Por Víctor Raúl Osorio Alania (*)
¿Profanadores de tumba? ¿Seguidores de alguna opción teológica? ¿Habrá surgido una nueva logia o clan noctámbulo? ¿Filmarán cierta película fantasmagórica? ¿Cita de enamorados para no ser fastidiados? ¿Magia negra en perjuicio de algún conocido? ¿Travesura de mozalbetes valientes o lo que parece? ¿Quién cursa la invitación reside en el cementerio? ¿“La sociedad de los poetas muertos” en versión nova y adicionada?
Toda hipótesis puede encajar con simetría de quedamos solo con el epígrafe. La mayoría de cementerios del Perú recibe a la distinguida concurrencia en horas del día, pero en determinados lugares de la región Huánuco acostumbran visitar los camposantos en horas de la noche, así ocurre –por ejemplo– en Ambo y Huánuco, ciudades capitales de las provincias del mismo nombre.
Uno de noviembre o fiesta de todos los santos
Acceso noctívago después de las 21:00 horas del uno de noviembre. Estando en la plaza principal de Ambo enrúmbese de este a oeste, por el jirón Progreso; en tanto el jirón Libertad le dejará en la misma puerta. Casi todos van en una misma dirección incluso el céfiro travieso que sale de la unión de los ríos Chaupiwaranqa y Huallaga.
Vivanderas debidamente arropadas, y con la ayuda de menores de edad u otros parientes, expenden productos en tono coloquial y patético. Así ofrecen bajo los tenderetes de color azul:
*Pancita, chunchulín (víscera del ganado ovino). Patitas (extremidades del pollo) acompañado de lechuga o papa sancochada.
*Salchipapas, léase y entiéndase la fusión de salchicha con patata, aunque hay más patata que salchicha y más ilusión que salchipapas.
*Ponche de habas con algo de huevo. Cafecito y chocolate en su máximo hervor. Si coge la taza le endosará calor puro.
*Sándwich de queso, huevo frito y otros.
*Golosinas y dulces afines.
*Shinguirito o chinguirito. Contiene caña hervida y zumo de hierbas. El aroma de las hierbas atrae, si bien la fragancia del cañazo da mucho trabajo al sentido olfativo. Este aperitivo, shinguirito, tiene el mismo nombre y efecto alcohólico en las regiones de Huánuco y Pasco. —Salud por ella que yace junto a nuestro aliento, su sonrisa eterna alienta el recuerdo y una existencia digna.
Por si acaso, cualquier antojo solucionan con prontitud, cuestión de pedir con dinero en mano. Niños vendedores de flores utilizan estrategias de venta cuando surgen competidores. La venta resulta complicada. Perseveran, no vale amilanarse. Un paquete de velas, contiene cuatro unidades, a un sol.
Encima del dintel cuelga un letrero con fecha 1957 y al ir cruzando el umbral de la puerta principal conjeturo que debe ser la época de renovación, ampliación o cambio de ingreso, porque Ambo tiene el prestigio de pueblo antiguo, señero y hospitalario.
Los contados focos de cien watts quedan humillados con la oscuridad del undécimo mes, sin embargo, cientos de velas encendidas crean una luminaria especial en el panteón ambino.
Mirando ese fanal nace una ilusión para el reencuentro cuando suceda la resucitación. ¿Quién dice lo contario? Abstenerse o quedar en silencio son muestras de cortesía.
Con empeño y respeto limpian tumbas, nichos, pabellones, pasadizos. Agüita, trapos limpios, jarras nuevas. Resalta la función comunal-familiar. Manos a la obra, chicas y adultos, varones y mujeres, autodidactas y profesionales. Quejarse implica una fuerte multa o lo regresan a la casa por los caminos pedregosos que vino.
Valiéndose de la escalera –hay varias de propiedad del cementerio– llegan al nicho más alto, para ello la familia hizo turno. Generalmente colocan una vela por difunto.
Los pabellones de paredes temperadas llevan inscripciones de Santos y Santas canonizados por el Vaticano. Fácil de leer, difícil de olvidar. Los nichos más antiguos están contiguos a la capilla, en el pabellón “Virgen del Carmen” para mayores detalles. Cada ángel un protector, cada flor un aroma vivificante, cada cirio la intención de tener luz en medio del recuerdo.
¿Con el tiempo destinarán un pabellón expreso para quienes perdieron la vida con el alud del jueves uno de abril del año 2010? ¿Jueves Santo será la nomenclatura del pabellón? Que descansen en paz, aunque más de una treintena quedaron en la incógnita, vale decir, no fueron enterrados ni ennichados ( ). Sus linajes visitan la zona del alud y el cementerio aludido.
