Por Elizabeth Saly Deza Laurencio*
Vivimos ya, muchos años de frescas mañanas que vienen y se van. Vivimos aventuras y desventuras que nos llenan y nos vacían de miedos y prejuicios. Vivimos y no vivimos a la vez. Dicen, sucede por falta de equilibrio y estabilidad.
Para el escritor francés Voltaire “El arte de la medicina consiste en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad.” En su opinión, al igual que muchos médicos, la naturaleza contiene elementos benéficos que otorga salud y bienestar al hombre; pero los mismos seres humanos, tergiversamos todo en cuestión de ignorancia, esparcimos el mal, los defectos y las malas vibras.
Se sabe que existen diferentes tipos de enfermedades, pero las enfermedades más raras que se están esparciendo en el mundo son de carácter político y religioso. Muchos imploran salvación al Omnipotente por la llegada de la nueva edad media; algunos, en las iglesias predican las sagradas escrituras mostrando a la enfermedad del Coronavirus como señal de la llegada del supuesto Fin del mundo; y otros, aprovechan el acontecimiento para sumar conjeturadas amistades y hacerse de las suyas para pisar el poder peruano.
Y nosotros ¿Qué estamos haciendo? ¿Hacia dónde nos dirigimos? O, mejor dicho, ¿quién nos dirige? Naturalmente, todos queremos vivir en un país próspero, moderno, justo y eficaz; son deseos que siempre han vivido en el corazón de nuestros hermanos del ayer, de los ya idos. Y, como hijos heredamos esos deseos, sin embargo, solamente vemos cómo se han ido propagando las enfermedades de corrupción y de burocracia, como consecuencia de gobiernos que ahora están presos o prófugos de la justicia.
Irónicamente tenemos muchos aspirantes a la presidencia, que alegremente van exponiendo sus propuestas y la supuesta lucha contra la corrupción; no estamos en contra de lo que ellos hacen, de alguna manera, es lo correcto. Sin embargo, lo que al pueblo peruano le molesta es que no hablen claro y que se valgan de falsos testimonios o falsas experiencias para enceguecer aún más a las personas que se encuentran en los lugares más pobres, más decaídos y más alejados. Si nuestra intención, como país, es tener un gobierno firme y con buenas decisiones para el progreso del país, lo más importante es acabar con la corrupción, puesto que es (según Mario Vargas Llosa) un ácido o una enfermedad que destruye completamente a la sociedad y debilita la confianza del pueblo.
Si bien, el hierro se corrompe cuando se oxida; en efecto, la corrupción también nace por falta de salud en el acto de gobernar. Las enfermedades siempre aparecen, y solo los corazones inmunes evitarán que estas se propaguen en grandes cantidades; y la crisis de gobierno sucede solo cuando éstas toman poder y se aferran a la ambición de unos cuantos, amordazando, enmudeciendo, silenciando o asustando a los nuestros. Por eso, en mi opinión, la crisis de Salud que hoy estamos viviendo no solo es de carácter físico, emocional o espiritual, sino de carácter político.
Aldous Leonard dijo: “La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano.” Debido a múltiples factores del momento, considero que es importante autoanalizarnos, ver y reconocer qué tipo de enfermedades llevamos con nosotros y las propagamos sin querer. Es un dilema saber en qué circunstancias de la historia una persona se convierte en víctima de lo a muchos les hace bien.
*Docente Bachiller de Lengua y Literatura. Escritora Pachiteana, integrante de la AEH (Asociación de Escritores de Huánuco).