística. También dieron a conocer sus productos más allá de su distrito, ganando espacio en el mercado regional y nacional y haciéndose más conocidas.
“Nuestra forma de hacer alfarería es una expresión de arte tradicional que alcanzó prestigio por sus características de durabilidad y belleza, así como a su singular proceso de elaboración y uso eficiente de recursos naturales para su manufactura”, señala María.
Para poner en marcha el emprendimiento, ella, desde que ingresó a Juntos, en el 2006, utilizó parte del dinero otorgado por el programa para implementar su taller, inscribir a la asociación en Registros Públicos y otros gastos adicionales. Asimismo, tocó puertas de diversas entidades de Estado para conseguir apoyo y capacitación.
Paralelamente, hizo estudiar a sus tres hijos y los llevó a sus atenciones de salud, tal como le enseñaron en Juntos. Hoy, dos de ellos, Flora y Elizabeth, son cosmetólogas y estilistas y administran sus propios locales en Lima, mientras que Jhojan, el último, ya se matriculó para cursar este año el tercero de secundaria.
Los precios de los ceramios son accesibles y dependen de su tamaño, el tiempo de elaboración y los insumos que usan. Parte de esos productos fueron expuestos en ferias y eventos a nivel nacional, por ejemplo, en la expoventa “Ruraq Maki (hecho a mano)”, desarrollado en diciembre del año pasado en el Museo Nacional del Perú (MUNA).
Por su lado, Liz Díaz, otra mamá de Juntos e integrante de Pucahuayta, cuenta que durante el proceso de elaboración de sus productos reciben el apoyo de sus familias. Los hombres, cargan la arcilla en costales y la trasladan hasta los talleres; los hijos ayudan a desmenuzarlos con mazos para luego cernirlos; en tanto que ellas las mojan, pisan, amasan, dan forma y finalmente las queman con leña y pajas.
“Pero la producción está a cargo, fundamentalmente, de las mujeres de las familias”, precisa Liz, y agrega que esto permite el desarrollo de una producción significativa en Huarguesh, lo que impacta significativamente en la economía familiar y, además, brinda autonomía y empoderamiento a las mujeres dentro del hogar, pues ellas mismas se encargan de administrar su dinero.
Liz tiene una niña de 10 años llamada Madgyel, que ya está matriculada y pronto retornará a clases. “Como todas las mamás de Juntos, en Huarguesh y en nuestros hogares ejercemos nuestros derechos a la salud y educación. Estos derechos son, al final, los medios para salir de la pobreza de manera permanente”, puntualiza la usuaria.
En Huánuco, Juntos tiene afiliados 45 785 hogares y verifica el uso de los servicios de salud y educación de 95 712 gestantes, niños y jóvenes hasta los 19 años.
(Cortesía Programa Juntos).
