Emociones como el aburrimiento, estrés, ansiedad, ira, enfado y baja autoestima son algunas de las situaciones que llevan con más frecuencia a una persona a ingerir alimentos de forma impulsiva. A esa manera desmedida de comer, vinculada con las emociones negativas y con un falso bienestar se le conoce como hambre emocional.
“Diferenciar el hambre real del hambre emocional es primordial en estos casos. Debemos tener en cuenta que cuando el organismo tiene sensación de hambre, esta será limitada. Sin embargo, cuando la persona siente unas intensas ganas de comer a pesar de haber ingerido la cantidad adecuada de nutrientes y sus ganas de comer están dirigidas a la comida chatarra, como helados, dulces y golosinas, estamos hablando de un hambre falsa que tiene por finalidad llenar el vacío emocional que la persona siente”, señala la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Norbert Wiener, María Elena Escuza.
Por ello, la especialista nos brinda cinco recomendaciones para controlar este tipo de hambre causada por la ansiedad:
– No se someta al impulso: al sentirlo, obviamente de manera imprevista, considere que lo mejor es esperar. Realizar otra actividad como leer, hacer actividad física o escuchar música relajante te ayudará a distraer la mente de las sensaciones negativas, principalmente, de la sensación de hambre.
– Incremente el consumo de líquidos: es primordial tener en cuenta que ante la necesidad de ingerir alimentos se debe tener al alcance agua, ya que muchas veces la mente confunde la sensación de hambre con la de sed; además, ello lo mantendrá hidratado.
– Equilibrio en la dieta: resulta importante seguir una alimentación equilibrada y variada, en la que podrá consumir todos los nutrientes necesarios para que su cuerpo y mente tengan un buen estado físico. Además, hay estudios que aseguran que una salud mental estable se asocia a una dieta equilibrada.
– Ojo con el hambre falso: tener suma atención a qué es lo que desencadena el hambre falsa y qué sentimiento negativo trae consigo esa sensación. Al identificar la situación, se podrá tener un mejor control.
– Buscar relajarse: relajarse con una ducha de agua caliente o tibia resultará favorecedor para calmar las ansias de comer sin necesitar recurrir a la comida. Una ducha es mucho más que un hábito de higiene porque su influencia en el organismo genera equilibrio y bienestar.
¿SABÍAS QUE?
*El hambre por ansiedad se puede prevenir teniendo un mayor equilibrio emocional, ya que permite que una persona se alimente mejor. Además, la práctica de deportes libera endorfinas, neurotransmisores que producen serenidad.
*Asimismo, es importante conocer los alimentos, saber cuáles podrían convertirse en nocivos para la salud y someterse a chequeos médicos.