Resucito para limpiar su nicho

Por: Fortunato Rodríguez y Masgo*

 

Era una tarde de octubre finales de la década 80, va expirando, mientras la temible “loca” quebrada de Puelles quedo cansado de espirar ventarrones sobre la heroica ciudad de Huánuco, luego de haber “correteado” levantando nube de polvareda causando estragos entre las estrechas y románticas callecitas de nuestra ciudad, cuyo aroma inconfundible del café de huerta se dispersa en señal del lonchecito; mientras, el pancito de horno de leña en balai (canasta) de carrizo se transporta delicadamente en triciclo de carga cubierto de mantel blanco, bocina en mano el triciclero anuncia su llegada en cada esquina ofreciendo 10 pancitos por un nuevo sol, más dos panes de “yapita”.

Ya en casa de Nico, un compañero de la educación primaria de los años setenta, me recibe con cariño, y mi invita a tomar “lonche” con cafecito y humita con queso salado; simplemente delicioso, aprovechamos conversar, y me relata lo sucedido en su trabajo de panteonero del panteón de Huánuco.

“Una mañana llego al cementerio a buscarme un caballero alto bien vestido, robusto, acholado y me dijo ¿si puede hacerme el favor de limpiar y pintar el nicho de su mamita Blanca?; el cual, acepté y nos dirigimos al pabellón donde estaba enterrada la finada; llegamos, efectivamente estaba ahí, procedí con el trabajo encomendado, luego trajo dos floreros con hermosas rosas roja y blanca fresca, al final roció con sus manos un rico perfume la lápida recién pintado de blanco y letras negras el nombre, al momento de retirarse me agradeció, hasta me dio mi propina, se fue apenado con la cabeza agachada, un andar lento, pausado.

Luego de haber transcurrido meses, nuevamente nos volvimos a encontrar con este señor en horas de la tarde, cerca de las cinco, él estaba como agitado y me pidió nuevamente el favor de limpiar el nicho de su mamá y el que estaba a su lado, nos dirigimos, hice todo lo señalado, vi que estaba sellado el nicho del costado, no estaba ocupado, estaba sin muerto, también lo limpie, al final puso sus flores y se retiró raudamente, previamente me agradeció y se fue, pero su cuerpo despedía un olor de humedad o como ropa guardado.

Al día siguiente, aproximadamente 4 de la tarde, llegó un entierro con mucha gente acompañando a sus familiares, todos ellos vestidos de negro riguroso, hasta hubo personas uniformados con kepi blanco y su espada en la cintura, tras de ellos una banda de músicos que entonaban una marcha triste, hubo una misa de cuerpo presente en la capilla, con un cura y dos acólitos; luego, se dirigieron al pabellón del cementerio; justo llegamos donde estaba la madre del señor que vino ayer a visitarle, pusieron el ataúd al frente, sobre ella estaba su kepi y la bandera nacional de nuestro Perú, un militar hizo el discurso, luego se enterró al lado de la finada, en el nicho donde estaba vacío, trajeron un aparato floral con una foto del fallecido ¡era el! Dije, el señor quien venía a visitarle a su madre, es el quien ayer me hizo limpiar el nicho del costado, no podía creer, mi cuerpo se cascabeleo, baje del andamio con el pretexto de traer la espátula del almacén, llegando me “zampe” un copón de shacta para mi valor y para templar los nervios otro.

Regrese casi al instante, subí al andamio espere que le colocaran el ataúd para introducir dentro del nicho, luego puse la tapa y selle, lo empaste y le deje blanco.

No podía creer lo que vi, si ayer estaba vivo, vino, conversamos puso sus flores a su mama y ahora está muerto y enterrado en el nicho que limpio.

Al final, quedaron los familiares llorosos y me acerqué a una de ellas, me dijo que era la hermana del occiso, pregunté ¿Qué paso? Me respondió ¡lo mataron los terrucos! en una emboscada en la montaña, mi hermano estaba en patrulla conjuntamente con sus compañeros y de pronto hubo un enfrentamiento, entre la marina y los terroristas, el era un oficial de infantería, joven de 32 años, lleno de vida. deja una viuda y su menor hijo y ahora ¿Qué será de ellos? Puntualizó.

Tomé valor y le dije, señora ayer en horas de la tarde vino su hermano el finado, aquí al panteón a visitar a su mama y limpiar el nicho donde se ha enterrado el. Inmediatamente la hermana llamo a sus familiares para que me escuchen y a todos les conté lo sucedido el día anterior, nadie creía, hasta me llamaron la atención por inventarme o estar borracho.

Logre escuchar a uno de ellos decir, no puede ser si ayer estuvimos velando a Beto, todos estuvimos en la casa acompañando el velorio, el estaba dentro del ataúd todo el tiempo, en qué momento salió para revivir, el panteonero es “loco” dijo.

Una de ellas me interrogo ¿haber dime cómo es mi hermano?, ah le dije, alto, de tes trigueño, maceteado, tiene un lunar en el rostro casi por la altura del ojo derecho, estaba vestido de pantalón negro, camisa blanca y zapatos negro brillaba, parecía de charol, lo vi y conversé con él, pelo negro casi largo, hablaba como nosotros cantando, tenía el dejo del huanuqueño.

Al final, todos casi estaban convencidos, el finando revivió, vino a preparar su nicho y estar al lado de su madre es algo para no creer; pero así fue, unos expresan que el espíritu se materializó para recoger sus pasos y otros manifiestan el fallecido está visitando los lugares que más a frecuentado.

 

*Economista, abogado y cronista huanuqueño escribiendo con sentimiento.

Foto: D.R. referencial.

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