Donde el español y el quechua conversan: la obra de Vedoco y su casa museo Allpawasi en Tomaykichwa

Por: Jorge Chávez Hurtado

  

En la profundidad del alma de los Andes, en la comunidad de Coquín, provincia de Ambo, nació el 1 de abril de 1939 Víctor Domínguez Condezo, conocido como Vedoco. Desde sus primeros años, su vida estuvo marcada por el horizonte inmenso de los cerros andinos, la poesía ancestral de los vientos, y la sabiduría de sus padres, don Anacleto y doña Francisca, quienes, aunque iletrados, le enseñaron con cada mirada y cada palabra la esencia de la cosmovisión andina. De ellos heredó no solo el amor por la tierra, sino también la voz del quechua y la memoria cultural de su pueblo.

Vedoco, como lo llaman sus amigos, es, ante todo, un puente entre dos mundos, un poeta de sensibilidad finísima y un férreo defensor de la identidad nativa. Estudió en la Universidad del Centro del Perú, en Huancayo, y con el tiempo, su obra se convirtió en un canto constante a la naturaleza y a las costumbres andinas, un lenguaje literario donde el español y el quechua conviven en un equilibrio armónico y único. En sus poemarios, como Entre Orugas (1962) y Wayraviento (1986), resuena el eco del viento, la tierra y el agua, con una ternura que solo un hijo de los Andes podría expresar. Su obra abarca tanto poesía como ensayos y estudios, en los cuales explora los complejos entrelazamientos culturales de la lengua y la identidad andina.

El pasado viernes primero de noviembre, Día de la Vida, Vedoco abrió las puertas de su casa museo, Allpawasi, en la localidad de Tomaykichua. Allpawasi no es un museo convencional; es un santuario de la memoria cultural, un espacio de resistencia y reverencia. Allí, entre paredes cargadas de historia y arte, los visitantes pueden encontrar piezas traídas de todo el Perú, de la América Andina —Abya Yala— y también de Europa, frutos de sus viajes de investigación y turismo cultural. Cada objeto tiene un relato, cada piedra una canción.

El maestro Vedoco ha transformado su hogar en un refugio para la cultura viva. Los sábados y domingos, Allpawasi se convierte en un faro para sus visitantes, y de lunes a viernes, abre sus puertas a estudiantes, invitándolos a explorar la herencia que comparten y a reconocer su propia identidad. La casa museo alberga una colección etnográfica que celebra la diversidad de las expresiones artísticas: desde la literatura oral hasta la cerámica, desde el tejido hasta la danza y la pintura. Vedoco desea que Allpawasi sea un lugar donde los visitantes puedan reencontrarse con el arte, la naturaleza y su lado emocional, el “lado derecho de nuestras mentes”, como él lo llama.

En los terrenos de Allpawasi, la ecoagricultura florece, y el maestro cuida cada rincón para preservar las plantas medicinales y los espacios de meditación. Bajo el cielo andino, el visitante puede detenerse a reflexionar, a sentir el pulso de la tierra y el murmullo de la vida en armonía con la naturaleza. Vedoco invita a quienes cruzan el umbral de Allpawasi a ser parte de un proceso creativo, a pintar, escribir, imaginar y redescubrir el mundo desde nuevas perspectivas, ya sea a través de una fotografía o de una obra de cerámica.

En este espacio, donde conviven arte, historia y ciencia andina, Vedoco es tanto un guía como un guardián de los saberes ancestrales. Cada exposición en Allpawasi revela las narrativas de su tierra y de sus gentes, el tejido de historias que ha ido entrelazando a lo largo de los años y las piedras significativas que ha traído de cada viaje. La colección no es solo una muestra de artefactos; es un testimonio de la resistencia y la profundidad de la cultura andina.

Vedoco, con su inquebrantable espíritu, nos recuerda que la cultura es un árbol de raíces profundas, y que solo quienes conocen y respetan su historia pueden sostener su crecimiento. Allpawasi es, en definitiva, un lugar de encuentro y reconciliación con nuestras raíces. Aquí, el maestro Vedoco sigue cantando a los Andes, a la vida y a la humanidad, con la voz poética y sabia de quien ha bebido de la fuente de la sabiduría ancestral y la ha transformado en arte viviente.

Luego de la entrevista periodística y un abrazo afectuoso, nos despedimos del maestro, llevándonos el eco de su sabiduría. Caminamos en silencio, reflexionando sobre la dimensión espiritual y cultural de un hombre como Vedoco. Imaginamos cómo Huánuco sería distinto si contara con diez personas de su talla, guardianes de la historia y esencia andina. Vedoco, con su amor por la tierra y su legado, inspira a su comunidad a redescubrir sus raíces y a valorar el inmenso patrimonio que les ha sido confiado.

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