(Capulí, Vallejo y su Tierra)
Por: Víctor Raúl Osorio Alania*
Susurros éditos formulan para ellos, inéditos para muchos de nosotros. El agua compite con su propio sonido, su meta es llegar al océano y regresar más límpido; los insectos jamás llegan a contraindicativos, porque valoran su hábitat; arboles mantienen señal aflautada (aguda) o rinolalia (voz nasal a consecuencia del hueco de la capa de ozono), las nubes son pijamas de aves nómadas, en tanto, el suspiro arropa a sedentarias volátiles.
Marco una pausa necesaria para abordar la trayectoria del Dr. José Manuel Alomía Lucero, nació en la villa de Huánuco en 1966, estudió en la Universidad Nacional “Hermilio Valdizán” de Huánuco, en la fecha, profesor asociado de la Universidad Nacional del Centro del Perú, en la Facultad de Ciencias Agrarias de Satipo. Él tuvo la gentileza de atender nuestra curiosidad lectoral, en el acto, ausculto dos producciones literarias.
SATIPO
Kanoja Sati o Crónicas de Satipo (nov., 2014) viaja curiosa por 132 páginas en once divisiones. La primera parte «presenta el pasado de Satipo y las comunidades nativas», la segunda narra «crónicas de la historia real de Francisco Soto Castro (colono no contratado), descendiente español que escapó con su esposa desde Huanta (Ayacucho)», y, la tercera destella tras «crónicas de Luis Ríos y Teodocia Soto» (p. 5).
TOPONIMIA. Satipo reúne orígenes asháninka (nomatziguenga), incluso quechua y español peruano (impuesto por misioneros en la colonia). Ai satipoki o “a dónde va la gente” alude a la presencia humana en la salinera, tradúzcase también como “de donde viene la gente” por la presencia de «misioneros franciscanos que llegaban a esta zona desde épocas de la colonia» (p. 9).
SATIPO EN EL PASADO. Viaje en lancha, escondrijo en gallineros, caza de ofidios, uta (enfermedad de úlceras faciales), río Pachitea, Pucallpa, Madre de Dios (tribus no contactadas), aguante del idioma asháninka acentúan el pánico de escena en consabida realidad.
El autor subraya que beben agua con la boca directo del río «sin usar la mano ni recipientes. Esto es una clara evidencia y contundente de que el amazónico es el hombre más antiguo del Perú; de aquí migraron a la sierra [los Andes] y posteriormente a la costa», (p. 17). El pueblo de Satipo brinda afecto desde su fundación del 4 de julio de 1925.
SATIPEÑISMOS. “Monte real” significa monte virgen, “chafle”, machete, “jerga”, culebra; “cutupas” alude a estacas del suelo, “bejuco”, liana, “sachahuasca”, enredadera, “camona”, palo para llevar agua; “picacuro” es hormiga pequeña que pica muchas veces, “cutpe”, cuy de monte.
Cushma y sharato usa José Manuel, sostiene el arco animándose a lanzar una flecha e informa sobre comida oriunda: «“tacachito” de plátano biscocho con pescado de río, la yuca con carne de monte; la bebida típica debe ser el masato; el postre, mazamorra de plátano o mingao; aquí se come las crías del nido de avispa» (p. 23).
José Manuel Alomía Lucero / prosista de “Crónicas de Satipo” / escribe sobre bejuco idiotipo, / el mensaje lleva eximio balsero.
PICHANAKI
Una virtud elucubra en otra, así nace Pichanaki y la Boca del Tigre (oct., 2015), 96 egregias carillas afloran y generan siete capítulos románticos de orígenes, historia, cuento, crónica. ¡Valioso material para abrazar a la lectura y escritura!
Pichanaki es de principio asháninka, picha es igual a barrido, y, naki, río; entonces, ciudad barrida por el río (p. 5).
José Alomía navega por la novela El gran viaje de Roberto Wong y afirma que los asháninkas llegan al Perú por el río Amazonas. «Iniciaron una gran migración hacia el este donde se pone el sol… Hace miles de años llegó el hombre amazónico siguiendo el río Amazonas, luego el Ucayali, Ene, Tambo hasta llegar al río Perené que es la última selva baja» (p. 8).
Agua, plantas, animales vivifican el bosque. Cuerpo y espíritu dan unicidad al hombre, «el espíritu es la energía que envuelve al cuerpo, el aura; por ello, tienen efecto inmediato [al] pasar con huevo, cuy, pichón, flores, agua, vapor de agua, etc.». La coca asume el rol de guía semiótico. Increpa al hombre blanco que obvia las costumbres.
¿Hay unidad entre animal político y animal irracional? «Pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres» (p. 16). Estamos advertidos, aunque el aviso es de siempre.
HISTORIA. El motín de Juan Santos Atahualpa (1742 a 1752) en contra de las misiones tuvo lugar en la selva central, eso incluye a Pichanaki que empezó en 1962 con una agencia municipal. Peces, yuca, animales de monte fueron la manutención primigenia de los pobladores; en tanto, la economía fluía con la explotación maderera, producción de papaya, cítricos (naranjos) y demás frutas.
Boca Tigre. Ubíquese con tragadero y remolino entre La Merced y Pichanaki, antes temían los boteros, ahora, inspira relatos tal cual indica Abel Gómez Hilario.
Los colonos andinos proceden de Andahuaylas, superan vicisitudes cuando el jefe asháninka les concede cien hectáreas.
Pishtaku, pishtaco o degollador generó lúgubres días y noches nerviosas en casas de material noble en la periferia de Pichanaki. «se pudo ver ganchos sangrientos donde colgaban a la gente y sus carnes. Se cree que los pishtacos llevaban solo los órganos y el aceite humano para el extranjero, el resto lo dejaban tirado» (p. 30). ¡Tantos genes truncados!
MITOS Y MÁS RELATOS. Mención especial para Manchacori (diosa de la Luna) antagonista de Mavíveri (creador de los animales), Impoquiro es el humano que flirtea a Manchacori viendo su imagen en el espejo de un río cristalino, añejo, sinuoso y magnánimo. Ese amor jamás murió ni morirá, pues Impoquiro es una de las estrellas más grandes que relumbra junto a su amada reconocible (Manchacori). ¡Valioso aporte Anderson Nolasco Mayta! ¡La creatividad supera imposibles en las historias de amor!
La mirada tierna de Pichanaki / favorece con inmensa ternura / para asentarse bajo íntegra albura / de arboledas que inventan taki-taki.
HASTA LA VISTA
José Manuel Alomía Lucero (escritor, docente y músico) propone: «¡Hasta la vista aerofagia y demás tensiones, circunspecta selva muéstrese muy reputada desde anteayer hasta pasado mañana!».
«¡Kanoja Sati o Crónicas de Satipo con Pichanaki y la Boca del Tigre son luces magnéticas para leerlos desde la floresta verde!», proclama el Movimiento Cultural Capulí, Vallejo y su Tierra.
*Docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos