
Un estudio publicado recientemente en The British Medical Journal advierte que consumir papas fritas tres veces por semana incrementa en un 20 % la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2. Este riesgo aumenta hasta un 27 % cuando la ingesta alcanza cinco veces por semana.
La investigación comparó diferentes métodos de preparación de la papa y concluyó que no todos implican el mismo nivel de riesgo. Las papas cocidas al horno, hervidas o en puré no mostraron un aumento estadísticamente significativo en la probabilidad de padecer esta enfermedad. En cambio, sustituir las papas hervidas por arroz blanco sí se asoció con un mayor riesgo.
“La forma de preparación es clave. El consumo excesivo de papas fritas se relaciona de manera consistente con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, mientras que las versiones hervidas, horneadas o en puré no presentan esa asociación, o lo hacen en menor medida”, explicó Roger Albornoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad María Auxiliadora.
El estudio también analizó el impacto global de todas las formas de consumo de papa, y encontró un incremento general del riesgo de aproximadamente 5 %, impulsado principalmente por la fritura. Cocinar en aceite, con su elevado aporte calórico, mayor contenido de grasas y sal añadida, fue el método más claramente vinculado al aumento del riesgo, en comparación con preparaciones de bajo contenido graso.
Los investigadores señalan que este efecto podría explicarse por el exceso de calorías, grasas y sodio, elementos que favorecen el aumento de peso y las alteraciones metabólicas. No obstante, aclaran que esta hipótesis se basa en estudios previos y no fue directamente evaluada en la investigación actual.
Alternativas que disminuyen el riesgo
El análisis también reveló que reemplazar las papas fritas por cereales integrales puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Este cambio disminuye el riesgo general en un 8 %, y específicamente, sustituir papas fritas por granos integrales lo reduce hasta en un 19 %.
“La sustitución por cereales integrales no solo implica menos calorías y grasas, sino que también aporta fibra y micronutrientes con efectos protectores frente a la diabetes”, agregó Albornoz.
Los autores del estudio advierten que, al tratarse de una investigación observacional, no puede establecerse una relación causal definitiva. Recomiendan interpretar los resultados en el contexto de la dieta total y los hábitos de vida de cada persona.
Este trabajo ofrece evidencia relevante sobre cómo las decisiones alimentarias cotidianas pueden influir en la salud a largo plazo. El estudio refuerza la importancia de considerar no solo qué alimentos se consumen, sino también cómo se preparan, como parte de una estrategia integral para prevenir enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.