Las elecciones generales del 2021 están a menos de cinco meses de desarrollarse con la garantía de transparencia que ofreció el presidente interino Francisco Sagasti.
En ese marco, para el 29 de noviembre y el 6 de diciembre, están previstas las elecciones internas por voto directo de sus militantes y mediante delegados, respectivamente; así definir quienes será sus candidatos a la presidencia, vicepresidencias, Congreso y Parlamento Andino.
Son 24 organizaciones políticas expeditas que se inscribieron ante la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe), para cumplir ese cometido. Al momento se puede contabilizar que hay 30 precandidatos a la Presidencia de la República, en la mayoría de los grupos son aspirantes únicos, mientras que en algunos son hasta cuatro. Todo hace indicar que serán más de 20 candidatos, una cantidad inédita en los comicios presidenciales en Perú.
Lamentablemente, el modelo electoral en el Perú no es como en otros países, ya que permite una larga lista de organizaciones de distintas tendencias políticas, cuyas ideologías e intereses son desconocidos. Solo sabemos que los catalogan como de la izquierda, derecha o centro; o centro-derecha, centro-izquierda, derecha radical, etc.; aunque al final todo eso resulta falso, porque se acomodan de acuerdo al candidato del momento.
En esta lluvia de partidos políticos y candidatos, la complicación no solo es para el análisis a fin de conocer el ideario de cada organización -si es que lo tienen- sino que también causa confusión en el elector, toda vez que en muchos casos hay visibles disociaciones entre los directivos de los vientres de alquiler en que se convirtieron las organizaciones políticas, y los candidatos que piensan diferente.
Estos comicios dibujarán un mapa político altamente fragmentado, de líderes sin doctrina, organizaciones poco cohesionadas y con casi nulas convicciones éticas e ideológicas.