Mirando el infinito, clanes enteros permanecen en estado de autoevaluación. Ponen mantas o costalillos, en el suelo, para sentarse en cuclillas mirando la tumba o el nicho donde reposa quien tomó la delantera.
En honor a la verdad, estirpes provenientes de las comunidades altas, lo hacen con mayor apego a la tradición, sobrepasando su condición de cristianos católicos o cristianos evangélicos. Originales en la parla y vestimenta, originales en la identidad, originales para buscar y dar consuelo. La falta de dinero queda compensada con la visita misma y deja marchito cualquier entredicho.
Mientras avanza la vela de arriba hacia abajo, en los cuatro puntos cardinales, las familias consumen vino, shinguirito, cerveza; por supuesto, hay quienes mastican con unción la hoja sagrada de los incas, fuman cigarrillo sin filtro y algo de cal para dar gusto a la chacchapada (masticada, boleada).
—Mi coquita está dulce, almita del abuelo saldrá contento –afirma un visitante mostrando las bolas a la altura de los carrillos y agrega–. Así se mastica, caray.
—Yo he preguntado por nuestra hermana mayor, viene contenta –suspira una mujer que frisa los treinta años.
Coca, cal, cigarro y caña avisan al punto, cuestión de leer la imagen y decodificar los signos conexos.
Nunca han llevado comida, salvo las vivanderas ubicadas en el frontispicio del cementerio.
Si pretende ingresar a un círculo determinado hágalo previa gestión y preguntando lo necesario. Siendo franco recogerá más de una verdad.
Oportunidad para entrevistar a doña Inocenta Sinche Maximiliano
¿A qué familiar o familiares están acompañando con la velita encendida?
A mi suegro y a mi suegra.
¿Hasta qué hora van acompañar?
Hasta que acabe la vela, después nos vamos a la casa.
¿Mientras esté prendida la velita que están haciendo?
Estamos tomando un vinito.
¿Quién ha regalado el vinito?
Hemos comprado entre todos los integrantes de la familia. Hicimos una chanchita [un óbolo].
¿Hace cuánto tiempo que usted viene al cementerio, cada uno de noviembre, por supuesto?
Debe ser como veinte o treinta años, algo por ahí.
¿La costumbre sigue igual o ha cambiado?
Ha cambiado, ya no es como antes. Antes la gente permanecía hasta la medianoche, una de la madrugada.
¿Qué hacían hasta esas horas?
Estábamos entre familiares, unidos.
¿Qué hacen los que tienen difuntos en otros lugares del planeta? Los administradores del camposanto ambino han acondicionado entre los pabellones “Virgen del Carmen” y “San José”, al ras del piso, candelabros de metal de un brazo y dos brazos, cuya ubicuidad permite llevar la luz de la vela hasta el cementerio que pide en silencio el doliente.
La vela simboliza acercamiento entre el ausente y los presentes, alumbra su camino para que llegue sin percances a su hogar que residió en vida.
La música se hace presente. Artistas de las entrañas de la vida rinden culto a quienes murieron. Unos llegan por cumplir su palabra empeñada, otros arriban por simple afición vinculante a los primeros días del undécimo mes. Hay músicos de banda, orquesta, conjuntos, cuartetos, tríos, dúos, hasta los arrejuntados como expresan nuestros ocasionales amigos y sin olvidarnos de los solistas.
Cantante: —Me acompañas en Lo…
Guitarrista: — ¿Cómo en Lo?
Cantante: —En lo que salga.
Guitarrista: —Mejor sería en Si, séptima nota de la escala musical.
Cantante: — ¿Por qué?
Guitarrista: —Porque los muertitos Si merecen respeto.
Cantante: —Que sea así compadre.
Raleas consanguíneas entran y salen, aunque sonríen la preocupación llevan por dentro.
Dos de noviembre o día de todos los fieles difuntos
El uno de noviembre, en la noche, una vela y una oración; el dos, en el día, flores frescas para oxigenar la memoria.
El día uno, feriado como consta en el calendario gregoriano; entretanto, el uso y exigencia popular ha convertido en feriado el dos de noviembre.
Los camposantos son visitados masivamente, lo mismo pasa en Ambo y Huánuco. Para los adultos depositan margarita, flor morada, duque, relleno, lluvia; si es párvulo, le dejan olfatear el aroma reparador del clavel.
El expendio de flores corresponde a las familias tarmeñas o a las personas que emplean para la ocasión. También aportan con su floridez Raccha (Huácar), Huandobamba (Ambo) y jardines familiares.
Vamos al cementerio… pero de noche, vivencia fascinante que aproxima el tiempo pasado y muestra raíces del árbol genealógico. ¡Anímese!
(*) “El Puchkador de la Nieve”