A la larga lista de males en los que interviene directamente, como el cáncer de pulmón y de garganta, bronquitis, asma, trastornos del corazón, insomnio y hasta disfunción eréctil, pocos saben que el tabaco también debilita seriamente el sistema auditivo.
Y este problema no solamente afecta al fumador, sino también a todos los que rodean a la persona que fuma.
LESIONANDO LOS OÍDOS
Luis Verástegui Barahona, reconocido especialista en audiología, explica que está médicamente comprobado que los componentes químicos del cigarrillo, como el arsénico, el cloruro de vinilo, el amoníaco y la nicotina, también son ototóxicos, es decir, perjudiciales para el oído. Y es que, explica, provocan directamente una disminución de los niveles de oxígeno en la sangre y generan estrechamiento de los vasos sanguíneos.
En el sistema auditivo, este hábito ocasiona que las células y la cóclea (transforma los sonidos en mensajes nerviosos y los envía al cerebro), reciban menos flujo sanguíneo, razón por la cual los oídos dejan de funcionar correctamente.
La nicotina, añade, afecta a los neurotransmisores en el nervio auditivo, que se encarga de transmitir al cerebro los impulsos nerviosos en que se han transformado las ondas sonoras y, por tanto, de informarle del sonido que está recibiendo. Con esta afectación, la interpretación de los sonidos no será precisa e incide directamente en la capacidad de comprensión del habla.
“Considerando un consumo promedio de cuatro o cinco cigarrillos al día, el fumador puede presentar malestares como: tinnitus, zumbidos, mareos, vértigo, dolor de cabeza y, en casos más graves, sordera. De cada diez fumadores, seis tienen riesgo de pérdida auditiva”, advierte Verástegui Barahona, director del centro audiológico AudiPhone.
FUMADORES PASIVOS
Pero el tabaquismo no solamente es un riesgo para aquellos que fuman, sino también para las personas que reciben el humo, los comúnmente llamados fumadores pasivos. Y es que, el humo del tabaco daña también el flujo sanguíneo de los pequeños vasos del oído y termina afectando la capacidad de escuchar.
Quienes permanecen diez o más horas expuestos al humo del tabaco tienen hasta un 60% más de riesgo de sufrir pérdida auditiva, según un estudio elaborado recientemente en Japón y publicado en Nicotine & Tobacco Research.
“Uno de los síntomas más comunes en este grupo de personas se observa cuando dejan de escuchar con claridad las voces agudas, tanto de niños como mujeres”, añade Verástegui Barahona.
El riesgo es acumulativo. Fumar, en combinación con otros factores de riesgo de pérdida de audición, como el ruido fuerte, aumenta el peligro. El tiempo que una persona fuma y la cantidad de tabaco consumido también afectan. Reducir la frecuencia y la cantidad puede ayudar a la audición del fumador y dejar de fumar por completo puede mejorar drásticamente su salud auditiva, finaliza el audiólogo (elperuano.pe).