Por: Fortunato Rodríguez y Masgo
Las festividades de nuestro Señor de Burgos se daba inicio desde la primera noche de la novena; es decir, primero de octubre, el templo completamente abarrotado de fieles; mientras, la parte exterior mostraba una feria de vivanderas quienes ofrecían anticuchos, chinchulín, ponche hasta picarones con su “dulce”; en fin, era un colorido de fiesta popular, las instituciones que organizaba la ceremonia religiosa al final repartían hermosas “estampitas” con la imagen de nuestro Patrón y Rey, casi todos los devotos regresaban a casa portando una de ellas y con la bendición de nuestro taita Dios.
En los años 70 al 90, nuestra Catedral se encontraba en construcción; a razón de ello, la iglesia Cristo Rey o simplemente Santo Domingo fue convertido como tal, donde se encontraba “alojado” nuestro señorcito de Burgos, ubicado a un “costadito” del altar mayor, mostraba por esos días un escenario místico lleno de flores blancas o moradas, rodeadas de velas encendidas, quienes luchaban entre sí, para no ser devorado por el calor.
Mientras los cánticos del coro redimían nuestro espíritu, en señal de arrepentimiento y sumisión a nuestro Dios ¡papa lindo! quien vive allá arriba en cielo rodeado de nuestros angelitos, quienes partieron en el tren de la vida sin boleto de regreso.
Una que otras veces, en las noches de liturgia se observaba al monseñor Ignacio Arbulu acompañar la velada religiosa; pero sí, estaban presentes los padrecitos Matos, Canchucaja, Godoy y el “Piqui Basilio” entre otros, hasta Shapinco aparecía, y uno de ellos hacia la noche de novena “larga”, casi de no acabar, como decían “algunos” hermanitos de la cuadrilla de cargadores.
Hasta que arribó el 27 de octubre, día de la víspera, don Amachito Visag desde temprano armaba el castillo de fuegos artificiales con tremendos palos de maguey seco, desde las seis de la tarde una cuadrilla de “cargadores” esperaban para llevar cargando a todo pulmón, era todo un espectáculo ver el traslado, uno que otro se tropezaban entre sí, pero ahí estaban “sudando”, hasta que llegaban a la plazuela de Santo Domingo; de inmediato, era “parado” en el centro por la pileta, a la espera de ser “prendido” para la alegría de los niños y de los presentes. Mientras se daba inicio a la sinfonía de cohetes de 4 tiempos, que hacía retumbar las robustas paredes de las casas adyacentes.
Como arte de magia “aparecían” en medio de la melodía de una marcha militar la banda de músicos, casi todos eran huanuqueños, bien a la “pilche” estaban “soplando” sus instrumentos de vientos, mientras el “bombo” Deza y “Huaratuta” en el tambor marcaban el paso, en su mayoría eran curtidos y añejos maestros, solo con la mirada se guiaban e interpretaba la partitura musical imaginariamente, su presentación musical era “sensacional”, esperado que digamos, “tocaban” canciones del momento, entre cumbias, huaynos y boleros, sobresalía las interpretaciones huanuqueñas, muchas de ellas invitaba zapatear en el centro.
Ya el escenario casi listo, las campanas de la iglesia retocaban en señal de inicio de las “vísperas”, el interior del templo completamente adornado por el maestro Jacinto Castañeda, de igual forma, el anda de nuestro “señorcito” Burgos estaba super iluminado, lleno de velos y flores fresca, el interior se envolvía dentro de una sombra místico con el aroma del incienso, y los inmensos cirios traídos especialmente por el mayordomo para la ocasión, daba el toque de la solemnidad; mientras, la fachada de la iglesia irradiaba los colores del arco iris, totalmente encendidos, noche de fiesta y regocijo en la comunidad católica, los hijos de Papá Burgos felices acompañando con fe y devoción, con la esperanza de ser perdonados sus pecados.
