En Huánuco, como en todo el Perú y el mundo, el coronavirus sigue dejado a muchas familias desintegradas. Un
terrible mal que no ve raza, religión, ni condición económica. Muchos son los casos, muchas las circunstancias y la forma cómo les toca a cada quien. Esta es la historia de los hermanos Medina Padilla, miembros de la Policía Nacional, quienes aún no salen de la pesadilla que les tocó vivir; el maldito virus, se llevó a sus padres.
El suboficial de Primera (S1) de la PNP, Edgar Medina Padilla con doce años de servicio en la Policía Nacional, desde noviembre del 2019 presta servicio en la comisaría de Cayumba, perteneciente a la División Policial de Leoncio Prado y su hermano José Luis, es un suboficial de tercera y trabaja en Lima, pero a la fecha está cumpliendo aislamiento domiciliario por haber dado positivo para el SARS-COV-2.
UNO TRAS OTRO. Pese al dolor indescriptible por la pérdida de sus padres, Edgar cuenta orgulloso que, su papá el superior de la Policía, José Lorenzo Medina Gutiérrez (58) era egresado de la antigua Guardía Civil y prestó servicios en Mazamari. En 1986 llega a trabajar a Tingo María y desde la creación de la Unidad Móvil Policial para Aéreas Rurales (UMOPAR) prestaba servicio en dicha unidad.
Hasta el 2018 trabajó en la Dirandro Tingo María, donde realizó importantes intervenciones en Ayacucho, Puno y otras partes del país. Una resolución emitida por el comando policial disponía su cambio a la Libertad, pero debido que su esposa Maritza Padilla Grandez, en el 2016 habría sufrido un derrame cerebral causando una discapacidad limitada, José Lorenzo pide una audiencia con el jefe policial y expone su situación, informando que de efectuarse el cambio su esposa quedaría desamparada, debido que no tenían familia en Tingo María.
Maritza era natural de Pucallpa y José Lorenzo de Puno. Entendiendo la situación, el superior es reasignado a la Unidad de Servicios Especiales (USE) de Tingo María, donde estuvo prestando servicios hasta la llegada de la pandemia marzo 2020.
Debido que Medina Gutiérrez era diabético, su institución en mayo opta por aislarlo considerando que era una persona vulnerable. “Mi papá cuidaba a mi mamá porque ella tenía discapacidad. Ambos estaban en la casa y como no tenemos familia en Tingo, él salía a comprar y seguramente ahí contrajo la enfermedad”, cuenta Edgar.
PESADILLA. El 4 de julio inicia la pesadilla para los hermanos Medina Padilla. “Mi hermana llega de Pucallpa y yo bajo de Cayumba porque mi mamá estaba mal, la llevamos al hospital, donde le realizan la prueba rápida, pero sale negativo, pero debido que su saturación era baja optan por internarla en e hospital Covid-19 de Tingo María. Mi papá estaba preocupado y el 6 de julio a las 6:00 de la mañana mi mamá falleció y a esa misma hora, mi padre era internado de emergencia sin saber que ella estaba muerta”.
Continua. “Mi hermano (José Luis) llega de Lima para enterrar a mi mamá y mi papá continuaba internado. Un médico de confianza nos dice que, si podemos trasladarlo a un hospital de mayor complejidad, porque su salud estaba empeorando y los de la Sanidad nos indican que no hay camas y no correspondía llevarlo a Pucallpa, porque pertenecía a otro departamento (Ucayali). Estábamos preocupados sin saber que hacer, hasta que un médico que era muy amigo de mi padre consigue la cama y nos dice que él iba autorizar su traslado”, narra el suboficial.
Asimismo, explica que, tras encontrar una cama disponible en el hospital de Pucallpa, el problema era la ambulancia. Llamaron a Saludpol para que les apoyen con el traslado, después de días y horas pérdidas en los trámites burocráticos, aceptaron llevar al superior de la Policía, pero el problema era el balón de oxígeno que la sanidad no quería entregar, sin antes firmar un documento de compromiso para devolver.
El 10 de julio a las 10:00 de la mañana el agente que sirvió 34 años a su país fue llevado a Pucallpa con la esperanza que pueda vencer al coronavirus y pueda volver a abrazar a sus hijos, pero lamentablemente no ocurrió.
“Cuando llegamos a Pucallpa el médico Ricardo Muñante Meneses me dice que a mi padre lo estaban tratando como un paciente ambulatorio y recomienda cambiar de medicamento para internarlo en una cama intermedia. Me dio la receta para comprar Tocilizumab (fármaco para tratar Covid) y por las dos ampollas pagué 3,888 soles. Luego de suministrarlo hubo una pequeña mejora, pero el 13 de julio recae y tuvieron que conectar un respirador artificial en UCI, donde con el pase de los días mejoraba un poco, luego recaía hasta que el 21 de julio a las 8:45 de la noche me llamaron para informar que mi padre había fallecido”, relató con la vez entre cortada.
Cuenta que, respetando los protocolos de salud, tuvieron que sepultar a su papá en un cementerio de Pucallpa, pero esperan que cuando cumpla un año, puedan traer los restos a Tingo María, donde está enterrada su madre. “Ellos dos se cuidaban, eran el uno para el otro, por eso estoy seguro que mi padre se fue para seguir cuidando al amor de su vida, en el más allá”, dice su orgulloso hijo.
CON HONORES. Aún con la herida abierta por la muerte de sus padres, Edgar, agradece las facilidades que sus superiores le dieron para estar al lado de su papá hasta el último momento que fue cuando personal del hospital regional de Pucallpa le llamó para informar que, el superior José Lorenzo Medina Gutierrez conocido cariñosamente por sus amigos como “Pelitos”, había dejado de existir para estar al lado de su esposa.
El fin de semana, una comitiva encabezado por el comandante PNP Siu Romero, llegó al sector Villa Piña Mz. F Lte. 12 en Tingo María, para entregar la bandera y el kepí a los hijos del superior caído víctima de Covid-19. En la ceremonia, llenos de orgullo por lo que hizo su padre, pero con el corazón y alma desgarrados de dolor, estaban Edgar, Claudia y José Luis, los tres hijos de José y Maritza, quienes partieron hacía la eternidad.