A inicios del 2018, la dramática caída del precio de la papa a 0.20 céntimos el kilo fue la detonante de protestas campesinas en varias regiones del país, entre ellas Huánuco, exigiendo una solución pronta al problema. La situación provocó pérdidas cuantiosas para pequeños y medianos agricultores que son la gran mayoría del agro nacional. La “solución” planteada por el Ministro de Agricultura en ese entonces fue la compra de papa.
Ayer, los agricultores y principalmente productores de papa, se declararon en paro regional indefinido, exigiendo la implementación de la Ordenanza Regional 023 que declara en estado de emergencia el sector agropecuario y la seguridad alimentaria. Una de sus principales demandas es la compra de sus cosechas.
Si bien el problema no es igual al del 2018, porque esa vez fue la caída de precio ante la sobreproducción de papa que los llevó a una difícil situación; la actual coyuntura por la pandemia del Covid-19, empujó a muchos sectores a enfrentar difíciles momentos, entre ellos a los hombres del campo. Sin embargo, hay un pedido similar: la compra de sus productos.
En ambos momentos, sin duda, esa salida facilista de buscar la compra momentánea de sus productos es equivocada, porque no ayuda a visualizar soluciones que permitan avanzar en atender el problema de fondo que tiene que ver con la postergación de un sector mayoritario del agro nacional, cual es la agricultura familiar campesina y los pequeños productores.
Las protestas y la presión de las organizaciones agrarias deben encaminarse para exigir políticas agrarias claras dirigidas a los menos favorecidos del sector, mayor presupuesto que se reflejen en obras de envergadura, proyectos de inversión sostenibles, asistencia técnica, apoyos planificados y organizados; y voluntad política para implementarlas.