Homenaje a nueve años de su muerte
Por: Jorge Chávez Hurtado
En el corazón de la exuberante provincia de Pachitea, con su capital Panao, un alma sensible y prolífica nació el 15 de junio de 1942. Wilde Alejandro Palomino Ánderson, un nombre que resonaría eternamente en las colinas musicales de Huánuco. Pero, como todo poema, la vida del maestro Palomino también encontró su último verso en la fatídica madrugada del 17 de noviembre de 2014, a la edad de 73 años, dejando un eco inextinguible en los corazones de los melómanos amantes de la música huanuqueña.
Fue una mielodisplasia, una enfermedad que tejía su sombra en la médula y en flujo de su sangre, lo que silenció la voz y la guitarra del ilustre cantautor. Sin embargo, su legado, en forma de notas y versos, vive en cada acorde que se escucha en las emisoras que promueven la difusión de la exquisita esencia de la música huanuqueña. En cada verso, en cada acorde, palpamos la esencia de un hombre que vivió y respiró para la creación sonora.
Wilde Palomino Ánderson, más que un compositor prolífico, fue un arquitecto de sueños sonoros. Sus creaciones como «Hacia otro Mundo», «Huanuqueña por ti», «Jala y Tira», «Como Azucena», “Te recuerdo”, “Venicia” y entre otras, son verdaderas joyas que han ennoblecido la cultura musical huanuqueña. Un hombre de espíritu sensible, capaz de desbordar versos floridos y poéticos en homenaje al amor y a la tierra que lo vio nacer y florecer.
Fue parte fundamental de conjuntos musicales de renombre como el Centro Musical Melodía Huanuqueña y el Centro Musical Huánuco, su arte creativo resonó en discos exitosos, dejando una huella indeleble en el pentagrama de la música huanuqueña. Desde sus primeras grabaciones en el long play del doctor Marcial Gayoso, 1973 aproximadamente, hasta su último suspiro creativo plasmado en el disco compacto «Canto a mi Tierra», Palomino Ánderson fue un incansable viajero por las notas musicales que hilvanan nuestra identidad cultural.
El yaraví, género musical peruano romántico y triste, también se rindió ante su pluma y guitarra, demostrando que la versatilidad de Wilde Palomino Ánderson no conocía límites. Vivió para la música, inmortalizando sus creaciones en vinilos de época y adaptándose a los tiempos modernos con la transición al formato compacto en los últimos compases de su vida.
Al conmemorarse el IX aniversario de su partida, el programa de radio «De Cantos, Calles y Campos» se convierte en el escenario de un emotivo tributo. El sábado 18 de noviembre, a partir de las 9:00 a.m. a través de los 96.1 f.m. de Radio UNHEVAL, la evocación se viste de música para honrar al genio creativo, al maestro que sigue vivo en cada acorde, en cada eco de las estribaciones andinas de Huánuco.
Sus restos descansan en el cementerio Jardines de la Esperanza de Huánuco, pero sus hermosas canciones, esas melodías y versos que tejieron historias y emociones, viven en el corazón de los amantes de la música huanuqueña. Los hombres pueden pasar, pero las extraordinarias obras de Wilde Palomino Ánderson perduran como faros que iluminan eternamente nuestra identidad, nuestro sentir, y nuestro arraigo a las melodías que nos definen como una sociedad con identidad musical.
RENACER
Autor: Wilde Palomino
Volaré aun cuando mis alas
se hallan ya sin lozana pluma
a buscar un nuevo cariño
que me llene de ilusión el alma.(Bis)
Trataré que este pecho herido
vuelva al fin de su agonía. (Bis)
Cantaré himnos de alegría
bajo el cielo donde he nacido. (Bis)
HABLANDO
Qué hermoso es soñar y vivir de nuevo
qué dicha la de tener un sueño
qué aliento, qué loco empeño
gritar al mundo: ¡vivo, vivo y quiero!
CANTANDO
Ven amor, prenda adorada,
dale vida a este amor que muere. (Bis)
Yo seré un barco enamorado
tú serás luz de mi alegría. (Bis)
Tierra mía, tu hermoso paisaje
llena mi alma de luz y armonía. (Bis)
Y mi Dios me colma de dicha
y termina con mi cruel condena. (Bis)
Quiero dar cariño por última vez
más si lo maltratan será su final. (Bis)
Renazco a la vida solo para ver
Si hay un corazón que me dé su amor. (Bis)