La plazuela de Santo Domingo, totalmente lleno, los “chiuchis” correteaban, los mayores consumiendo su ponche y picarones hecho por las mamitas de la Legión de María, quienes están realizando sus actividades con el afán de recaudar algún dinerito para comprar “regalos” para los niños pobres en la próxima navidad.
En fin, ya en triciclos o carpas improvisadas con techos de toldera de camión estaban instalados pequeños huariques donde se vendía “shingirito” (purito shacta) alrededor del parque, casi todos “repletos” de personas quienes desean “beber” en honor a nuestro Señor de Burgos, hasta llegaron cargando su tocadisco con discos a gusto del cliente: así se pasaba, la noche de víspera en nuestro Huánuco querido. Cuando se prendía el castillo, los “chiuchis” por debajo saltaban de alegría, todos cubiertos sus cabezas con la chompa, muchos de ellos terminaban quemados, y cuando retornaban a sus casas, los padres les esperaban con una buena chicoteada.
Día central, 28 de octubre, la ciudad es despertado con los 21 camaretazos en señal de saludo a nuestro Rey Patrón, don Amachito Visag lanzando sus cohetes, antes que llegue el taita sol, ya se estaba anunciando la procesión, ya se sentía el ambiente de fiesta patronal, ya las campanas de las diversas iglesias de la localidad repicaba en señal de invitación a las festividades.
Hora de la misa de fiesta, ningún alfiler cavia en el templo, totalmente lleno, nuestras autoridades como el prefecto, alcalde, presidente de la Corte, comandante de la Guardia Civil, PIP, Guardia Republicana estaban en la primera fila de los sillones adecuadamente instaladas para el acto, luego el mayordomo y familia acompañaba la liturgia, los fieles debidamente vestidos los caballeros al terno oscuro, pelo recortado y las damas con traje sastre, con cartera en mano y velo negro sobre el cabello, todos bien vestidos asistían a la misa que era realizado por el obispo Ignacio Arbulu Pineda, acompañados de dos reverendos y 12 acólitos, silencio total con mucha reverencia, en el coro estaban bien instalados los alumnos de la Escuela de Música “Daniel Alomía Robles”, quienes tenía el compromiso de cantar; al final, los presentes recibían inmensos laminas del retrato de nuestra santa imagen; la misma, eran colgados con marco en un punto de la sala de la casa, para su bendición y protección, ese lugar era sagrado, donde se oraba con mucha fe.
A los minutos se daba inicio a la procesión, cientos comienzan acompañar, las fachadas y puertas de las casas por donde transitaba nuestros Señor de Burgos completamente adornados, hasta sus parlantes de sus tocadisco salía con el propósito de tocar himnos religiosos; mientras, el maestro “chaparro Echevarría” cargaba en triciclo sus arcos para alquilar al paso a los devotos quienes instalaba en sus frontis para realzar su visita.
En los centros educativos, oficinas y viviendas de familias tradicionales, acondicionaban “alfombras” de aserrín mesclado con anilinas de colores con figuras religiosas, extraídas previamente de la madereros y carpinterías de la localidad días antes. En fin, todos en una o en otra nos encontramos involucrados en la festividad en honor a nuestro Patrón y Rey, ya en la noche eran miles acompañantes, cuadras de cuadras de devotos todos cantando orando, siempre al compás de la potente banda de músicos, a pesar de las horas transcurridas no mostraban cansancio, menos consumían licor, muy disciplinados tras de la anda interpretaban lo mejor de su repertorio con relación a la procesión.
Estos hechos están congelados en el mundo de los recuerdos, que requieren ser extraídas para conocimiento de las nuevas generaciones, son parte de nuestra cultura e identidad huanuqueña.
Saludos: Ricardo Delgado Manzano, Augusto Silvestre, José Lozano, Jeny Loarte, Daide Martel Espinoza, Carlos Tello.
FOTO: D.R. referencial.






