Un estudio realizado en la provincia de Sichuan, China —reconocida por su gastronomía intensamente picante— ha revelado que el consumo habitual de alimentos con picante podría estar vinculado a una mejor salud cardiovascular y cerebral. La investigación, desarrollada por el Colegio Médico de Chengdu en colaboración con centros regionales de prevención de enfermedades, analizó durante más de dos décadas los hábitos alimenticios de más de 50,000 residentes del municipio de Pengzhou.
Los resultados indican que quienes consumen comidas picantes entre seis y siete veces por semana presentan un riesgo significativamente menor de padecer enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. En concreto, se observó una reducción del 11 % en el riesgo general de estas afecciones, un 14 % menos de probabilidad de sufrir cardiopatías isquémicas, un 12 % menos de enfermedades cerebrovasculares y hasta un 15 % menos de riesgo de ictus isquémicos.
El estudio también destaca que los beneficios se mantienen independientemente del tipo de picante consumido, ya sea en forma de chile fresco, seco, en aceite o en salsa. Los investigadores sugieren que la capsaicina —compuesto activo responsable del sabor picante— podría desempeñar un papel clave en la protección del sistema cardiovascular, al favorecer la dilatación de los vasos sanguíneos y contribuir a la reducción de la presión arterial.
Aunque los hallazgos son alentadores, los autores del estudio advierten que aún se requieren más investigaciones para comprender con precisión los mecanismos detrás de esta asociación. También señalan que factores como la cantidad ingerida, la tolerancia individual al picante y otros hábitos de vida podrían influir en los resultados.
Este estudio se suma a una creciente línea de investigación que explora cómo ciertos componentes de la dieta tradicional pueden tener efectos positivos sobre la salud, especialmente en regiones donde el consumo de picante es parte integral de la cultura alimentaria.







