ENTRE PLUMA & PAPEL
Su niño, el pequeño de su barrio, aquel que llegó a su mesa a pedirle “su voluntad”, ese mismo chiquillo a quien usted atendió en el hospital cuando nació, a quién usted dictó en el jardín de niños, a quien usted le sonreía por su inocencia y su dulzura de niño, ese mismo, ahora anda por las calles, perturbando la paz y la tranquilidad del resto.
Los “jaladores” son personas que suelen ganarse el pan del día, a través de su rapidez, son personas que en cuestión de segundos pueden quitarle las compras, las carteras y los celulares. Es incómodo, molesto y detestable sentirse víctima de esos ladrones, que paran en las esquinas observando y esperando dar en el blanco a aquel que, posiblemente, ya lo haya visto minutos antes. En cuestión de segundos, ejecutan sus planes y así poco a poco van llenando sus cestos con dinero mal habido. Entonces ¿Qué hacer frente a estas situaciones? ¿Dejar que el clan de ladrones crezca? O simplemente, ¿erradicarlos?
“La gente no roba por necesidad, por necesidad la gente se levanta temprano y va a trabajar, no romanticemos la delincuencia. La gente de valores vende comida, dulces, cosas pero jamás roba”; publicó Silvia Simbron en su cuenta de twitter en el 2011. ¿Será verdad? Estimado lector ¿cree usted que la gente joven de hoy roba por necesidad? Y de no ser así, ¿a qué se debe tanta delincuencia en el país y en la región? Estas y muchas interrogantes han de surgir siempre en nuestros alrededores, las mismas que se pierden entre ellas.
Si fuéramos a investigar con mayor profundidad las causas que generan el crecimiento de la delincuencia en el país, nos toparíamos con una y mil historias de jamás acabar; algunas tristes y otras increíbles. Por ejemplo, según las encuestas, entrevistas y los reportajes realizados hasta el momento, generalmente los delincuentes surgen de hogares deshechos, de padres negligentes, sin carácter e ignorantes en cuestión de valores y el amor.
Si nos lanzamos a erradicar problemas de la delincuencia, que son fuentes de angustias y temores, no lo lograremos con señalarlos, con decirles adjetivos o escribir sobre ellos, o simplemente con denunciarlos, porque esto se generó en casa, nació de la familia y por falta de una educación moral… Este es un asunto que las autoridades no podrán dominar, porque en el tiempo tomó peso y poder. Sin embargo, considero que sí es correcto implementar nuevas estrategias para una buena educación, moldear la actitud de cada estudiante, haciendo caso el contexto donde habitan y personas que los rodean. Solo así se podría dominar la delincuencia, más aún la delincuencia juvenil.
Para evitar que las calles o que el Mercado Modelo esté libre de delincuentes, no siempre es bueno estancarse con una sola idea de solución, sino, también es importante considerar otras alternativas de mejora; y de paso, tal vez, tomar en cuenta que al igual que la delincuencia hay otros asuntos que observar y resolver. Por ejemplo, muchos consideran que el desempleo juvenil es la principal causa de la delincuencia común, ¿será verdad? Tal vez sea así.
En síntesis, posiblemente ya pasamos muchas veces por los ojos de los famosos “jaladores”, y ya hemos sido su víctima, de ser así, debo comprender sus enojo, su ira y esas ganas que tiene de ver a todos sobre las rejas; es un deseo de todos, pero siempre será imposible lograrlo mientras sigamos incentivando a los hijos, sobrinos y nietos a llegar a casa con cosas ajenas.
*Docente Bachiller de Lengua y Literatura. Escritora Pachiteana, integrante de la AEH (Asociación de Escritores de Huánuco).