DOXA URBANA: papa quemada

 

 

 

Doenits Martín Mora

 

 

Tras cinco días de huelga los agricultores retornaron a sus chacras. El único acuerdo que obtuvieron fue en el segundo día de paro, cuando el gerente de Planificación y Presupuesto del Gobierno Regional, Fidel Montes, accedió aumentar el presupuesto para la compra de productos de un millón a tres millones de soles.

Juan Alvarado se había reunido con los dirigentes de los agricultores mucho antes. Ellos anunciaron la huelga el 23 de noviembre. ¿Acaso no pudo concretizar el aumento con ante lación para evitar la movilización social y la zozobra por el incremento de contagios en esta pandemia insuperada?

Incluso culpó a Edwin Miranda, secretario técnico del Comité de Gestión de los agricultores, de mal informar a estos, como si no hubiese más dirigentes en el comité y los campesinos asociados le creerían a pie juntillas. ¿Estaría suponiendo que la gente del campo es ingenua e ignorante?

A estas alturas, no es posible negar la ineptitud de Juan Alvarado. La pandemia, la planta de oxígeno, esta huelga, son lastres que le perseguirán cada vez que recuerde su cargo. Pero en esta ocasión por lo menos hubiese preferido apoyar a los campesinos: el que proviene de La Unión. En lugar de asistirlos, continuó atacándolos.

“Solo son paperos”. “La papa no es lo único que produce Huánuco”. Los productores del Alto Huallaga y Monzón confirmaron su presencia. El cacao tiene problemas de plaga de la Carmenta, el café de la roya; la arveja, habas y el olluco, además de la papa, cayeron de precio. ¿Con que corazón se ensañó así contra los agricultores?

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“Los treinta millones de soles ya están destinados para proyectos”, adujo. “Compra de materiales”. Como qué, por ejemplo: 21 tractores con seis millones de soles. Fierro y cemento. Proyectos para adecentar y maquillar su gestión descalabrada, no para el olvido, sino para el arrepentimiento. Él mismo aceptó no estar preparado para el cargo. ¿Por qué no cede el puesto, burrernador?

Es fácil comprender que la pandemia afectó a todos y peor aún a los más pobres. Pero los agricultores continuaron produciendo para tener nuestras ollas llenas. Ahora sus pérdidas ascienden a más del 50% de lo invertido. Van a continuar rematando sus productos en el mercado. No te alegres por pagar menos o

regatees sus productos. Sufren como cualquiera a quien se le desprecia el trabajo sacrificado y honesto.

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