Teodoro Sánchez Ricra: “En la jaula del perro”

 

 

Por Víctor Raúl Osorio Alania*

 

 

 

Liviano tiempo viaja y repasa la existencia humana en sus propios folios, por ello, exige, sin deshojar margaritas, sembrar la paz para vivir en hermandad por medio de la reflexión, el análisis y la crítica. El axioma que utilizo en el introito parece que logra blandir, mi común amigo y paisano, Diógenes Teodoro Sánchez Ricra, “En la jaula del perro”, odisea y olvido.

ANTECEDENTES

Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba, Heródoto de Halicarnaso (484 a. C. – 425 a. C.)

Huérfilo. Busca hacer notorio la faceta emocional que sufren los padres ante una situación dolorosa (Federación Española de Padres de Niños con Cáncer).

El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú, en días ulteriores (para ser exactos, 7-mayo-1879), 230 jóvenes pasqueños (elegidos con justeza) dan lugar a la Columna Pasco, viajan henchidos de amor a la patria hacia la frontera sureña y ofrendan sus vidas de forma espartana. Años después, por iniciativa de don Gerardo Patiño López, en la plaza Centenario del Cerro de Pasco, se ubica la estatua del Soldado Desconocido en alusión a los patriotas anónimos. ¿Cuándo se hará visible el heroísmo de aquellos héroes para tenerlos como ramas de olivo y señal de gratitud? Tarea urgente que debe empezar por incluir en el Proyecto Educativo Regional de Pasco.

“La ciudad y los perros” de Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura 2010) ha sido recreado en el Colegio Militar “Leoncio Prado” de Lima, donde los estudiantes resultan siendo los personajes principales. ¡Perros! Calificación despectiva y errada usada en contra de los recién ingresados al ejército, marina, aviación, fuerzas policiales.

 “En la jaula del perro”. Diógenes Teodoro Sánchez Ricra nació el 23 de mayo de 1967 en la plácida estepa de Rancas, Pasco. Estudió primaria y secundaria en su tierra natal (Escuela Mixta N° 34032 y Colegio Nacional “Simón Bolívar”), educación superior en la UNDAC, economista de profesión y con estudios de posgrado. Suele repetir: «El ejército forjó mi temple en tiempo aciago; mi enrolamiento causó sorpresa, pero mi experiencia cruza muchas atmósferas».

La obra dedica a sus padres (Teófilo y María), hermanos (Ana, Julia, Isidora, Jacinto, Raúl y Genaro), a Rossy Osorio Silvestre, “Chío, compañera, complemento de la vida, mención especial para los hijos (Luz Mayra, Sandro Kenyi, Ingrid Iracema y Zaid André); también habla por los otros jóvenes que pusieron el pecho por la patria.

“En la jaula del perro” se cristaliza con el apoyo de la comuna distrital de Yanacancha, Pasco, Omar Raúl Raraz Pascual, alcalde. Dicho libro exhibe título literal y simbólico. Ampliando. Literal porque describe la cruda situación de los subalternos en las fuerzas armadas y policiales del Perú. Simbólico cuando los jóvenes comprueban que todo fue mera ilusión. Sirve a la patria y le ningunean de forma verbal, psicológica, moral, espiritual…  Solo los seres queridos valoran tu aporte patriótico (papá, mamá, hermanos), a veces, de forma tardía la sociedad.

Hugo Sosa Santiago resalta en el prólogo: «La guerra interna que llevó a las comunidades campesinas andinas a desconfiar de sus verdugos y de sus salvadores y que llevó al país a una de sus peores crisis (de valores y políticos) fue el escenario de aprovechamientos irresponsables, corrupción, violaciones a los derechos humanos, deshumanización, terror y muerte provocando que muchos pueblos sean diezmados, los terroristas secuestrando a sus jóvenes para armarlos en sus filas y el ejército arrestándolos como sospechosos, algunos nunca volvieron», finaliza.

La obra plasma el testimonio de su autor Diógenes Teodoro Sánchez Ricra, también es crónica por la secuencia de hechos, todo empieza con el anuncio de una avecilla andina, su enrolamiento, preparación (perrada) y campañas en el ejército.

“En la jaula del perro” discurre por 184 páginas, destacan 15 capítulos, una cita apertura cada capítulo, «Con frecuencia, los mismos peligros sirven para salvarnos la vida», Quintiliano.

En el clímax de la mocedad. «A ver si eres tan hombre, preséntate al ejército…  pe…, de seguro vas a mariconear y te vas a esconder en el rancho… Tú, no aguantas en la formación del colegio, siempre terminas en el suelo desmayado, en el cuartel de seguro te mueres al toque o desertas…» (p. 22). Nótese acción y reacción, sobrino midiendo la hombría del tío, todo pasa en un santiamén, de cortador de champa, ya se enrola, ya está en formación.

Aprendiendo a ladrar. «Me encuentro en medio de la formación y rodeado de otros jóvenes con caracteres físicos diferentes, casi todos desorientados y con mucho temor. Por su apariencia deduzco que todos no son del ande; hay de piel bronceada con un habla lenta y cantada, me dicen que son de la selva; también como lunares hay dos o tres morenos con acento costeño, uno de ellos anda tranquilo, “Halcón” (p. 33)». Siendo el Perú un mosaico de culturas, ha llegado la hora de asimilar de que todos somos importantes.

Alborotando la perrera. «Así como se burlaron de nosotros con las “caricias” y otras formas de castigo, propinados por los guardias de turno, también los de rango más alto hacen con ellos; vaya pirámide absurda de mando humillante, reflexiona “Halcón”, quien de la noche a la mañana desapareció de la cuadra» (p. 44). Desconfianza y perjuicio debilitan cualquier convivencia, entonces, debería primar en toda instancia jerarquía, prelación, respeto para contribuir en el desarrollo humano.

 El último eslabón. «¡Uno, dos! ¡Tres, cuatro!… Con cantos como estos partimos del cuartel hacia el campo de campaña; cruzamos las calles de la ciudad, algunas personas murmuran: “estos soldaditos ya se van de marcha de campaña”, “pobrecitos los jóvenes”. Por todo el trayecto los oficiales prepararon sorpresas de guerra… Por nuestra lenta o poca creatividad nos obligan a rampar un largo tramo entre pedregales y charcos bajo puntapiés y baquetazos que nos revientan en el cuerpo» (p. 59). El último eslabón de la preparatoria, el primero de contacto con la sociedad que supera a todo marco teórico.

 Listos para morder. «Durante los últimos cuatro días, algunas actividades habituales que desarrollábamos han cambiado para nosotros. Se incrementaron, entre otras, el armado y desarmado del equipo de campaña, las cuales deben estar perfectamente acomodadas y no debe haber cosas fuera del equipaje… Nuestras torpezas la pagábamos con castigos físicos rigurosos» (p. 69).

Con Teodoro Sánchez Ricra hago inflexión: La petulancia terminó en catalepsia o muerte aparente… “En la jaula del perro”.

*“El Puchkador de la Nieve”

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