Una intensa ola de calor golpea Francia esta semana, con temperaturas que superan los 40 °C en varias regiones y han obligado a declarar alerta roja en 14 departamentos del país. París, aunque en alerta naranja, también enfrenta temperaturas extremas que rondan los 37 °C, mientras las mínimas no bajan de los 23 °C.
Este martes 12 de agosto ha sido el día más caluroso hasta ahora, con récords históricos en ciudades del suroeste como Burdeos (41,6 °C), Angulema (42,3 °C) y Sauternes (42,5 °C). La agencia meteorológica Météo France prevé que esta segunda ola de calor del verano se prolongue al menos hasta el fin de semana, e incluso podría extenderse hasta el 19 o 20 de agosto.
Las autoridades han adoptado medidas urgentes para proteger a la población. En París, se han habilitado piscinas y balnearios sobre los ríos Sena y Marne con acceso gratuito, y se han extendido los horarios de apertura de parques y espacios verdes. En otras ciudades como Lyon y Burdeos, se han abierto albergues para personas sin hogar y se han restringido actividades al aire libre durante las horas de mayor calor.
El Ministerio de Salud ha advertido que cualquier persona, incluso joven y sana, puede sufrir un golpe de calor si no toma precauciones. Se recomienda evitar la exposición directa al sol, mantenerse hidratado y limitar las actividades físicas en las horas más calurosas del día.
La ola de calor también ha generado incendios forestales en el sur de Francia, donde se mantiene bajo vigilancia un siniestro que ha consumido más de 20,000 hectáreas en Aude. Además, se han suspendido trenes de largo recorrido por fallos en los sistemas de aire acondicionado y se han impuesto restricciones en el uso de agua.
Expertos advierten que estos fenómenos serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Según Météo France, las temperaturas de verano en Francia, que antes oscilaban entre 25 °C y 30 °C, ahora se sitúan regularmente entre 30 °C y 35 °C, y los episodios de más de 40 °C se están volviendo comunes.
Francia enfrenta así un desafío urgente: adaptarse a una nueva realidad climática que exige medidas estructurales, conciencia ciudadana y políticas públicas sostenidas para mitigar sus efectos.
