La mamografía se consolida como uno de los métodos diagnósticos más efectivos para la detección temprana del cáncer de mama, al permitir visualizar el tejido mamario en profundidad y detalle a través de rayos X de baja dosis. Este examen es crucial para detectar cambios que pueden pasar desapercibidos en una exploración física, proporcionando a las mujeres una oportunidad única para identificar posibles alteraciones en una etapa temprana.
El Dr. Mauricio León Rivera, director médico del Centro Detector del Cáncer, así como director de la Liga Contra el Cáncer y presidente de la Sociedad Peruana de Oncología Quirúrgica, explicó que la mamografía es capaz de detectar varias anomalías en el tejido mamario. Entre estas destacan las microcalcificaciones, masas, distorsiones arquitecturales y asimetrías. “Las microcalcificaciones son pequeños depósitos de calcio que pueden observarse en la imagen como granos de sal. Aunque no siempre son indicio de cáncer, su aparición debe ser evaluada detenidamente”, indicó el Dr. León.
Además, señaló que la presencia de masas o bultos, cambios en el contorno del tejido (distorsión arquitectural) y diferencias en la apariencia de un seno frente al otro (asimetría) son alteraciones que pueden sugerir la presencia de una lesión potencialmente peligrosa.
El proceso de análisis de una mamografía está basado en el sistema BIRADS (Breast Imaging Reporting and Data System), el cual clasifica las imágenes de acuerdo con su probabilidad de ser malignas. El sistema BIRADS incluye categorías que van desde «estudio incompleto» (0), «normal» (I), «benigno» (II), hasta niveles de sospecha crecientes, donde III representa lesiones probablemente benignas, IV sugiere posible malignidad, V implica alta sospecha de cáncer, y VI confirma malignidad con una biopsia previa. Si se detecta una anormalidad en alguna de las categorías más altas, se pueden recomendar pruebas adicionales, tales como una ecografía mamaria, resonancia magnética, o una biopsia, siendo esta última la única forma definitiva para confirmar si una lesión es benigna o maligna.
Para promover una detección temprana y efectiva, el Dr. León sugiere que todas las mujeres inicien el autoexamen mensual a partir de los 20 años y consulten anualmente a un especialista en mastología desde los 30. En mujeres sin antecedentes familiares directos de cáncer de mama o de ovario, las mamografías anuales deberían comenzar a los 40 años; sin embargo, en los casos de riesgo hereditario elevado, se recomienda iniciar estos exámenes desde los 35 años.
Con estas recomendaciones, el Dr. León enfatiza la importancia de la prevención y la detección temprana en la lucha contra el cáncer de mama, recordando que la mamografía no solo puede salvar vidas, sino que además representa una herramienta accesible y eficaz para que las mujeres controlen su salud mamaria.